Semana Santa en el desierto
15 mayo 2007
La lluvia había cambiado el color de la tierra de gris o pardo a verde. Lluvia en ese lugar semiárido es vida en abundancia. El viento traía las nubes desde el norte. Y en el desierto, descubrimos a la gente que vive en él. Estas son algunas de las vivencias adquiridas en un lugar que es más amigable de lo que se ve en las fotografías.
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Sorteando cerros
Empezamos a escuchar algo y no podía precisar bien qué era. Un motor de una camioneta o algo parecido a una sierra eléctrica. Se acercaba cada vez más a nosotros, metidos entre arbustos espinosos. En pocos segundos apareció una mancha grisácea, a un metro por encima de nosotros y el sonido tomó forma: era el zumbido de decenas de abejas que volaban juntas, como un regimiento que va a invadir algún lugar. Una migración enorme a plena luz del día y con este calor. Nos quedamos quietos por temor o por el espectáculo increíble, pero vimos cómo pasaron encima de nosotros para perderse en el monte.
La lluvia había cambiado el color de la tierra de gris o pardo a verde. Lluvia en ese lugar semiárido es vida en abundancia. El viento traía las nubes desde el norte.
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