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Montañismo y Exploración
El alpinismo mexicano debe socializarse más
28 julio 2004

Opina Guillermo Álvarez







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Rogelio Hernández Huerta


El reto a las alturas y a lo desconocido.


Mientras el veterano abuelo, Guillermo Álvarez del Castillo M. habla de buscar el reconocimiento oficial de nuestras autoridades para los guías profesionales en el alpinismo, el pequeño nieto de apenas 10 años de edad, Miguel ángel, se refiere a las emociones que ya le representa estar a más de 4,700 metros sobre el nivel del mar.


Grata visita a Excélsior de estos dos deportistas, cuyas edades son casi como las montañas a las que retan.


“Recién acabo de guiar a unos extranjeros en las rocallosas de Colorado, son ocho cumbres que tienen sus dificultades y sus secretos, sus retos y su historial: el Mount Miker, el Epsilon, el Massive, Elvert entre otras montañas tienen su forma muy específica de llegar a la cumbre”.


Así dice Guillermo Álvarez, quien muestra esta su recién aventura profesional. “Próximamente saldré a Hidalgo, en una escalada en la zona del mineral del Chico; ahí vamos a llevar a niños y jovencitos que ya les gusta este deporte, que reitero, en México se le debe dar más valor, e insisto, darnos a quienes nos hemos empeñado a estudiar y prepararnos como guías profesionales, un reconocimiento, sencillamente porque más valor nos dan fuera del país, que en el nuestro, y es sano, que lo tengamos también en casa”.


El pequeño Titán


Y tercia en la entrevista el pequeño, Miguel Ángel:


“Yo prefiero estar en contacto con la naturaleza, que viendo televisión o estar perdiendo el tiempo en las maquinitas”.


Aún con su inocencia infantil, Miguel Ángel dice al reportero:


“Yo quiero ser bombero cuando sea grande”.


—¿Por qué?

—Porque salvan vidas, porque no le temen a nada. ¡Yo he subido montañas muy grandes, como el Nevado de Toluca, el Coconetla, la pared de los perros en Salazar…” Y emocionado prosigue: “Estoy ya en quinto año, pasé con ochos, me gusta mucho el peligro, ¡pero hasta cierto límite!, en el Nevado de Toluca he subido los canalones norte de hielo”. ¿Cómo es eso?


—Con Eduardo Sáenz hemos subido la pared de los perros, una vertical doble de cuerda, es decir 30 metros, y el Coconetla, a un largo de cuerda, 60 metros”.


Y repone Guillermo: “Esta es una nueva cultura de educación, la sociedad es cierto, en algunas partes está descompuesta, no hacen deporte, nosotros buscamos cambiar esa imagen, el deporte es la salvación”, señaló.


Excélsior

Julio 28 de 2004





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