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Montañismo y Exploración
Primera mundial en el valle de Karator
31 octubre 2004

En el Valle del Karator en Kuilu, en Kyrgyzstan, hay muchas montañas aún sin subir y aunque no tienen mucha altitud, los problemas técnicos pueden ser muy altos. Este es el relato de la tercera expedición a la zona, donde participó el autor y escalaron por primera vez una montaña.







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30 de agosto de 2004

Son las cuatro de la mañana. Ha estado nevando desde las diez de la noche del día anterior y sigue cayendo mucha nieve, el panorama es muy desalentador para escalar, Gerard abre la cremallera del vestíbulo de la tienda y apenas lleva unos centímetros las nieve entra a puños, rápidamente la cierra y después de un par de maldiciones volvemos a las profundidades de nuestros sacos.


A las cinco y media de la mañana la tormenta no ha cesado. Parece que hoy tampoco será nuestro día, parece que esta otra montaña se nos va a negar, quizá debimos haber venido en septiembre, quizá…


Esta vez no decimos nada pero yo me meto feliz en mi saco de plumas. En efecto: estoy cansado y ya no quiero escalar, hemos hecho un gran esfuerzo y simplemente no fue suficiente para alcanzar nuestra meta, lo hemos dejado todo en el cerro pero el clima nos alejaba de la responsabilidad el éxito o el fracaso. No me siento culpable, simplemente pienso que escalé muy duro y que la expedición ha terminado oficialmente.


A las seis treinta Gerard se asoma fuera de la tienda, el clima ha mejorado, ya no neva y aunque hay algunas nubes en el horizonte él quiere subir al menos a la base de la pared y decidir ahí si subimos o no. Yo accedo a regañadientes. Comenzamos a vestirnos y con un poco de te y una barra de granola en el estómago comenzamos a remontar la morrena.


Mientras vamos subiendo Gerard se adelanta y yo voy detrás pensando en lo mala idea que es esto y en la falta de compañerismo del holandés que, sabiendo que ya no puedo más. Está de necio en subir. Fueron 45 minutos de insultos en mi interior para el terco de mi compañero, pensando cómo le diría que no, que no subo, que nos regresamos.


En cuanto llego a la base de la pared me recibe efusivamente y me dice, muy bien, prepárate para que empieces la ruta. ¡Mierda! Este quiere subir y lo peor de todo es que ya nos conocemos muy bien y es por eso que se adelantó porque sabía que ya estaba harto y si me manda de primero es porque sabe que simplemente no puedo decir que no, ya con los crampones puestos y ante la perspectiva de la escalada. ¡Qué más da! Si sólo son cuatro largos y si vinimos hasta acá es para escalar. ¡Vamos! ¡A dar el máximo! ¡Para arriba!


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