Partimos dÃa viernes de la Ciudad de México (4:15 pm) con destino a Lima (cinco horas de vuelo); donde harÃamos una escala de unos cuantos minutos pero que duró casi una hora hasta que partimos a Buenos Aires, donde llegarÃamos en unas cuatro horas después, casi a las siete de la mañana de acá (casi cuatro de la mañana de México).
Salimos rumbo al El Retiro (de los que creen). Es la estación de autobuses donde tuvimos la mala o buena noticia de que habÃa salidas a RÃo Gallegos hasta el dÃa martes, pero tomamos un camión que nos adelantarÃa un poco en el largo viaje (Caleta Olivia).
Aproximadamente 30 horas después de arribar a Caleta Olivia, el reto era conseguir pasaje hacia RÃo Gallegos, la suerte se hizo presente minutos después ya nos encontrábamos rumbo a RÃo.
Después de unas diez horas llegamos a RÃo Gallegos y comimos algo decente.
14:00 hrs. partÃamos hacia el Calafate, el viaje duró cuatro horas; hagan cuentas por que ya son dÃas; pasamos la noche ahà para al siguiente dÃa salir al Chaltén.
7:45 AM salÃamos hacia el Chaltén en un autobús que como aire acondicionado tenÃa aire con polvo. Lo bueno es que nos bañamos en el Calafate; no pierdan los dÃas.
Horas después, bájate del camión por que hay que empujar, lo cual no hicimos y esperamos a que llegaran otros micros por nosotros.
Minutos más tarde llegamos a el Chaltén.
El Fitz Roy nos estaba esperando para darnos un sorpresa.
Por el momento la expedición toma otro rumbo que al final de cuentas es para bien.
Los paisajes no necesitan hablar para transmitir que este mundo en el cual vivimos esta vivo, solo basta mirar en silencio y dejar que las sensaciones salgan desde el interior.
Desde lo alto de autobús podÃamos observar la enormes planicies llenas de pastizales tratando de ver las montañas a los lejos, pero sólo se escondÃan para dejarse ver en el momento adecuado.
El Calafate ofreció la luna en una de sus calles, era tan enorme que no lo podÃa creer: el Chaltén tras una cortina de nubes sólo mostraba una parte del Fitz y nada del Cerro Torre.
Los glaciares poco a poco se observan, con un tono azulado, pero a fin de cuentas es fascinante este lugar, ni los propios filósofos comprenderÃan la naturaleza de esto.