ACCIDENTE EN EL OZTOQUITO
11 mayo 2004
Este es el informe de uno de los participantes de la salida a la cueva de Los Oztoques, donde Mariano Fuentes perdiera la vida. Es el primer documento que esboza la historia completa, desde su inicio hasta el fin del operativo de rescate.
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Jueves 15
Con mucho mejor orden que los dÃas anteriores se hicieron listados de la gente que apoyarÃa en interior y exterior de la cueva. Se canalizó de mejor manera y de acuerdo a sus capacidades a la gente. Se dirigió el primer grupo de gentes para bajar el tiro. Yo me dirigà a El Oztoquito horas más tarde en el segundo grupo con gente del Socorro Alpino y Cruz Roja de Tehuacan. Al llegar al tiro habÃa retenes para revisión de equipo personal, cosa muy buena que no se hizo los dÃas anteriores y que aseguraba de alguna manera que no hubieran más accidentes o que hicieran los fraccionamientos y el rapel gente sin capacitación. En este caso a la gente que se le necesitaba abajo y que no podÃa bajar y subir de manera autónoma se le bajaba y subÃa con poleas con el esfuerzo de los bomberos de Puebla que en todo momento estaban listos para hacer tracción y sacar gente o equipo del fondo de la cueva por medio de dichas poleas.
Bajaron a varias personas y otros más lo hicimos en rapel. En cuanto llegué a la base del tiro, Ramón Espinasa pidió que ya no bajara más gente. Después me sugirió que yo no fuera al sifón. ParecÃa que ésta serÃa la última inmersión y sacarÃan en definitiva a Mariano y dado que yo era la persona que lo habÃa visto por última vez no era conveniente que estuviera ahà en el momento en el que lo sacaran. Me pareció que eso era correcto y allà permanecà esperando. Más tarde llegaron todos a la base del tiro y exponÃan la situación.
La única manera de sacar el cuerpo era seccionándolo y habrÃa que consultar primero a la familia. Del resultado se procederÃa a eso o se dejarÃa el cuerpo en la cueva. La gente empezó a salir por las lÃneas, una con poleas para los espeleobuzos y dos más para ascenso personal. Cuando salà de la cueva me encontré con que los espeleobuzos platicaban con el padre de Mariano y en presencia de otras personas y la decisión era que Mariano se quedarÃa en el lugar que más satisfacciones le dio y para el cual vivió, el interior de la tierra, la cueva, El Oztoquito. En ese momento la gente allà presente se volcó en emociones. El padre de Mariano expresó algunas palabras y al terminar de hablar empezó a llover, como si la propia naturaleza compartiera nuestra pena.
La gente comenzó a irse y unos cuantos nos quedamos para seguir sacando más equipo. Un poco más tarde algunas personas bajarÃan al sifón a dejar una playera de la UNAM y una imagen. Empezaron a bajar y los demás esperaban su turno. Yo ya no quise hacerlo y regresé al campamento. Ya habÃa poca gente. Allà permanecà un rato. En la noche me dirigà de nuevo a la cueva a terminar de ayudar a sacar el equipo, llegué y me unà a la gente que traccionaba.
Viernes 16
Asà sacando equipo, cansados y casi dormidos mientras jalábamos la cuerda nos alcanzó la madrugada. Allà me enteré que los tanques que utilizó Mariano los habÃan encontrado vacÃos y se habÃan puesto en manos del ministerio publico para su investigación. Yo nunca vi los tanques, pero este dato venÃa a modificar todas las conjeturas que hasta el momento se habÃan hecho. Al terminar de sacar el equipo empezamos a caminar al campamento. Lorenzo estaba abajo con algunas gentes y él se encargarÃa de desarmar el tiro y regresar con las cuerdas. En el campamento se designó un lugar para dejar todo el equipo utilizado y que cada quien tomara lo suyo. Como sucede en estos casos a mucha gente le hizo falta equipo.
Me fui a dormir y al despertar ya quedaban muy pocas tiendas de campaña. Levanté la mÃa y fuimos a Balvanera Montiel, Marco y yo para hacer el cierre del registro y ver qué habÃa sucedido con el señor antes amenazado. Nos enteramos que él tenÃa un citatorio para las cinco de la tarde en el pueblo con el que existÃa el conflicto. Se le comentó que ya se habÃa dado parte a las autoridades, que no pasarÃa más y que estarÃamos al tanto. Cerré el libro de registro y regresamos al D. F. en la camioneta de Alejandro Pacheco junto con su esposa. En el campamento se habÃan quedado pocas gentes y no supimos en qué momento se fueron.
Me parece que en todos estos dÃas la gente y las agrupaciones que llegaron vieron y trabajaron en cosas diferentes. Para algunos significó un trabajo el cual debÃan cumplir, para otros un rescate en el que se tenÃa que ser el protagonista y todo giraba en sacar un cuerpo lo más rápido posible y antes de que se fueran los medios de comunicación. Para otros más significó colaborar, apoyar en lo que fuera necesario para sacar al conocido, al compañero, al amigo, al hermano, al hijo, a Mariano.
Hubo muchos conflictos y problemas personales, es cierto, pero la ayuda sincera y el trabajo en conjunto por un deseo en común estuvo más que presente. Se aprecia el movimiento de tanta gente que sin importar el lugar de donde vinieran o el escudo que portaban estaban allà no por un rescate, sino por una persona. También los vecinos que sin conocerlo aparecÃan con canastas de comida apoyando más allá de sus posibilidades. A todos ellos un agradecimiento sincero, y como pidió Mariano cierren los ojos y piensen en algo agradable.
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