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Montañismo y Exploración
MI PRIMER DESCENSO A LAS ENTRAÑAS DE LA TIERRA
15 abril 2004

Estar en una cueva es una experiencia diferente, se pierde la noción del tiempo, y cuando apago la lámpara estoy en un mundo de tinieblas. No se ve nada. Nada y nada es decir algo. Es estar en el corazón de la misma Tierra y para colmo comienzo a ver o







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Hace rato me estaba durmiendo sobre la cuerda y eso verdaderamente me aterró, pero no puedo evitarlo. Llevo 24 horas sin dormir ni comer dentro de esta cueva y ahora me pregunto de qué manera me dejé llevar hasta llegar a este punto. El puro hecho de pensar entrar en una cueva y estar encerrado no me dejaba respirar, sentía que me ahogaba y siempre trataba de pensar en otra cosa. Y ahora estoy en este tiro de 100 metros en el que estoy subiendo.
Â?Interminable.Â?
Además algo pasa arriba porque no puedo subir pasar el primer fraccionamiento pues la cuerda de arriba esta siendo usada. Estoy en un sopor que apenas puedo dominar y mantenerme despierto. Para colmo se me está durmiendo una pierna. Grito con frases lentamente para que me escuchen.
�¡Seee... meee... durmióoo... laaa... piernaaa!�
¿Que la suba por encima de la cintura? ¿Y si me salgo del arnés? Pero Obedezco y me dejo caer un poco hacia atrás para subirla. Un hormigueo pasa por mi pierna: es la sangre y pienso lo que pasaría si esto ocurre con la otra. ¿Y si no las puedo mover? Esta situación me está poniendo paranoico de verdad. ¡Quiero salir de aquí!
Escucho arriba el grito de �¡Libre�.
Debo subir. El puño está colocado un poco más abajo de la reunión y el cabo de seguridad está puesto, así que tengo que zafar el croll de la cuerda para meterlo en el de arriba. Tomo aire... más aire. Trato de no pensar en lo que me pasó durante la practica: no podía zafar el méndigo croll y cada vez que lo intentaba me embarcaba mas. Embarcarse es un término que se usa mucho y lo entiendo tal como lo aprendí en carne propia:
�Ni para atrás ni para adelante�.
Esa vez me costó mucho trabajo zafarme y no quería que me volviera a suceder, sobre todo aquí, con una distancia de 30 metros arriba o abajo sin nadie que me ayudara. �Estás solo, como te gusta.� Me subo al estribo y zafo el croll. Es asombroso cómo tambalea uno en esta posición. Me tiembla la pierna o deveras no puedo equilibrarme. Después meto el croll en la otra cuerda y bajo del estribo. Se me va una pierna para adelante y me doy cuenta de que algo se zafo del arnés. Grito.
�¡Se me rompió el arnés!�
Pero no pasa nada, así que lo reviso. Sólo es una parte de la pierna que le da estabilidad. Lo amarro a una de las partes donde carga equipo y cambio el puño a la otra cuerda. Pruebo que todo corra bien y entonces quito el cabo de seguridad. �¡Libre!� y sigo subiendo. Levanto el puño y la pierna dentro del estribo y doy la �patada� en el estribo para sentir correr el croll y después cargarle el peso. El proceso se repite una y otra vez pero luego de cada tres repeticiones descanso. Tomo más aire y empiezo de nuevo.
�Aun así disfruto mucho lo que he hecho.�
Estar en una cueva es una experiencia diferente, se pierde la noción del tiempo, y cuando apago la lámpara estoy en un mundo de tinieblas. No se ve nada. Nada y nada es decir algo. Es estar en el corazón de la misma Tierra y para colmo comienzo a ver o �mejor dicho� a dejar de ver la luz de mi lámpara. Se acabaron las pilas. ¿Es esto en serio o algo la trae contra mí? Pienso. Yo no me quedo en esta pinche cueva. A tientas quito las pilas de la lámpara y memorizo de que lado va el positivo y en cual el negativo. Abro la mochila a tientas, las echo y saco las nuevas. Las pongo. Todo en la oscuridad total. Suspiro y enciendo la lámpara.
�¡Luz!�
Para arriba. Llego a la siguiente reunión. Acerco el puño, subo con el estribo, coloco el cabo de seguridad, veo la siguiente cuerda que no forma comba y grito.
�¿Está libre?�
Lorenzo, mi instructor, me dice que sí. �¡No tiene comba!� Claro: la tengo que jalar un poco y cambio el croll de cuerda y repito todo el relajo para cambiar de cuerda.
�¿Relajo?�
Si me equivoco me voy a dar un madrazo como de 70 metros. Comienzo a subir, lentamente. Ya quiero salir y parece que la salida se aleja, pero después de mucho trabajo llego adonde está Lorenzo. Y salgo. Me quito todas las cuerdas y camino hacia la luz. Llego a mi tienda y me tiro a dormir.


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