Después del ascenso al Nevado Ishinca y un día de descanso, partimos rumbo al nevado Urus. Desde la base no presenta ninguna dificultad pues la morrena no parece muy larga pero caminar en ella es otra cosa, pese a una vista de lo mas hermosa cuando esta amaneciendo. Para cuando llegamos a glaciar ya el sol pegaba fuerte sobre nosotros. Mientras, los Jorges descansaban de su ascenso al nevado Ishinca.
El glaciar en el nevado Urus es muy pequeño en comparación con otros nevados de la Cordillera Blanca, así que llegamos a la cima demasiado rápido. Cabe mencionar que la cima del Urus es una masa rocosa con hielo y nieve. El Urus ha resentido el calentamiento global, ya que su glaciar ha retrocedido mucho y si se compara con fotos antiguas, es totalmente diferente.
El regreso a C.B. nos llevó cerca de tres horas por la nieve muy floja que nos llegaba hasta las rodillas. De regreso en el C.B celebrábamos por estas dos cumbres. Sólo nos faltaba el Tocllaraju pues hasta el momento nadie había subido mas allá del C1.
Tomamos la decisión de regresar a Huaraz en espera de un mejor clima para ascender montañas de más de 6000 metros y ahí presenciamos la entrega de una placa enviada por la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada a la familia Vallve por su apoyo a todos los montañistas mexicanos.
El mal clima por esos días había modificado los planes originales, así que esperamos unos días mas en espera de un mejor clima. Ana y yo tomamos la decisión de ir con Daniel, Víctor y Ricardo del club El Cantil, al nevado Huarapasca (de poco más de cinco mil metros), mientras los Jorges regresarían a la Quebrada Ishinca a intentar al Tocllaraju.
Salimos rumbo al Hurapasca a eso de las 10 de la mañana, ya que la terracería nos deja a media hora del C.B, este nevado esta enfrente del Pastoruri. El tiempo pintaba para estar despejado toda la noche, pero en la tarde se nubló y tuvimos una nevada de unas dos horas. Más tarde la luna nos alumbró toda la noche.
Salimos a las seis de la mañana a la cumbre. Daniel fue al frente y la intención era subir por la ruta que él había hecho anteriormente, así que subimos por un rampa de unos 60 y 70 grados, en algunas partes con un largo de 400 o 500 metros. Subimos en la dirección de un gran serac que parecía ser la cima, por lo que había que hacer una travesía hacia otra rampa, pero la nieve era cada vez más floja y parecía que Daniel nadaba en la nieve sin avanzar nada, después de un rato logró pasar la arista que separa las caras del Huarapasca.
Ana y yo bajamos más e hicimos la travesía, mientras los demás descendían hacia una franja rocosa, porque habíamos subido demasiado. Iniciamos el descenso, pero esto nos tomó mucho tiempo pues había que brincar unas grietas. Mientras descendíamos no encontrábamos un paso seguro para seguir el ascenso. El cielo se cuibría y despejaba continuamente y, mientras, el viento no dejaba de soplar.
Descendimos casi a la entraba del glaciar para encontrar un paso seguro, pero ya era demasiado tarde para seguir, así que regresamos al C.B. Mientras los demás ya habían llegado a la cumbre.
Ya en el C.B mientras recogíamos el campamento para ir de regreso a Huaraz llegaron nuestros compañeros: habían llegado a la cumbre del Tocllaraju. Así que regresamos a Huaraz felices con o sin cumbre. Al fin y al cabo siempre se aprende algo en estas montañas...