Reinhold Messner. La montaña desnuda. Nanga Parbat- hermano, muerte y soledad. Ediciones Desnivel. Madrid, 2006. 296 páginas. ISBN: 978-84-9829-048-1
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¡Qué abismo! Es como si estuviese suspendido en un lugar incierto entre el cielo y la tierra, a 4,000 metros sobre el campo base. Por encima de nosotros, el corredor Merkl, el punto clave que nadie conoce. Y, mucho más arriba, la cumbre. No, no hay en el mundo un lugar peor. ¡Qué vacío! Pero, ¿qué estamos haciendo aquí? Reinhold Messner
En su ascenso en solitario al
Nanga Parbat por la vertiente del Rupal
1970 |
El 27 de mayo de 1970 el equipo inglés dirigido por Chris Bonnington, superaba la pared sur del Annapurna y Dougal Haston y Don Whillans llegaban a la cumbre. Se trataba del enorme paso que había que dar para comenzar a escalar los ochomiles por sus paredes más difíciles. Un mes después, Reinhold y Günther Messner alcanzaban la cima del Nanga Parbat, la “montaña del destino” alemán, expedición organizada por Karl Maria Herrligkoffer pero que en realidad era una especie de anarquía porque el jefe de expedición no era, a diferencia de Bonnington, un montañista.
“Cualquier alpinista, por muy optimista y decidido que sea, tiene que descartar la mera idea de intentar un asedio a esta descomunal pared.” (Günther Oskar Dyhrenfurth, p. 48)
Sin embargo, muchos pasaban a ingresar a las filas de sus continuas expediciones al Himalaya porque les brindaba la oportunidad de ir adonde solos jamás habrían llegado. El primer ascenso al Nanga Parbat en solitario por Hermann Buhl, contraviniendo las órdenes explícitas de Herrligkoffer, fue algo que éste no le perdonó jamás a Buhl. Lo mismo pasaría con Messner.
Quizá es el libro más esperado de Messner porque desde 1970 se ha hablado mucho de su versión contra la de Herrligkoffer, pero además se trata de la conquista de la pared más grande del mundo: la vertiente del Rupal. En el libro se lee que prácticamente todos los campamentos los establecieron los hermanos Messner y que éste salió en solitario hacia la cumbre en un intento de llegar lo más alto que pudiera o hasta llegar a ella.
Una decisión que parecía simple, pero Messner sale de noche, con la luz de la luna y no le queda más que exclamar: “¡Qué abismo! Es como si estuviese suspendido en un lugar incierto entre el cielo y la tierra, a 4,000 metros sobre el campo base. Por encima de nosotros, el corredor Merkl, el punto clave que nadie conoce. Y, mucho más arriba, la cumbre. No, no hay en el mundo un lugar peor. ¡Qué vacío! Pero, ¿qué estamos haciendo aquí?” (p. 176)
Sin embargo, él mismo ya había encontrado la respuesta: “¿Qué ha sido del alpinismo por diversión, placer o entretenimiento? A semejante altitud y en este entorno, la escalada pasa a ser una dura tarea que requiere superar innumerables obstáculos; uno piensa sólo en el frío, el aire enrarecido, la vida en las angostas tiendas. A esto se añaden los peligros, la humedad, a menudo también el cansancio. Y sin embargo, mañana reanudaremos la marcha. Nadie nos obliga a ello, pero tenemos que seguir ascendiendo.” (p. 121)
Aunque es historia conocida que su hermano Günther llega a la cima junto con él, que tienen que pasar un vivac debajo de la cima, que piden ayuda y no les es otorgada y que finalmente deciden bajar por el otro lado de la montaña por ofrecer un camino seguro, la mayoría de la gente no concibe esta decisión de bajar por una zona que no se conoce.
“Sólo podemos elegir entre descender o morir de congelaciones aquí arriba, en el filo de la arista, entre las colosales vertientes Rupal y Diamir. Nuestra vida pende de un hilo. Nos hemos adentrado en una situación de riesgo extremo y ya hemos esperado demasiado.” (p. 207)
“Decidimos aventurarnos porque no nos queda otra salida. Y puesto que la amenaza de la muerte es más fácil de sobrellevar cuando se está activo, me atrevo a dar el primer paso. Seguir esperando supondría una muerte segura.” (p. 208)
Y algo que no se conocía es el largo periplo de Reinhold al bajar la montaña, hasta encontrar al primer hombre, la primer aldea, desesperar porque no se puede comunicar y pedir lo que desea… pero también encuentra a la gente justa que le ayuda hasta llegar a la civilización y, para él en esos momentos, a la vida.
El libro es diferente de aquellos que ha escrito Messner hasta el momento y quizá pudiera parecer decepcionante por el tipo de narrativa que usa, muy al estilo de esa época. Pero no había otra manera de explicar lo sucedido. Además, hay tres personas que escriben el libro: Reinhold y Günther Messner, ambos en sus diarios de esa expedición y un Reinhold Messner que evalúa todo desde el presente, viendo desde lejos lo que pasó hace más de tres décadas.
Son tres perspectivas que complementan la historia de manera adecuada. Muy seguramente, el libro fue escrito por Messner casi inmediatamente a su regreso pero no fue publicado debido al contrato que tenía firmado con Herrlogkoffer. Y para quienes no les haya quedado clara la decisión de bajar por otro lado una montaña que no conocían, Messner incluye muchas fotos del Nanga Parbat del lado del Rupal y después del lado del Diamir. Con sólo ver este contraste uno siente que definitivamente la salida era por ahí, como lo fue.
Publicado en alemán en el 2004, la edición española tiene una nota, pues en el 2005 se encontraron los restos de Günther y se acallaban para siempre los reclamos de si Reinhold había llevado a la muerte a su hermano por su propio orgullo, incluso abandonado en la cumbre. Eso quedó atrás, a pesar de lo cual, como bien apuntaría el propio Messner, “No hubo una sola palabra de disculpa”.