Alberto Iñurrategui. Hire Himalaya. BBK. 2002. 231 páginas. ISBN: 84-95653-27-3

La montaña es camino, es estilo.

Catorce ocho miles. Las catorce montañas más altas del planeta. Alberto Iñurrategui es uno de los que las ha subido todas, pero en el camino perdió a su hermano, compañero de viajes y sueños con ojos abiertos: Félix.

“Ahora figuro entre los que han hecho los catorce,
Soy de la élite, como dicen los periodistas.
Pero no quería hacerlos así.
Quería hacerlos gozando,
estaba acostumbrado a disfrutar de la montaña,
tenía un hermano, y con él todo era a medias, o sea, doble.” (p. 21)

Y la pregunta es lógica cuando regresa al Himalaya: “¿Qué pinto yo aquí?”

Una pregunta lógica cuando uno regresa al escenario de las montañas más altas del mundo.

“Nunca aprendemos tanto, sobre nosotros y los demás, como cuando viajamos. Si nos miramos al ombligo acabamos por no ver otra cosa que problemas; cuando salimos, descubrimos oportunidades o soluciones, que siempre están afuera. Viajar es siempre útil, con raíces y sin raíces, mirando al pasado o al futuro, acordándose de quienes somos u olvidándolo por completo, pensando en volver o pensando en huir. Viajar o viajar.” (Antxon Perez de Calleja, p. 13)

“¿Qué pinto yo aquí?” Algo muy sencillo: terminar los catorce pero no por llegar a un número nada más y pasar a ser parte de la estadística, sino porque “La montaña es camino, es estilo.”(p. 56). Por eso se habían propuesto ser originales en las que les faltaban. Félix se había ido en el Gasherbrum, el once. Desde el uno de los números mágicos que ambos habían barajado, Alberto fue la mitad.

“Al acercarnos al Gasherbrum tenía una meta muy humilde: recuperar la ilusión por la montaña… Sabía que ni las montañas ni los dioses me iban a hacer favores especiales porque me habían robado a mi hermano. Sabía que tendría que pasar por momentos difíciles si quería seguir en la alta montaña.” (Alberto Iñurrategui, p. 178)

Regresar al viaje, a la senda. Desde el principio es eso: un retorno al lugar de donde se tiene que retornar. Hire Himalaya fue concebido como un homenaje a Félix. Un recordatorio de las últimas cumbres que ambos hicieron y de cómo Alberto transcurrió solo, sin su par, las restantes.

“Pensaba que el montañismo es algo diferente
A correr detrás de una marca.
…
La cumbre, muchas veces,
es algo accidental.” (p. 21)

Annapurna fue su último ocho mil. Junto con Jean-Christophe Lafaille, asciende por la vertiente y alcanza la cumbre.

“Tranquilo, Félix:
No voy a traicionarnos, he venido a cumplir con lo pactado.” (p. 203)

Una ruta difícil. Y si no puede, no hay prisa. “¿Prisa, para qué? El Himalaya no va a fundirse en un buen rato.” (Alberto Iñurrategui, p. 150) Y si no puede, se plantará en los trece, que también es un número mágico. Pero las cosas salen bien:

“Cuando perdió a su amigo, Lafaille dijo:
«No haré más alpinismo.»
Más tarde:
«Nunca volveré al Annapurna.»
Por último:
«Daría diez ocho miles por estar diez minutos
en la cumbre del Annapurna.»

“Hemos estado media hora. En la cumbre.
“Nos hemos abrazado con fuerza.
En ese abrazo Jean-Christophe no me abrazó a mí,
Ha abrazado a su amigo Pierre Bèghin.
Y yo te he abrazado a ti, Félix.” (p. 224)

Un homenaje completo. Los catorce que ambos quisieron alcanzar juntos. El último logrado con Lafaille y un libro lleno de poesía. Mejor dicho: un libro de poesía que retrata una trayectoria. Retratos. Eso es el libro: una colección de poemas que ilustran diferentes etapas, unas más y otras menos importantes. No es una historia completa y no hace falta porque en los espacios vacíos se siente la ausencia de Félix, la que siente el autor y que le hace continuar el “Canto de la libertad” de Banira Giri:

“Libérame, cumbre,
de pensar que llegué a lo más alto.” (p. 224)