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Montañismo y Exploración
El descenso de la Cascada de Basaseáchic
6 diciembre 2007

Descender en rapel junto a la cascada de Basaseáchic fue un privilegio que me tocó compartir con los miembros del Grupo de Espeleología y Exploración de Cuauhtémoc, al mismo tiempo que aprovechamos para medir la verdadera magnitud de esta importante caída de agua.







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La ruta GEEC


El día 9 nos levantamos a las 7 de la mañana para efectuar todos los preparativos del descenso. Con las cuerdas y el equipo nos trasladamos hasta la orilla de la cascada. Gracias a las lluvias que se han estado desatando fuerte en la sierra, la cascada llevaba un volumen de agua considerable que caía espectacularmente hacia el inicio de la Barranca de Candameña.


Decidimos establecer la línea principal en un punto que se encontraba como a 100 metros a la derecha del mirador, y unos 20 metros arriba de la cascada. Este punto es excelente para bajar, ya que salvo sus primeros 6 o 7 metros, el resto es caída libre. Ahí colocamos un cable de 350 metros de longitud. A ésta la llamamos la ruta GEEC.





Prácticas de rapel en el mirador de la Ventana




La ruta fotográfica


Aunque la ruta GEEC es bastante buena y presenta vistas bellísimas de la cascada, decidimos establecer otra línea de descenso que estuviera más cercana al salto, esto con el fin de sacarle mayor provecho fotográfico. Para ello sólo encontramos una opción que estaba a unos 10 metros del inicio de la caída. Esta parte era excelente, sin embargo, a partir de la mitad de la cascada la ruta era cubierta  por el chorro de agua, ya que se expande a medida que va descendiendo.


En esta segunda ruta anclamos dos cables, uno de 80 metros que es por donde bajaría el explorador que la haría de modelo, y otra de 40 metros por el cual descendería el fotógrafo. Por esta ruta no se bajaría hasta el fondo de la cascada, y la llamamos la ruta fotográfica.


El mirador de la ruta GEEC está en pendiente y es peligroso asomarse por él. Colocamos un cable de seguridad con el fin de poder efectuar las maniobras sin peligro. Presenta una excelente vista de la cascada y de todo el pequeño valle boscoso que se encuentra hacia el fondo, incluyendo la visión de la Barranca de Candameña. El cable de descenso lo anclamos de un frondoso y resistente pino que se encontraba a 6 metros del abismo.




Al son de la marimba


El primero en efectuar el descenso fue el joven Víctor Rodríguez, hijo de mi amigo Víctor. Le revisé todo su equipo y lo acompañé en el inicio de su descenso. Sin mostrar gran nerviosismo que suele ser normal en los novatos como él ante este tipo de maniobras, empezó a bajar y poco a poco se fue perdiendo en la inmensidad de la caída.


De fondo teníamos el salto de agua, el lago que forma al caer, y el Río Candameña que se iba culebreando entre el denso bosque hasta desaparecer entre las enormes y cerradas paredes verticales de la barranca. Media hora le llevó alcanzar la base de la caída. Enseguida de Víctor bajaron Pino Paz, Jaime Armendáriz, Daniel Benzojo y Ramiro Chávez.


El descenso en rapel en caídas de cierta magnitud como ésta, lo efectuamos con un sencillo y pequeño aparato que llamamos marimba (por su parecido con dicho instrumento musical) el cual se basa en un principio de fricción sobre cable. La marimba permite variar la intensidad de la fricción, de tal manera que el explorador puede controlar fácilmente la velocidad de su descenso, haciéndola lenta o rápida según lo desee.




De pose ante el abismo


Antes de que Víctor terminara su descenso, Oscar Cuan y yo nos trasladamos hasta la cascada y empezamos a bajar por las dos líneas que habíamos colocado en la ruta fotográfica. Oscar era el modelo y yo el fotógrafo. En verdad era imponente descender junto al enorme chorro de agua, ver la fuerza con que caía y golpeaba la pared rocosa. Al caer, se iba ensanchando y esparciendo, formando una violenta brisa hacia el final. El espectáculo era magnífico y largos minutos estuvimos ahí colgados, sostenidos por el cable ante el abismo, extasiándonos con esta maravilla.





Oscar Cuan en la ruta fotográfica




Ver la caída desde ese punto y sentir su violento rumor, ése era nuestro privilegio. La sesión fotográfica fue larga debidoi a que el escenario no podía ser más espectacular. Oscar no pudo llegar al final de su línea (la cuerda de 80 metros) debido a que la alcanzaba el agua y podía resultar peligroso siquiera el intentarlo. Desde donde estábamos pudimos ver muy bien cómo iban bajando nuestros amigos por la ruta GEEC.


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