Cuando el Festival Banff de Cine de Montaña cumplía 25 años de celebrarse, Séptimo Grado, la tienda especializada en equipo de montaña, lo trajo a México con un notorio éxito. Desde entonces ha sido un sitio donde los montañistas se encuentran con el pretexto de las películas. Ahora, cuando el Festival Banff está a punto de cumplir su edición número 30, llegó al estado de México donde menos podría esperarse: Chiapas, donde lo que predomina es el calor y la selva… o lo que queda de ella.

La primera semana fue presentado en la antigua capital de Chiapas: San Cristóbal de las Casas, una ciudad que ha perdido mucho de su encanto colonial desde que el 1 de enero de 1994 irrumpiera en ella el EZLN. Ahora se ven grandes comercios y una vida cada vez más apresurada, donde el turista siempre está de paso rumbo a la selva y sus múltiples destinos o hacia San Juan Chamula y Zinacantán.

En esta ciudad, ¿qué destino le esperaba al Festival? ¿Habría asistencia? ¿Locales o extranjeros? ¿En qué cantidad? ¿Quién tuvo la osadía de llevar un festival de este tipo a esa región? Estas y muchas preguntas más tenía en la cabeza cuando me invitaron a ser maestro de ceremonias del Festival durante la primera semana, el pasado 20 y 21 de abril.

La pregunta más fácil fue saber quiénes habían sido los organizadores: el Grupo Escala. En los pocos años que tiene de formado este grupo, ha logrado puntos muy interesantes, como la apertura de unas 70 rutas de escalada, la única vía hasta el momento de la gran pared del cañón del Sumidero y este festival. Así que entusiasmo sí que tienen. Sólo faltaba conocer la respuesta al resto de las preguntas.

La programación fue delineada junto con Séptimo Grado para que fueran las películas más atrayentes. El primer día, todos los amigos fueron pero no se llenó el auditorio a pesar de que los organizadores se asombraran de que esperaban mucha menos gente de la que había. El segundo día los amigos no fueron pero la cantidad de gente fue la misma y hubo mucha más de Chiapas que de extranjeros.

Es difícil evaluar con imparcialidad un evento al que ya se ha tenido acceso antes en otros lados así que sólo me remitiré a los comentarios que se pudieron escuchar entre los asistentes y que se resumen a que nadie esperaba que fuera así el montañismo. LA película de Charles, Edouard o el tiempo suspendido, esa película que en la Ciudad de México había causado un deseo de alejarse de ese tipo de vida tan quieta, fue muy bien comprendido en San Cristóbal, quizá porque allá se comprende más este tipo de vida. Lo mismo The Khumbu Mighty Mights, donde se ve deslizarse a niños nepalíes por las pendientes de nieve. “Los niños son siempre niños no importa dónde”.

Pero tuvieron un impacto enorme Sur le Fil des 4 mil y Harvest Moon por su gran calidad visual y su contenido deportivo. Esta vez la primera fue presentada como un reto que ya había sido terminado por Miha Valič el 7 de abril, pocos días antes de que el público viera la película.

Como escucha de los asistentes, sólo pude comprobar que el Festival Banff sigue siendo una presencia muy fuerte. No cabe duda que el hombre está muy ligado a las montañas, aunque no esté junto a ellas, al menos no las que se proyectan en la pantalla enorme del teatro.

Como invitado del Grupo Escala, me sentí impresionado por la cantidad de energía que han desplegado para su realización. En cada momento se hacían sugerencias para mejorar el siguiente festival, la siguiente proyección, para atender mejor a la gente, para… mejorar.

Felicitaciones para este grupo que tiene todas las ganas de hacer lo que aún está por hacer.