Arno Ilgner. Guerreros de la roca. Entrenamiento mental para escaladores. Ediciones Desnivel, Madrid, 2005. 184 páginas. ISBN: 84-96192-81-4
Quizá fuera Wolfgang Güllich quien dijera por primera vez que el músculo más importante es la mente:
“…el psiquismo es el músculo más fuerte en una actividad deportiva, pues es el que formula la tarea y programa la voluntad para llevarla a cabo, guiado a su vez por factores del mundo exterior.” (Tilmann Hepp. Wolfgang Güllich, una vida en la vertical. Ediciones Desnivel, Madrid. Segunda edición de 2004. 214 páginas. ISBN: 84-96192-57-1, cit. en p. 57)
Desde entonces —si no es que antes— los escaladores han estado buscando soluciones para mejorar el rendimiento en el plano mental. Un gran respiro vino cuando aparecieron los libros de Carlos Castaneda y sus encuentros con el brujo yaqui Don Juan. La mentalidad que proponía era nueva y los escaladores no dudaron en tomarla como un libro prácticamente obligatorio.
Arno Ilgner utiliza los conceptos manejados por Castaneda para plantear un método para mejorar la escalada analizando tu forma de encararla
“Guerreros de la roca es un programa de entrenamiento mental a la vez que una filosofía de escalada en roca, que se alimenta de la rica tradición y la literatura del guerrero. Su estilo es muy diferente del que suele ir asociado a la guerra, ya que no es ni combativo ni demasiado agresivo. Es en cambio un programa de equilibrio, armonía y astucia que se basa en la aplicación pacífica de las antiguas tradiciones marciales.” (p. 25)
El método es simple: primero hay que reconocer lo que estorba, verse a uno mismo cual es, plantearse los verdaderos objetivos y siguiendo algunas pautas, llegar a ser mejores, un camino que nunca terminará de recorrerse. Pero si el método es simple, todo parte de una premisa:
“Es nuestra responsabilidad hacer de nuestro trabajo algo que nos apasione, porque es la manera más eficaz de aportar felicidad a nuestras vidas. Un trabajo en ese algo es el mejor camino para afrontar un reto y es la forma más eficaz de servir a los demás.” (p. 22)
Esta premisa es importante y sencilla pero para alcanzar ese grado de superación y atreverse a romper con todo lo que nos limita, sólo puede alcanzarse mediante un gran esfuerzo y ahí es donde entra la filosofía del guerrero:
“La filosofía del guerrero deriva del reto incomparable y exigente al que se enfrenta un soldado o un combatiente, como un samurai, en un duelo a muerte. Debe desenvolverse con absoluto dominio de la situación y con calma frente al terrible peligro mortal. Al prepararse, el guerrero ha de poner a punto cuerpo y mente, ya que, si no lo hace, no vivirá mucho.” (p. 25)
En esencia, escalar y ser guerrero es lo mismo. Hay que seguir con vida o renunciar. El guerrero aprende:
“Aprender y crecer es un proceso de modificación de tus creencias. Si estás atado a tus creencias, no desearás modificarlas. Cuando te identificas con tus creencias, te anclas a ellas. Sin darte cuenta, te pones a la defensiva cuando están amenazadas. Te sientes amenazado personalmente.” (p. 64)
Aprender es el proceso clave de la escalada, de cualquier deporte de montaña o de cualquier aspecto de la vida:
“¿Qué es lo que importa realmente cuando enfrentamos un riesgo? Lo que importa es aprender. Quieres ponerte a prueba, afrontar algo que esté fuera de tu zona de confort y ver de qué eres capaz. Tu verdadera meta no es conquistar treinta metros de roca inanimada, sino aumentar tus habilidades por medio del aprendizaje.” (p. 44)
Estamos aprendiendo. Por eso es que el escalador se arriesga para ampliar su “zona de confort”. Y si hace esto, es porque estuvo abierto a las diferentes formas en que le llegó la información y porque supo aprovecharlas:
“Ser abierto de mente significa que no rechazas información nueva sin antes evaluarla y, si es útil, hacer un intento sincero de incorporarla a tu forma de pensar. Pero ¡cuidado! Poca gente admite realmente que son o se sienten cerrados de mente.” (p. 64)
Ser de criterio amplio no es suficiente. Según el método de Arno, lo importante no es lo que se tiene sino lo que se puede tener. Por eso es, además de un método de entrenamiento de lo que él llama “cuerpo-mente”, una filosofía de la escalada. Hay que recordar que esta filosofía no la plantea él mismo sino que fluyó en el Valle de Yosemite desde los años 60’s, justo antes de la aparición de los primeros libros de Castaneda.
Es posible que los términos que Arno utiliza en su libro sean confusos para algunos o muchos lectores pero no para quienes vivieron la época en que aparecían libros y más libros hablando de la filosofía del guerrero, sobre todo cuando una foto en el American Alpine Journal un escalador del Himalaya lee uno de esos libros.
Y aunque algunos piensen que es una copia de los libros de Castaneda aplicada a la escalada, el simple hecho de haber hecho esa aplicación a algo tan concreto como el deporte que nos interesa, hace de este libro algo muy especial aunque, repito, un poco confuso para quienes no han leído a Castaneda mismo.
Pero si hacer de nuestra vida algo importante es el punto de partida, conforme se avanza en el texto se encontrarán más barreras que serán difíciles de cruzar por sí mismo sin un espíritu de aprendizaje, como la siguiente afirmación:
“Para la gran mayoría de nosotros, cuando llega el momento de afrontar un reto, el principal enemigo somos nosotros mismos. Nuestra autoestima y la imagen que tenemos de nosotros mismos están demasiado vinculadas a los logros. El ego controla gran parte de nuestro comportamiento. A menudo actuamos basándonos en el miedo y le evasión, más que en al amor por el reto o por la escalada misma.” (p. 26)
Arno tiene una Página Web en donde trata estos temas y se puede suscribir gratis a un boletín con los temas desarrollados.
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