MENTIRA O VERDAD: ¿POR QUÉ MENTIR EN UN LOGRO DE AVENTURA?
10 abril 2006
La pregunta fundamental es la más simple: ¿por qué? ¿Qué condujo a esos hombres
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Cuando llevaba escrita la mitad de la novela me di cuenta de que faltaba un libro sobre aventuras fraudulentas auténticas, tal vez más interesante que el que yo pudiera escribir sobre una persona imaginaria en una montaña imaginaria. Se habÃan escrito libros sobre fraudes concretos, pero no, que yo supiera, sobre el fenómeno en sà o un estudio de distintas falacias a lo largo de los siglos. ExistÃan libros sobre fraudes cientÃficos y falsificadores de arte, pero yo querÃa concentrarme en exploradores y aventureros, el campo que mejor conocÃa.
Comencé a hablar de la idea en reuniones sociales y descubrà que casi todo el mundo, ya estuviera interesado en la exploración o no, tenÃa algo que decir sobre los logros fingidos. Muchos preguntaban: ¿cómo lo demuestras?, y de hecho ésa es la pregunta fundamental. Es mucho más fácil demostrar que el Hombre de Piltdown (nombre que hace referencia al hallazgo en dicha localidad británica, en 1912, de un cráneo de hombre prehistórico que, además de estar envejecido artificialmente, resultó ser de orangután, aunque fue considerado durante cierto tiempo uno de los grandes descubrimientos arqueológicos del siglo XX) fue un fraude que demostrar que Robert Peary nunca alcanzó el Polo Norte. Me habÃa esperado que más gente se encogiera de hombros y me dijera: Â?¿Importa en realidad quién fue el primero en escalar una montaña?Â? Pero vi que, incluso para aquéllos sin interés por la geografÃa o los viajes, sà que importaba.
Me convencà de que el motivo era muy sencillo. Todo el mundo se puede identificar con el mixtificador porque casa uno de nosotros ha pasado por la experiencia de ver cómo una mentira trivial se magnifica hasta acabar convirtiéndose en un engaño de pesadilla. Cuando se llega tarde al trabajo, uno inventa que se ha quedado sin gasolina. Y nos resulta imposible asistir a la fiesta de fulano porque justo ese dÃa ha llegado, de manera inesperada, un amigo que viene de lejos. Â?Qué curioso, pensé que te habÃa visto en la lavanderÃaÂ?, nos contestan cuando nos descubren, y con esas simples mentirijillas, se siembra una semilla que como mala hierba prolifera en falsedades más consistentes. Es más, la mayorÃa de nosotros hemos tenido experiencia de primera mano en engaños, ya sean amatorios, financieros o profesionales, más serios que el de escaquearse de asistir a una fiesta. Todos entendemos que a veces resulta casi imposible confesar la verdad. Cuando enseñaba inglés a universitarios en su primer curso, todos los trimestres detectaba uno o dos plagiadores. Me asombraba que, confrontados ante la evidencia, a menudo negaban indignados haber hecho algo malo y sostenÃan que el que las palabras coincidieran con exactitud era una mera coincidencia, o que se habrÃa tratado de inspiración divina. Tras convivir con VÃctor Koch durante varios meses, lo comprendÃ.
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