José Martínez Hernández. Trekkings y ascensiones por las montañas del mundo. Ediciones Desnivel, Madrid. 2006. 304 páginas. ISBN: 978-84-9829-055-4
Era sumamente agradable escoger una forma de vida y poderla llevar a la práctica. Nos encontrábamos haciendo realidad nuestros sueños.
Todos aquellos que queremos viajar a una determinada porción del planeta donde vivimos, buscamos información de los destinos que hemos elegido. La mayoría encuentra datos valiosos en las guías de viaje. Pero una guía de viaje suele ser sólo una secuencia de datos, números, fechas, direcciones y teléfonos que nos pueden ayudar. José Martínez no quiso caer en esta categoría y a los datos proporciona lo que él tiene de primera mano: las vivencias adquiridas en cada uno de los viajes que abarca en su libro.
El esbozo del libro es muy sencillo: el autor se dejó llevar por su pasión por los viajes a pie y eligió a lo largo de los años varios destinos sobre los cuales recaudó un buen número de datos, después hizo el viaje y finalmente nos lo presenta como el viaje vivido y los datos que más le parecen valer la pena para poder disfrutar del viaje. Visto de esta forma, parece muy sencillo. De hecho lo es. Pero tiene un toque muy personalizado que lo hace exquisito: el descubrimiento de cada uno de los sitios.
Son ojos nuevos los que lo ven, son las experiencias de primera mano, igual que uno ha elegido conocer ese sitio y no otro precisamente porque no lo conoce. Sí, es un poco de envidia saber que alguien más lo ha disfrutado ya. Pero también se siente la confianza de estar en un lugar ya conocido, un poco familiar aunque sea por la lectura del libro.
De esta forma, se abren muchos lugares interesantes, algunos realmente sorprendentes porque uno no ha pensado en ellos antes porque generalmente se pone la mira en objetivos más grandes, como el trekking del Annapurna, que también menciona el autor. Pero se dejan de lado destinos como la isla de Madeira por las levadas, el Sumaco, un diminuto volcán en Ecuador, o el ascenso al Hvannadalshnúkur, el techo de Islandia.
¿Islandia? ¿Hvannadalshnúkur? ¡Para eso debe necesitarse de una buena agencia de viajes! Pero esto es precisamente lo que el autor también desea compartir:
“…entre líneas he intentado decir que es muy fácil lanzarse a la aventura, que es algo que está al alcance de todos, que sólo hay que desearlo, que no hay por qué tener miedo, que se obtiene más satisfacción preparando los viajes desde el principio, investigando en las fuentes, construyendo sueños sobre mapas, preguntando a los taxistas y negociando directamente con guías y arrieros. Nunca he necesitado agencias para hacer este tipo de viajes porque lo único que proporcionan es una seguridad no del todo necesaria, y además anulan esos instintos que todos llevamos dentro, que deben ser ejercitados para sentirnos mejor con nosotros mismos al solucionar los imprevistos que vayan surgiendo.” (p. 11)
Así, en los tres centenares de páginas se leen con gran rapidez por lo ágil de los relatos, por lo impresionante de las fotografías y el excelente diseño. Lo que más me llamó la atención es que este sea, quizá, el modelo que casi todos habríamos de tomar para hacer un reporte de cada uno de nuestros viajes.
“Una vez captada la idea principal, lo realmente interesante es saber construir alternativas, no partir con ideas preconcebidas y dejar siempre puertas abiertas para que no surjan agobios. Es hermoso apartarse de lo trillado, cambiar de planes y perder unos días recorriendo un valle transversal, buscando esa soledad que hoy ya no existe en ciertas montañas.” (p. 129)