La creciente
15 de septiembre de 1995. Hoy la lluvia continuó, de hecho no paró en toda la noche. Muy temprano nos levantamos, y después del desayuno nos dispusimos a ir a la cascada. Sin embargo, cuando fuimos por agua al arroyo, notamos que éste iba demasiado crecido impidiéndonos el cruce. Donde antes habíamos visto un arroyo de poca profundidad y con aguas relativamente tranquilas y transparentes, ahora pasaba un violento arroyo todo chocolatoso, con un nivel de aguas mucho más alto. Ante la imposibilidad de pasar no nos quedó más que esperar a que el nivel bajara y esto no ocurrió si no hasta ya entrada la tarde, por lo que este día se nos frustró el intento para descender la cascada.
Ante el problema y mientras esperábamos, lo que hicimos fue explorar los alrededores. El arroyo se veía impresionante, se formaron nuevas cascadas y rápidos más violentos, pasos que antes no tenían agua ahora se encontraban cubiertos por ella. El espectáculo del arroyo imponía.
Los mahuechis
Donde estábamos acampados se encontraban unos pequeños mahuechis ya abandonados. Según nos decía Reyes, estos mahuechis habían sido utilizados para la siembra de maíz y otros vegetales. En uno de ellos aún quedaban numerosas plantas, e incluso en uno de los abrigos rocosos que pensábamos utilizar como campamento para cuando llegara el resto del grupo, encontramos varios manojos de maíz ya seco.
Sorteando un paso expuesto en el arroyo de Piedra Volada
Las maravillas
La zona donde pusimos el campamento es muy hermosa, se encuentra rodeada de gran cantidad de árboles, principalmente encinos. Me sorprendió el tamaño de los encinos, aquí son mucho más grandes del tamaño promedio de la sierra, además crecen muy rectos. También hay pino, especialmente el pino triste y madroños, que se veían muy bellos con su corteza toda roja. Las rocas y troncos caídos se encontraban cubiertas de musgo de numerosas especies. También abundaban los helechos y los hongos. Encontré muchas variedades de hongos, sobre todo del tipo de casita de duende¡ muy bonitos, los había en colores-rojo, amarillo, naranja, crema, blanco y morado.
A pesar de que seguía lloviendo suavemente, salieron algunos colibríes revoloteando cerca del campamento ya que donde quiera había flores. Éstas se veían muy hermosas cubiertas de rocío. El agua escurría por todo el bosque, era una maravilla y daba tanto gusto verla, parecía un bosque encantado. En el suelo predominaba la hojarasca del encina, toda mojada. Esta hojarasca sustenta mucha de la vida del suelo. Vimos a un hermoso cholugo que descendió al arroyo con movimientos ágiles para beber agua, ni nos vio.
Ya entrada la tarde dejó de llover pero siguió nublado, llevábamos más de dos días sin ver el sol. Iniciada la noche el cielo se limpió y pudimos ver el firmamento en todo su esplendor, lleno de estrellas. Me pareció extremadamente hermoso.
La salida del sol
16 de septiembre de 1995. Temprano me despertó el canto de numerosas aves que habían salido ante la presencia del sol. El bosque rebosaba humedad y resplandecía. Aunque el arroyo llevaba más agua que cuando llegamos el primer día, ahora ya se podía pasar, aunque no sin cierta dificultad. Especialmente se nos dificultó un paso que está abajo de la desescalada, ahí el arroyo está encañonado y se angosta mucho, tuvimos que dar un buen salto para no caer en la fuerte corriente y enseguida escalar un tramo expuesto de unos 10 metros sobre la pared de piedra, inmediatamente arriba del arroyo. Por cierto que en esta parte, un poco atrás, está la cascadita de 8 metros que ahora se veía impresionante por el gran volumen de agua que de ella bajaba, parecía que toda el agua del mundo descendiera por ella y su estruendo era ensordecedor. Salimos del campamento a las 8 de la mañana y en una hora llegamos a la cascada.