El viernes 9 de abril, varios espeleólogos mexicanos, recibieron un mensaje urgente. Les reportaban que en la Cueva Oztoquito en Puebla, Mariano Fuentes, espeleólogo y espeleobuzo mexicano, habÃa ingresado buceando al sifón, ubicado en el interior de la caverna y después de haberse consumido el tiempo normal y de seguridad que podÃa indicar que sus tanques aún contenÃan aire, no habÃa regresado a superficie. En la llamada, solicitaban ayuda para realizar un rescate.
Este es el informe general que el Grupo Espeleológico Universitario (G.E.U.) ha elaborado con respecto a este accidente. En este trabajo, se describe lo siguiente:
- Los antecedentes del Accidente. Cómo y bajo qué circunstancias Mariano Fuentes ingresó en el sifón.
- Reporte de las labores de rescate. Informe completo de todos los esfuerzos.
- Bitácora de la Coordinación en Superficie. Administración del campamento.
- Observaciones generales.
El G.E.U. de la UNAM, ha elaborado este informe con base en las siguientes razones:
- El G.E.U. participó en todas las labores de rescate, por lo que tiene la obligación de reportar su intervención.
- Aún no existen en México, profesionales o comisiones dedicadas al análisis de los accidentes espeleológicos lo cual ha influido de forma negativa, en la formación permanente de una cultura de seguridad en cuevas.
- La información difundida a través de diversos medios de comunicación, fue en algunos casos confusa o incompleta. Son pocas, pero existen algunas notas periodÃsticas publicadas basadas en información falsa. El interés del GEU es que a través de su aportación de datos, podamos cooperar en la disminución de la desinformación.
COMENTARIOS GENERALES DE LAS LABORES DE RESCATE EN LA CUEVA OZTOQUITO EN ABRIL DE 2004.
INTRODUCCIÃ?NQuizá la pregunta que más veces se ha tratado de responder, ha sido la de Â?¿qué fue lo que sucedió en Puebla?Â?. Otras preguntas que surgen, debido a la falta de información acerca de lo que implican realmente la espeleologÃa y el espeleobuceo cuando estos desafortunados accidentes se presentan, son interrogantes del tipo: Â?¿quien tiene la culpa?Â?. Por la salud de estas dos actividades, no deberán ser esas las preguntas que se traten de responder, ya que detrás de ellas subyacen juicios tendenciosos. Lo que sà podemos tratar de contestar es Â?¿cuáles fueron las posibles fallas que se presentaron?. ¿Qué errores se cometieron?Â?, sin dejar de reconocer que hasta en la exploración más perfecta pueden suceder accidentes.
La respuesta a la pregunta inicial es casi la misma con la que se puede responder a idéntica cuestión, en cualquier latitud del mundo: fue un accidente. Esa es la visión primaria que proponemos para elaborar conclusiones o análisis que no consideramos totalmente definitivos. A pesar de las lecciones que otros accidentes deportivos han enseñado, y de los distintos esfuerzos que se han realizado para practicar la espeleologÃa y el espeleobuceo de una forma más segura, resulta inocente que alguien concluya que un accidente pudo haberse evitado, sobre todo en este tipo de actividades deportivas, cuando casi todos los que las practican, poseen el conocimiento previo de que se corren algunos riesgos. De ahà la importancia que se le ha dado a escala mundial a los estándares del equipo con el que se deben realizar, el uso adecuado de las técnicas, la publicación de una amplia literatura de montaña que presenta la crónica de experiencias exitosas o fracasadas y la existencia de normas a veces no escritas que determinan a este tipo de deportes.
Existe una cuestión más compleja que constantemente se mencionó durante las labores de rescate, sobre todo en los medios de comunicación y entre la gente que se informó a través de ellos: Â?¿porqué entró?Â?, Â?¿porqué estaba ahÃ?Â?. Quizá pudieran intentar una respuesta las personas más allegadas a la vÃctima, que conociendo sus motivaciones, lo explicarÃan casi de forma inmediata. Quienes también podrÃan contestarla, los espeleólogos exploradores, escaladores, montañistas, y buzos profesionales, ya que realizan estas actividades con base en sus convicciones y sobre todo en sus deseos. Pero, aún explicándolo, una gran parte de la población que no se dedica a estas actividades, difÃcilmente comprenderÃa el porqué, lo cual nos habla de la pobre cultura de deporte de aventura que hay en nuestro paÃs.
Si bien no deseamos que estos incidentes se repitan, una de las lecciones más contundentes que queda, es que los accidentes pueden suceder en cualquier momento y los espeleólogos mexicanos interesados en estas situaciones, deben seguir trabajando para responder de forma más profesional ante estos eventos. Afortunadamente, muchos grupos de espeleologÃa, no sólo lograron trabajar eficientemente, sino que realmente comprendieron que se trataba de un rescate acuático y lo único que se podÃa hacer, era servir a los espeleobuzos para que pudieran trabajar lo más eficazmente posible.
Es importante aclarar, que la libertad y la posibilidad que tienen todos los miembros de esta comunidad para llevar a cabo todas las actividades que deseen es un principio que no se puede juzgar jamás. Cuando a raÃz de ciertos sucesos se tomen decisiones que impliquen detener el espÃritu de exploración, habremos llegado a una conclusión totalmente errónea. De hecho, se necesitan más hombres y mujeres con deseos de seguir explorando y de ir incrementando el nivel de la espeleologÃa mexicana.
Habiendo considerado lo anterior, señalaremos con base en nuestras observaciones directas y a través de las versiones más veraces, una serie de comentarios generales con el fin de complementar el registro de lo que sucedió y tratando de contestar a la pregunta que busca identificar las fallas que existieron para sobre todas las cosas, aprender:
Páginas: 1 2 3 4