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Montañismo y Exploración
El Mar de Cortés desde un kayak
28 enero 2004

Nos hicimos a la mar rumbo a Isla Danzante. Para muchos este es el primer día que reman y la formación de la flotilla está bien definida: un kayak a la punta, otro a la retaguardia y uno a cada flanco. Kayaks individuales y dobles con cientos de kilos en agua, alimentos y equipo, para doce días íbamos metidos en una especie de rombo que avanzaba simultáneamente.







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VIDA MARINA

—¿Quieren delfines para cenar?


Todos reímos. Era Christian, quien se había metido sin aviso ni preámbulos al mar para estar cerca de la manada de delfines que pasaban cerca de la playa adonde estábamos llegando. Primero había nadado hacia ellos y logró estar muy cerca, pero después desaparecieron.


Durante todo el viaje nos habíamos centrado en remar y ver lo que se apareciera. Brant y Pancho seguían con la vista en el horizonte y notificaban: "¡Delfines!" o "¡Ballenas!". De los delfines, veíamos las aletas y de las ballenas su chorro de agua que se elevaba. Los mamíferos era lo que más llamaba la atención.


Pero cuando regresamos a Isla Danzante, alguien descubrió que había mucha vida marina. Entonces cambiamos los planes: en lugar de llegar a la playa siguiente a la hora determinada por los líderes del día, nos dedicamos a escudriñar el agua. Recordé la embarcación que tenía mi amigo Carlos Solís en la Marina de La Paz, con la parte delantera del casco transparente. Ahí se podría ver con mucha claridad lo que pasaba debajo de nosotros y que ahora sólo mirábamos a un lado del kayak.


Acudíamos a los llamados de cualquiera que dijera tener cerca algo nuevo. Las medusas llamaban mucho la atención, sobre todo una que tenía un pececillo muy pequeño en el interior, pero quien se llevaba las palmas era un diminuto caballito de mar. Era la primera vez que veía uno y más bien parecía un dragoncito de mar, atrapado momentáneamente dentro del achicador para verlo.


La mayoría del grupo estaba estudiando biología marina en La Paz y tres más oceanología en Ensenada. De todos se aprendía algo nuevo. Sergio me había explicado la formación de las islas y los biólogos emitían nombres de seres que veíamos que para un individuo mortal no significaban nada. Los ojos se fijaban en minúsculos puntos que eran la comida para ballenas: plancton.


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