Luego de seis meses de intenso trabajo, con dos años en la Escuela de Montañismo y Exploración de la UNAM, Ana Ivonne Robledo Calva, alumna del séptimo semestre de Psicología en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, logró la cumbre del Huayna Potosí, en los Andes bolivianos, junto con el equipo puma que encabeza Enrique Quiroz.
La montaña de seis mil 88 metros de altura representó un verdadero reto para esta universitaria que luego de haber cumplido con el curso básico con Manuel Casanova, el de exploración con Carlos Rangel, presidente de la asociación puma de la especialidad, y el curso técnico de Alta Montaña, se aventuró a esta expedición.
En entrevista, la futura psicóloga comenta: “Comúnmente había ascendido a cumbres nacionales, como en Nevado de Toluca de cuatro mil 558 metros; el Iztaccíhuatl, de cinco mil 228, y el Pico de Orizaba, de cinco mil 780 metros. Todos tienen características propias y demandan mucha concentración, aunque en Bolivia las condiciones fueron sumamente especiales para mí”.
La expedición puma llegó a La Paz, capital boliviana. Posteriormente se aclimató a la altura en el macizo de Condoriri y finalmente se trasladó a la Cordillera Real, donde se encuentra el Huayna.
Durante cuatro días, Ana Ivonne y sus coequiperos se enfrentaron a dificultades técnicas y a la nieve que prácticamente encontraron desde la base misma de la montaña.
“Las características del suelo son difíciles y distintas a las que puedes encontrar en otras cumbres”, acepta Ivonne. Sin embargo, la preparación técnica le ayudó para seguir.
El logro de una cumbre demanda mucha preparación y horas de entrenamiento, además de tres etapas importantes que explica: “La primera es la adaptación a las condiciones que vas a enfrentar (también llamada base). Allí es vital poner atención a la capacidad aeróbica. Punto número dos, el entrenamiento específico o carga, donde aprendes a adaptarte a altas cargas de trabajo. Por último, el mantenimiento de esas capacidades, donde evitas la fatiga sin perder el nivel en características de altura”.
Compaginar la actividad física con la academia es prioritario para ella. Emplea los fines de semana para su entrenamiento en CU y durante la semana, en Naucalpan, busca mejorar su capacidad aeróbica donde corre y realiza otras actividades.
“El entrenamiento requiere capacidad física y técnica, ambas las puedes obtener con disciplina. La cuestión mental requiere mayores cosas”, advierte. Es allí donde la preparación académica de Ana Ivonne ha sido importante.
“La psicología me ha permitido ver las cosas de manera distinta, más aun en una disciplina como la de Alta Montaña. Todo lo enfoco como un aprendizaje y una experiencia para conocer mis alcances, fortalezas y debilidades en ambientes distintos”.
No obstante, confiesa: “La montaña misma es como un psicólogo. Durante las caminatas y los ascensos llegas a estados donde te cuestionas y encuentras respuestas del por qué realizas ciertas actividades y no otras”.
Sin embargo no sólo su preparación técnica y mental la ha llevado a conquistar sus sueños: “El apoyo de mi familia ha sido vital para lograrlo. Ellos han confiado en mí y me motivan a seguir en ascenso, además de otras personas interesadas en lo que realizo, como Guadalupe Fajardo –de la compañía Servitrón de Telecomunicaciones– quien me apoyó económicamente para pagar un viaje tan costoso como el que realicé”.
Ivonne Robledo agradeció también el apoyo de la UNAM porque se ha interesado en sus alumnos: “Desde que ingresé al bachillerato en el CCH Naucalpan y ahora en la FES Iztacala, siento los colores universitarios. Es un privilegio representar a la institución en las alturas. Es un sueño hecho realidad”, concluyó.
Ana Ivonne seguramente estará pensando en conquistar a otras metas en un futuro. Por ahora tiene la satisfacción de que las horas de entrenamiento redituaron en la consecución de una meta.
GACETA UNAM
19 de septiembre de 2005
Páginas 28-29