Javier Botella de Maglia. Mal de Altura. Prevención y tratamiento. Ediciones Desnivel, Madrid, 2002. 224 páginas. ISBN: 84-95760-73-8
Un dolor de cabeza, ganas de dormir, vómitos... es lo que muchos montañistas hemos sufrido al menos en alguna ocasión. La respuesta que se nos daba era: "mal de montaña". Y sin más explicaciones que "es por el enrarecimiento del aire" debido a la altitud, lo tenemos como algo muy relacionado con la montaña.
Pero, ¿qué es realmente el mal de montaña? ¿Es importante saber la respuesta a esta pregunta? Para los investigadores, sí. Para los montañistas probablemente no, hasta que sepan que:
"El diagnóstico de mal agudo de montaña es clínico, y no existe ningún síntoma o signo patognomónico, es decir, no existe ningún síntoma o signo cuya presencia signifique con certeza que el sujeto padece mal agudo de montaña y no otra enfermedad." (p. 57) y más aún:
"El mal agudo de montaña se atribuye actualmente a la hipoxia, o más bien -puesto que la hipoxia es inmediata y el mal agudo de altura tarda unas horas en aparecer- a los cambios que se producen en el cuerpo para adaptarse a ella... Por ahora no existe una sola hipótesis que explique satisfactoriamente todas las características de esta enfermedad." (p. 64-65)
Un mal que no se define. Pero sin embargo, preocupante porque se pierden capacidades importantes y porque
"...existen dos formas malignas de mal de montaña que amenazan la vida y requieren tratamiento urgente. La primera es una alteración grave del sistema nervioso central que puede desembocar en el coma y la muerte (edema cerebral de la altitud) y la segunda es un edema pulmonar no cardiogénico (edema pulmonar de la altitud)." (p. 47)
Y esas formas fueron reconocidas apenas en los años 60's pero a pesar de ello, el ser humano cuenta con una defensa:
"Después de las primeras ascensiones de alta montaña se produce una cierta tendencia a aclimatarse mejor, aunque entre una ascensión y otra transcurran varios meses. Este hecho ("memoria de la aclimatación") es observado por muchos montañeros, pero no sabemos si tiene una base fisiológica, psicológica o simplemente conductual." (p. 55)
Sólo que esa aclimatación no se lleva a cabo en todas las altitudes, pues "La altitud extrema es aquella parte de la alta montaña en la que no es posible la vida humana permanente. Se considera como tal por encima de 5,500 m, altitud a la que la presión atmosférica es la mitad de la que hay a nivel del mar." (p. 14-15)
El libro, muy interesante y claro, abarca una gran variedad de problemas relacionados con la altitud, incluyendo un poco de historia de cada uno de ellos, casos clínicos muy claros y los padecimientos mismos, como hemorragias retinianas, embolias, síncope de la altitud, ceguera transitoria (no ceguera de las nieves), congestión nasal, tos de altitud, deterioro muscular, mal de Monge, molestias anales y varios más.
Se debe aclarar que no es un libro de fácil lectura para quienes no tienen experiencia en el uso de términos de medicina, pero es un libro realmente importante, especialmente para los médicos de montaña, a quienes se les proporcionan medicamentos y dosis que no debieran usar los no especialistas.
Algo que llama la atención: aunque el autor menciona que en "Este libro trata sólo de los problemas de salud relacionados con la falta de oxígeno en alta montaña." (p. 11), parece que deja entreabierta la puerta a que no sea precisamente la hipoxia la causa única, sino la baja presión atmosférica.