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Montañismo y Exploración
Hipotermia en cañones y barrancos
11 abril 2007

La hipotermia es una de las condiciones más insidiosas y menos deseadas por los montañistas. Pero las condiciones son muy diferentes si se trata de estar siempre mojado, como en el recorrido de cañones y barrancos. Cómo reconocerla y qué hacer cuando se presente es algo vital para los cañonistas.







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Sintomatología

La sintomatología difiera y se agrava en función del grado de la hipotermia (y aquí vamos a hacer una clasificación un tanto distinta a la que podemos encontrar en los libros, puesto que la desaparición de los síntomas propios de hipotermias leves y la aparición de síntomas graves es progresiva):



  1. Hipotermias poco graves (considerándose temperaturas no inferiores a 33ºC). a Grandes rasgos, podemos considerar que todavía se mantienen los mecanismos termorreguladores, por tanto encontraremos al paciente:




    • Con palidez en extremidades superiores y cara

    • Tembloroso, con escalofríos y castañeteo de dientes.

    • Con pulso y respiración acelerados. Tomaremos el pulso en la carótida, es decir, a un lado u otro de la tráquea, y no en la muñeca, pues éste podemos no encontrarlo. Cuando tomemos el pulso, nunca lo haremos con nuestro dedo pulgar, puesto que se dice de él que tiene pulso propio, debido a la irrigación arterial; lo haremos con los dedos índice y corazón.

    • Apático, distante, desconcertado o somnoliento.

    • Y, obviamente, frío.




  2. Hipotermias graves (considerándose a temperaturas inferiores a los 33º C, y empezando a peligrar la integridad de nuestro compañero):




    • La palidez se mantiene.

    • Sigue estando frío al tocarlo.

    • La respiración y el pulso siguen acelerados, aunque cada vez es más difícil detectarlos, especialmente el pulso. Pero si la hipotermia progresa puede llegar al paro cardiorrespiratorio, pasando primero por una arritmia, es decir, el latido del corazones desigual: no se tarda lo mismo entre escuchar el primer latido y el segundo que entre el segundo y tercero.

    • Lentitud en los reflejos. Eso es relativamente fácil de detectar en el reflejo pupilar (la parte oscura del globo ocular empequeñece cuando se acerca una luz intensa y recupera el tamaño cuando la luz vuelve a su condición, pues bien, esta recuperación es más lenta de lo normal).

    • La falta de una irrigación cerebral adecuada puede provocarse casi seguro a partir de 28º C.

    • Hay una pérdida de sensibilidad, incluso total, sobre todo en extremidades. Si le pincháis o le provocáis un estímulo doloroso, no apartará el miembro afectado (es fácil, por ejemplo, en la planta del pie).

    • Y toda una serie de alteraciones en los mecanismos biológicos internos que no podemos diagnosticar externamente, pero que sí condicionan la capacidad y rapidez de recuperación del individuo.




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