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Montañismo y Exploración
El Mar de Cortés desde un kayak
28 enero 2004

Nos hicimos a la mar rumbo a Isla Danzante. Para muchos este es el primer día que reman y la formación de la flotilla está bien definida: un kayak a la punta, otro a la retaguardia y uno a cada flanco. Kayaks individuales y dobles con cientos de kilos en agua, alimentos y equipo, para doce días íbamos metidos en una especie de rombo que avanzaba simultáneamente.







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MAL TIEMPO

Hace viento y por la noche llovió. Encima hay aún nubes y la costa de la península está nublada. En el lugar donde estamos, el viento sopla y sentimos frío. Velocidad del viento: 12 nudos. El oleaje es más fuerte del que hemos pasado pero es posible avanzar. Condición: amarilla. De repente alguien piensa que estar mojados con ese viento no puede ser una buena idea.


Pancho nos dice que evaluemos mejor el pronóstico y vamos a una punta donde el viento norte pega con más fuerza. Velocidad: 17 nudos. Definitivamente, con el cuerpo mojado y ese viento, las probabilidades de hipotermia son altas. Se cambia la decisión: rojo. No salimos.


Durante el día recibimos clases teóricas, metidos en la pequeña cueva que hay o sólo sentados en la playa cuando no llueve, como ayer. Isla Carmen es mucho más grande que Isla Danzante y, dicen, es un criadero de borrego cimarrón. Pregunté si podía dar una caminata hacia el interior de la isla.


—No.


La Isla es propiedad privada pero también está protegida y para estar ahí, se debe pedir y obtener un permiso en Loreto, pero el permiso sólo es para la playa, pues en esta época (enero a abril) es la temporada en que las compañías de kayak hacen sus viajes con turistas.


Nuestro caso es diferente porque no somos turistas de una compañía. Somos alumnos de NOLS (National Outdoor Leadership School) en el Curso para Educadores Mexicanos o, como se le designa por sus siglas en inglés, MEC. Su objetivo: enseñar a disfrutar la naturaleza por medio de una vivencia intensa, esta vez en kayak de mar.


Así que debo quedarme con las ganas de ver el interior, sobre todo porque hoy nos toca ver los diferentes temas de "No deje Rastro", quizá el punto medular del curso. Así que metidos en la pequeña cueva para escapar de la llovizna y el viento, tenemos la teoría de ese tema, aunque a decir verdad, la primera clase, allá en Ensenada Blanca, en la Península, fue "El arte de cagar", como lo llamó Rolando. Nos moríamos de risa cuando nos explicaba los métodos que usaríamos porque, eso sí, no llevaríamos papel higiénico.


Ahí comenzó el aprendizaje: en la práctica, que perfeccionaríamos con el tiempo.


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