Enfrentémoslo, ya sean 18, 16, 14 o hasta 12 mil millones, las cifras son inaceptables. Aunque encontráramos la manera de alimentar a esta marea humana, serÃa imposible dotar a esta multitud de unas condiciones de vida decentes. Una supervivencia como ratas no es lo que deberÃamos legar a nuestros hijos y nietos.
En noviembre de 1989, en Ottawa, Barber Conable, en ese entonces presidente del Banco Mundial, expresó su ansiedad sobre las restricciones que estos miles de millones de seres humanos impondrÃan sobre el planeta, y el previsible deterioro en las condiciones de vida de hombres y mujeres.
Hace cinco meses, Robert McNamara, hablando en las Salas Memorial Lecture de las Naciones Unidas, formuló una pregunta básica: �¿Es el incremento en el número de seres humanos y sus ramificaciones ambientales y de desarrollo una causa de preocupación?� después de un meticuloso análisis de este problema crucial, concluyó que sà lo es.
Mientras tanto, las fuentes de agua se acaban, los pantanos y lagunas se secan, las lluvias ácidas y la salvaje deforestación llevan a la destrucción de ecosistemas enteros: se estima que cerca de un millón de plantas, insectos reptiles, pájaros y mamÃferos ya han sido eliminados; casi el 10% de todas las criaturas vivientes están extintas para siempre. Los dos fluidos de la vida Â?hidrósfera y atmósferaÂ? está igualmente amenazados. En el aire respiramos los porcentajes de monóxido y dióxido de carbono, e óxido de nitrógeno, de metano y freón que aumentan dramáticamente, lo cual podrÃa causar el calentamiento de todo el planeta, el derretimiento de glaciares y de capas de hielo y, finalmente, un catastrófico aumento en el nivel del mar.
Hace pocos meses, por iniciativa de sus presidentes, Sr. Michael Atiyah y el Dr. Frank Press, dos de las más prestigiosas comunidades cientÃficas del mundo, la Royal Society de Londres y la U.S. National Academy of Sciencies, publicaron un informe que dice:
�Existe una necesidad urgente de concebir la actividad económica, el crecimiento de la población y la protección ambiental como temas interrelacionados y como componentes cruciales que afectan la sustentabilidad de la sociedad humana. Los próximos 30 años pueden ser cruciales.�
El 19 de marzo entrevisté al Dr. Press, quien declaró ante mis cámaras: �Cada persona sobre la Tierra requiere más recursos, más comida, más agua; y cada una de ellas descarga ene. Ambiente subproductos que pueden afectar el ambiente natural. Sentimos que el crecimiento ilimitado de la población significa desastre y que la ciencia no puede rescatar al mundo de las consecuencias de un crecimiento ilimitado de la población.�
AsÃ, la primera prioridad de una comunidad humana preocupada es evitar las hambrunas, en los años 60Â?s un genetista estadounidense, Norman Borlaug, desarrolló nuevas semillas de trigo para aumentar la producción de alimentos. La Revolución Verde, consecuencia de su investigación, salvó a cientos de millones de personas de inanición, principalmente India, Pakistán y China. En 1970, al Dr. Borlaug le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz por sus memorables logros.
Â?Yo lo llamo el Monstruo de PoblaciónÂ?, dijo él, Â?y es este monstruo el que hace imposible mejorar la calidad de vida de los paÃses pobres. En mi discurso de aceptación del Premio Nobel, dije que triplicando la producción del trigo, el maÃz y el arroz, le habÃa dado a los lÃderes del mundo 30 años de provisiones durante los cuales deberÃan encontrar soluciones al problema de población. ¡Ya han malgastado 22 de esos años sin siquiera discutir el tema! Sólo quedan pocos años antes de que sea demasiado tarde y los prevengo: no habrá otra Revolución Verde.Â?
Para alentar a la opinión pública, algunos tecnócratas hacen correr un rumor tranquilizador: Â?¡No se preocupen! Si algún dÃa nos quedamos cortos de recursos, recurriremos a nuestra reserva inagotable: el mar.Â? Y en efecto, las empresas pesqueras han mejorado tanto en su campo de acción como en su eficiencia. De 20 millones de toneladas en 1950, la pesca total de las pesqueras hoy en dÃa es de 90 a 100 millones de toneladas. ¡Pero a qué precio!
Barcos grandes, trampas y redes devastadoras, sonares y radares, y los infalibles ojos de los satélites señalando la temperatura del océano, rastreando cardúmenes, revelando todas las áreas de freza. Pero más que una fuente confiable de alimento para un mundo hambriento, la tecnologÃa y las mayores flotas sólo han creado una ilusión peligrosa: el mito de un mar inagotable.
Páginas: 1 2 3 4 5