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Montañismo y Exploración
Lhotse, primavera del 2003

Con 8,501 metros, es una de las montañas principales con más de ocho mil metros de altitud. Pegado al Everest, casi nadie le presta atención. Este es el relato de Badía Bonilla y Mauricio López, quienes lo ascendieran en 2003.







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Nuevamente el 30 de abril nos dirigimos hacia el campo II sin pernotar en el campo I, con la intención de alcanzar el campo III y dormir ahí. Ya más aclimatados el trayecto entre el CB y el II nos tomó alrededor de cinco horas.

El 4 de mayo avanzamos hacia el campo III atravesando la parte final del valle del silencio e iniciando la escalada a la pared de Lhotse con una inclinación de aproximadamente 70° y un hielo gris, muy duro. El avance por esta pared fue peligroso: La gente que bajaba tiraba toda clase de objetos pero lo más impresionante fue ver -a unos 200 metros antes del campo III- un objeto anaranjado descendiendo a gran velocidad casi en dirección hacia nosotros: era un tanque de oxigeno que a alguien se le había caído en su travesía hacia las bandas amarillas. Afortunadamente el tanque se desvió pasando a unos 20 metros de nosotros.


Además, el viento levantaba nieve y partículas de hielo que se incrustaban en nuestras caras y antes de llegar al campo III era tan fuerte que dudamos en dormir ahí, pero era más seguro llegar a cualquier tienda de campaña instalada y pasar la noche que emprender el regreso a el campo II.


La noche fue una experiencia religiosa, porque rezamos junto con el sherpa Fura a todos los santos o dioses que nos acordamos para que no voláramos junto con la tienda. En la madrugada la tienda se rompió y la nieve se fue acumulando dentro y tuvimos que sentarnos en cuclillas. Hubo ocasiones en que el viento levantó la tienda y a nosotros con ella y no nos desprendimos gracias a que estaba anclada con estacas.


La noche fue muy larga. Esperábamos la primera luz del día para descender. Pero a las 6 de la mañana del 5 de mayo el viento seguía soplando con fuerza y la visibilidad afuera era de unos dos metros. Por sugerencia del sherpa iniciamos la bajada hasta que el sol calentara más y aunque no lo pudiéramos ver, el paisaje fue desconsolador al salir, todas las tiendas que pudimos observar estaban rotas y parte de su contenido esparcido en todas direcciones. Habría que informar de esto en CB a las respectivas expediciones.


Lo sorprendente fue que cuando en el campo II apenas soplaba una ligera brisa que refrescaba. Nos preocupaba la situación del mal tiempo y que no pudimos establecer o abastecer el lugar del campamento IV. Nuestro buen amigo sherpa Gurum, se ofreció a esperar en el campo II por buen clima y hacer el viaje hasta el campo IV y dejar la tienda y algo más de equipo.


El 6 de mayo nuevamente estábamos en el CB y todo había cambiado mucho: se notaba que el monzón no tardaría mucho en llegar. Los sitios donde estaban nuestras tiendas ya presentaban claros avances de deshielo, el caudal de los riachuelos era cada vez más caudaloso, las pequeñas acumulaciones de agua que había en todo el CB estaban prácticamente secas y por la noche ya no se sentía tanto frío. Todo nos indicaba que la fecha de intentar la cumbre o ventana de buen tiempo estaría próxima.


El 7 mayo, con la ayuda de los reportes meteorológicos por Internet, se estableció que el día 12 de mayo los vientos bajarían su velocidad de 120 a 50 km/h, lo que daría oportunidad de ascender incluso también al Everest.


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