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Montañismo y Exploración
Montañas de ensueño: Nepal y Pakistán
1 febrero 2006

Eva Martínez pasó desapercibida… un tiempo. Después de su intento al GII, en el Karakorum, decidió quedarse para hacer alguna otra cumbre. Su esfuerzo le valió ser reconocida por el mundo de los sherpas como una mujer fuerte y logró una cima de siete mil metros en el Tibet, además del largo trekking alrededor del Annapurna. Esta es su historia.







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Alcanzamos el campamento tres a las cinco de la tarde, nueve horas después de haber iniciado el ascenso. En ese momento recibimos noticias del campamento base: en las siguientes cuarenta y ocho horas tendríamos condiciones climatológicas menos complicadas que en los días anteriores.


Tomamos la decisión de descansar cuatro horas y luego iniciar el ataque a la cumbre, a las diez de la noche de ese mismo día. En esas cuatro horas nos cambiamos de ropa, comimos un poco y nos hidratamos mucho. El tiempo restante intentamos dormir y meditar sobre nuestro ascenso.


Eva Martínez en la cumbre del Nonjing Gansang, en el Tibet




Salimos de nuestro último campamento. El cielo era claro y totalmente estrellado. Se respiraba tranquilidad y confiábamos llegar la cima. Iniciamos un ascenso que duraría otras doce horas. Otras expediciones han instalado cuatro campamentos pero nosotros sólo nos detuvimos allí para tomar un descanso y beber suero. Había tiendas aplastadas y equipo abandonado, como si las avalanchas y las fuertes nevadas hubieran obligado a sus propietarios a dejarlas de forma intempestiva.


Casi inmediatamente, el viento comenzó a soplar inesperadamente con gran fuerza. Aunque no nevaba, la nieve acumulada en el suelo era levantada y arrojada sobre nosotros con fuerza asombrosa. Pronto quedó al descubierto la plataforma de hielo.


En ese momento Mauricio decide regresar. La expedición llegaba a su fin a 335 metros de la cumbre. Quizá a cinco horas más de escalada y estaríamos allá sin usar oxígeno. Pero la única oportunidad para salir vivos era iniciar un descenso rápido: las condiciones físicas ya no eran óptimas y el recorrido había sido cansado, muy largo y con un grado técnico mucho más elevado de lo esperado.


Con lágrimas en los ojos regresamos al campamento tres, ir y regresar al mismo nos había llevado 15 horas. Hasta ese momento habíamos escalado casi 24 horas.


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