José Martínez. Manual de espeleología. Ediciones Desnivel, Madrid. Segunda edición: 1999. 176 páginas. ISBN: 84-87746-96-9

Descender a esas profundidades tras descolgarse por innumerables pozos y arrastrarse por sucias y estrechas gateras, mojados, viviendo agotadoras sesiones y durmiendo varias noches seguidas bajo tierra, es algo que no está al alcance de la mayoría de los humanos.

Las cavernas, ese medio tan atrayente o repulsivo, según sea la persona, es cada vez más visitado. El mundo subterráneo, al que muchos consideran el verdadero terreno de exploración pues no se conoce en absoluto, a diferencia de mares y montañas. Hay que entrar bajo tierra de una forma determinada y de eso trata este libro: es una introducción a lo que es la espeleología, desde el origen de las cavernas hasta la bioespeleología, pasando por historia del hombre con las cavernas, equipo, técnica, topografía y fotografía, es decir: por todos los aspectos que pueden ser de utilidad para quien se meta a una caverna.

Poco se puede decir de este manual, salvo que es una excelente introducción a la espeleología. Sorprende que no se explique mucho sobre las técnicas y que el autor mencione explícitamente que “El avance por la cuerda es bastante sencillo pero no es algo que se pueda ni deba aprender leyendo simplemente un libro.” (p. 74)

Uno esperaría precisamente eso: que se profundizara más en ese tema. Pero tiene razón: para el alcance de este libro de divulgación acerca de lo que es la espeleología, hacer más profundo un conocimiento experto sólo pondría en peligro más vidas, sobre todo cuando menciona que:

“La difusión en los medios de comunicación de actividades de un nivel medio/alto permite que las cuevas llegue gente sin el nivel adecuado y con un desconocimiento total del medio. Esto está creando una alarma lógica a nivel federativo porque aumenta la degradación de algunas grutas y el número de accidentes, sobre todo entre gente no federada. ¿Es bueno publicar?” (p. 9)

También hay una llamada hacia todos los que incursionan en las cavernas: “Aunque en la época que vivimos predomina el espíritu deportivo, cada espeleólogo debería intentar ser polifacético porque sus estudios y observaciones pueden ser vitales para la ciencia.” (p. 11) El viejo problema de deportistas y científicos, en un mundo donde el científico no puede hacer nada si no es deportista y donde el deportista no comprenderá todo si no se involucra con la ciencia de alguna manera.

Publicado por primera vez en 1997 y actualizado como segunda edición en 1999, hay que hacer notar que la lista de las cavernas más profundas del mundo ya quedó obsoleta, pues Krubera ya pasa de los dos kilómetros de profundidad.

Libro muy general pero excelente guía para abarcar la espeleología, el autor reclama desde el principio “Me gustaría que si lo criticáis, lo hagáis de una forma sana para que en la discusión aprendamos todos.” (p. 9)

Erratas

Página 86, dice: “También resulta muy útil un “desviador” como el que se muestra en el dibujo de abajo. Es un sencillo artilugio que podemos construir nosotros mismos.” Como observación, el implemento que se menciona es de origen casero, sin ningún control de calidad y parece ser el único punto de discrepancia con el resto del libro en que se recomienda buen equipo.

Página 94, dice: “Hay que evitar, cuando se pueda, que esta agua caiga sobre el cuerpo del espeleólogo porque en muy poco tiempo puede provocarle un paro cardiaco.” Es más rápido que sobrevenga la hipotermia y posteriormente el paro cardiaco, pero no se hace mención de la primera.