Por lo general, toda vez que salimos a algún viaje llevamos con nosotros una cámara fotográfica que, en manos de cada uno, se convierte en un instrumento capturador de instantes.

Las llamadas imágenes después las asociamos con recuerdos que, a través del estímulo visual, reviven la sensación de estar en un bosque, de pasear por aquella plaza sombreada habiéndonos refrescado con un agua de sabor �casi podemos escuchar las voces de la gente a nuestro derredor mezcladas con los cantos de los pájaros que regresan a sus nidos�, o quizá el sentimiento compartido con nuestros cómplices de viaje al haber convivido con personas de culturas distintas.

En fin, el poder evocativo que tienen las fotografías no es una excepción cuando se hacen fotos en las cuevas. Podría pensarse que ahí dentro hubieran pocas cosas qué fotografiar, pero no es así. La diferencia sustancial es que bajo tierra no hay luz y siendo ésta la materia prima del fotógrafo, nos enfrentamos a una condición peculiar y muy interesante.

A esa condición de oscuridad hay que agregar algunos factores adversos que hacen de esta actividad prácticamente un reto: la humedad, lo engorroso que es bajar un equipo fotográfico y uno de iluminación, el tiempo que es necesario tomarse para hacer cada imagen, el número de personas que participan en cada toma, por mencionar algunos.

La plática que está programada para el sábado 28 de agosto, pretende exponer la gama de posibilidades que existen para la realización de fotos en las cuevas. Para ello, la conferencia ha sido concebida como una transmisión de experiencias y emociones a través de las cuales los asistentes sean partícipes de las sensaciones que brinda esta actividad y de los conocimientos técnicos que el conferencista pueda aportar.

Así pues, sean bienvenidos entonces, a las 12:00 horas del día señalado, en el Museo de la Luz.