La primera vez que escalé fue hace mas cinco años. Mi cuñado Calvin nos invitó a mi hermano y a mí a un campamento en el Cañón de la Venta, a un sitio conocido como el Aguacero, que se caracteriza por la presencia de grandes cascadas de agua que surgen de una cueva a decenas de metros del nivel del río.

Cuando llegué creí que escalaríamos toda la gran pared que se encuentra frente a las cascadas pero en vez de eso durante los dos días que estuvimos ahí practicamos búlder en algunos de los tantos peñascos dispersos a lo largo de un kilómetro sobre el cauce del río, y escalamos al pie de la pared en la cuerda que Calvin puso en top-rope.

Recuerdo haber pensado que él era amateur en esto y por eso nunca lo cuestioné acerca de mis planes. Tiempo después comencé a participar más en las excursiones que realizaba con sus amigos al interior de este cañón, en la Sima de las Cotorras, la Sima de la Lucha y otros sitios cercanos a la ciudad de Tuxtla Gutiérrez y después de adquirir los conocimientos básicos colaboré como ayudante en un curso de introducción a la escalada que estaba organizando pero que desafortunadamente no cumplió con las expectativas.

Fue entonces cuando los pocos que quedamos practicando esto decidimos conformarnos como una agrupación organizada con el firme objetivo de difundir la escalada y nuestra filosofía de conservación en el estado de Chiapas: Grupo Escala.

Poco a poco comenzamos a definir los distintos punto de acción que nos llevarían a cumplir con nuestros objetivos. Nos enfocamos en dos zonas en particular: las paredes de Copoya y el Cañón del Sumidero, que son las zonas que nos han permitido y nos permitirán desarrollar a mediano plazo dos grupos distintos de proyectos: los de exploración y los de difusión.