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Montañismo y Exploración
Hipotermia en cañones y barrancos
11 abril 2007

La hipotermia es una de las condiciones más insidiosas y menos deseadas por los montañistas. Pero las condiciones son muy diferentes si se trata de estar siempre mojado, como en el recorrido de cañones y barrancos. Cómo reconocerla y qué hacer cuando se presente es algo vital para los cañonistas.







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B. Según el tiempo de exposición.

Aguda. Corresponde a un cambio repentino de temperatura, sería el caso de alguien que, por ejemplo, queda atascado en un rapel con caudal abundante de agua fría durante varios minutos (si el agua está a 5ºC y teniendo en cuenta el desgaste físico, la humedad interna del neopreno y el posible frío acumulado, en pocos minutos podemos entrar en hipotermia).


Subaguda. Es la más típica que se puede asociar a la práctica del barranquismo y se asocia muchas veces al agotamiento y a la falta de reservas energéticas, es decir, comida. Esto hace referencia a la típica frase de “comer antes de tener hambre y beber antes de tener sed”. Sobre todo si realizáis descensos en invernal, debéis considerar que vuestro organismo debe responder adecuadamente al gasto energético (calorías quemadas) asociado al ejercicio, pero también al gasto energético debido al mantenimiento de vuestra temperatura corporal. No somos organismos nuestra temperatura por exposición al sol, sino que el control de temperatura responde a un complejísimo sistema de señales a nivel cerebral y periférico. Así que no debemos convertirnos en verdugos de nuestro cuerpo, tenemos que cuidarlo y mimarlo. Nadie es más fuerte por aguantar más comiendo menos. El problema en la aparición de esta hipotermia es que aparece de manera lenta, y generalmente nos percatamos cuando ya es un poco tarde, o más bien se percatan nuestros compañeros.


Crónica. Es un estado prolongado en el tiempo y se asocia a patologías que repercuten en el correcto funcionamiento de los mecanismos de regulación de la temperatura corporal.




Si evaluamos ambas clasificaciones, probablemente estaremos de acuerdo en que la mejor valoración de un estado de hipotermia sea una ponderación entre ambas clasificaciones. Con ello me refiero a que una hipotermia subaguda puede ser leve o grave, y, por tanto, por más subaguda que sea, no debemos considerarla igual, es decir, no nos quedemos con lo que dicen los libros. Creo que lo mejor es intentar razonar las cosas, y para ello es necesario tener unos mínimos conocimientos para saber, en cada momento, qué tipo de repercusión tiene nuestra actuación o por qué una actuación es adecuada o no (tema aspirina, por ejemplo). Aún así, es fácil equivocarse, puesto que nadie tiene todos los conocimientos y aunque alguien crea tenerlos, ni mucho menos es perfecto, así que, ante la duda, haremos únicamente lo que conozcamos (nunca experimentaremos con un compañero), y actuaremos como si la hipotermia fuera grave. Con ello tampoco quiero decir que debamos caer en la histeria colectiva, porque eso no ayuda mucho, aunque es cierto que cuando los problemas acuden, no es fácil mantener la calma y la cabeza clara.


En el cañón de Piaxtla, Durango




CAUSAS DE LA HIPOTERMIA


Sin duda, el agente indispensable para que sobrevenga la hipotermia es el frío (la intensidad del mismo y el tiempo de exposición); sin embargo, otras situaciones ambientales, como el viento o el grado de humedad, agravan notablemente la sensación de frío (debemos saber que el efecto del agua multiplica por 32 la aparición de la hipotermia, la humedad por 14 y el viento por 10). Otros factores que también favorecen la hipotermia y sobre los cuales sí podemos incidir son:



  • Estar mojados dentro del neopreno.

  • Alimentación no adecuada o insuficiente.

  • Baja hidratación del organismo.

  • Inmovilidad prolongada.

  • Exceso de ejercicio y agotamiento.


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