Sin embargo, hasta la emisión de esta nota, no hubo un resultado satisfactorio y la última declaración de Carsolio fue “Las esperanzas de encontrar a nuestros amigos con vida han disminuido”. Hasta aquí, los medios han seguido la nota.
Quiero hacer un señalamiento diferente y que creo merecen Andrés y Alfonso. Ambos han tenido una trayectoria dentro del montañismo poco común y se convirtieron en los primeros mexicanos no en desaparecer en el Changabang, sino en hollar su cima después de haber subido la pared norte.
Ubicada en el Himalaya del Garhwal y vecina del Nanda Devi, esta montaña tiene un grado de dificultad muy elevado, sobre todo por su cara norte. Su primer ascenso, efectuado en 1974 por un grupo de montañistas indios e ingleses, quienes abandonaron la cara norte por considerarla demasiado difícil.
El Changabang no es el Everest. Esta es una montaña difícil, muy difícil. Y merece reconocer el mérito deportivo de Andrés y Alfonso el haber alcanzado la cima después de escalar la cara norte, por la vía Fowler, abierta en 1997 y que requirió una gran pericia técnica. Aún ahora, escalar esa ruta implica una gran calidad técnica de los aspirantes.
Ahora son ya 20 días desde su última comunicación y aunque todos deseamos que sigan vivos y peleando por su vida, hay factores que no pueden olvidarse: en el estilo alpino en que ascendieron, uno elige ir ligero para subir lo más rápido posible. Un accidente en un terreno de ese tipo, como ya lo mostró Joe Simpson en “Tocando el vacío”, tanto el libro como en la película, es cuestión de vida o muerte. Pero si bien Simpson estaba debajo de los seis mil metros, Andrés y Alfonso estaban rayando casi los siete mil.
Arista cimera del Changabang. Al fondo, el Kalanka
Lo lamentable de todo esto es el papel que algunos montañistas mexicanos han jugado al hacer declaraciones a la prensa. Aquí no se trata de ver quién lo hubiera hecho mejor, sino de tener resultados, de cooperar y no de pelearse por estar en el escenario. Al parecer, los medios de comunicación masivos siguen teniendo predominancia en las declaraciones y en la ética, tal como lo anticipa la Declaración del Tirol.
Como quiera que sea, la gente está viendo nuevamente el lado morboso de todo esto en lugar de fijarse primero que nada en el gran logro que ellos mismos obtuvieron. Así lo quisieron. Y es en este punto donde el montañista comprometido ya no es entendido por el gran público.
