Blindaje a la Cordillera Blanca
9 octubre 2006
Bonito espectáculo será ver guías llevados de la mano por sus clientes en rutas nuevas, previo calvario con los pagos y contratación de permisos. Me parece triste que entre los guías se tenga la idea de que los montañistas capaces y comprometidos con metas altas y claras no pagan guías por avaricia y por que no valoran su vida.
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Ya amanecía cuando fuimos alcanzados por Marco y Memo con su guía. Ambos guías regresaron al lugar del primer intento y lo no era posible de repente fue sencillo y resultó evidente lo fácil que las cosas “no posibles” son realizables sin razón aparente. Desde ese momento el estribillo del día desapareció igual que los restos de confianza que me quedaban.
En adelante, sucedió algo muy curioso, a partir del encuentro de los dos guías se suscitó una especie de competencia entre ellos, que más allá de la cooperación se convirtió en una carrera encubierta por ser el primero en llevar primero a sus clientes a la cima. Sin dicha competencia no sé si alguno de nosotros habría alcanzado cumbre, pero en el fondo resulta ocioso preguntárselo pues no hay forma de saberlo. Lo relevante es que en medio de todo esto nos alcanzó el Yasu Shino.
Mas allá de lo anecdótico, el hecho es que hay montañas y personas de todos los niveles, desde turistas a profesionales con toda la gama intermedia. Cuando estuve ahí pude comprobarlo: las agencias prestan sus servicios a quien los contrata. Quienes buscan ir más lejos, lo intentan. Contratan los servicios que requieren y confrontan su preparación y conocimientos con sus sueños.
Si alcanzan sus objetivos o no, en el fondo no es relevante, por que la montaña es la fuente de los que buscan ir más lejos, los aventureros. Los expedicionarios saben que cuando se desafían en la Montaña carecen de poder y de sabiduría, pero es ésta y sólo ella la que les puede transmitir ese poder y sabiduría que sólo pertenece a cada individuo. Por ello la montaña no es una, sino el preludio de la siguiente.
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