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Montañismo y Exploración
VIAJANDO POR EL SILENCIO
15 enero 2003

La travesía del Gran Desierto de Altar en 34 horas, algo que puede ser comparado con el estilo alpino de la alta montaña.







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En la realidad, Altar nos recibió muy bien, no fue para nada la situación de sobrevivencia que yo esperaba pero el avance en la zona de dunas fue mucho más lento de lo esperado. Con el mapa en mano, nos dimos cuenta de que no saldríamos en menos de tres días, posiblemente cuatro. Como pensábamos caminar toda la noche, no llevábamos ropa de abrigo, bolsas de dormir o casa de campaña, pues nuestro refugio de día lo pensábamos hacer con mantas térmicas. Tres días sin dormir en esfuerzo, es demasiado. Por supuesto que pudimos optar por dormir de día y caminar de noche, pero sinceramente lo que llevábamos de noche que caminando en Altar había sido ya demasiado impactante.
Tengo que admitir, que durante esa noche en el Desierto, sentí un profundo miedo, un miedo primitivo. Nuestra preparación fue desde el inicio para dos días, así que aceptando nuestras limitaciones decidimos continuar con la ruta de 60Km. Aún con ese cambio, estábamos muy cortos de tiempo, si no nos apurábamos, no saldríamos antes de la próxima noche. Esto fue lo que nos obligó a no detenernos, nunca fue el anhelo de poner un récord de tiempo o algo parecido.
Tras nuestra decisión pasamos de la inseguridad y el estrés a la convicción de que todo saldría bien. Por lo menos sólo tendríamos que pasar una noche, no tres, ese sólo pensamiento era tranquilizador.
Navegar por las dunas gigantes de Altar de noche, no es algo sencillo. No tardamos mucho en darnos cuenta de que si usábamos el GPS combinado con la brújula, ahorrábamos mucho tiempo, en comparación de usar sólo la brújula. El uso del GPS es algo polémico. Exploradores de la talla de Carlos Rangel se rehúsan a usarlo. Pero seamos honestos, es más fácil navegar con él, sobre todo en terrenos tan complicados como este, o en selvas muy frondosas, en alta montaña con mala visibilidad. Por supuesto todo se puede hacer con mapa y brújula, pero no por usar GPS nos deslindamos de ellos. Podríamos escalar con botas, como se hacía antes, ¿pero no es más fácil con tenis de escalada? Podríamos asegurar también al cuerpo o entrar en una caverna con velas. Nuestro deporte como los demás, no está exento de ir adquiriendo ventajas tecnológicas. Por supuesto, si barrenamos todo lo que queramos no hay paredes imposibles, pero tampoco habría aventura. Es menester encontrar un equilibrio. Yo creo que el GPS es una herramienta éticamente válida. Pero sobre todo para nosotros fue además de una herramienta de navegación, un elemento importante de seguridad, pues con el podíamos saber cuanto avanzamos, determinar nuestra situación y tomar mejores decisiones.
Así, fue en la oscuridad que cruzamos la mayor parte de Dunas. El tiempo en el desierto, o por lo menos en Altar, transcurre muy lentamente. �Debo llevar como un millón de pasos desde la última cresta�, pensaba, pero al ver el reloj habían pasado sólo unos minutos. Aún ahora hay muchas cosas que no alcanzo a entender por completo de lo que vivimos ahí. Una ocasión me detuve a la mitad de una frase pues me di cuenta de que todo lo que veía, lo que estaba haciendo y diciendo, ya lo había vivido.
Estando ahí comprendí que mi percepción se encontraba alterada, me encontraba como en sueños. ¡Sí!, todo aquello fue un sueño. Un día me fui a dormir en un hotel barato de San Luis Río colorado y al despertar recordaba haber soñado que cruzaba Altar. Ese sentimiento lo tengo incluso mientras escribo estas páginas, es por eso que me cuesta tanto hacerlo. ¿Qué fue lo que realmente pasó?
Nos detuvimos un poco antes del amanecer, pues parecía que mientas siguiéramos caminando el sol nunca saldría y ya queríamos salir de las tinieblas. Queríamos ver un mundo al cual pudiéramos reconocer. Envueltos en mantas térmicas, calados por el frío, esperamos al sol. Debo haber dormido como nueve horas, me siento muy bien.
�¿Qué hora es? � me pregunta Elvia. Al contestarle veo que sólo han pasado veinte minutos.
Y como lo esperábamos, al dejar de caminar el sol salió y con él, recobramos las fuerzas. Nos encontrábamos ya en el terreno plano, muy parecido al del inicio. A unos cientos de metros detrás de nosotros se levantaba una cadena de dunas que llegaban más allá de donde mi vista alcanzaba.
¿Venimos de ahí? No creo.
Ahora sólo faltaban unos veinte kilómetros y habríamos salido. En un día de entrenamiento normal yo corro veinte kilómetros en dos horas, pero aquí esa misma distancia nos tomó todo al día.
Llegamos con los últimos rayos de luz a la carretera. Durante algunos momentos me parecía que nunca llegaríamos.
¡Lo habíamos logrado! Una ruta nueva. Quizás la más rápida: 34 horas. La primera en este �estilo alpino�. La primera en el lado occidental, por lo menos hasta donde hemos sabido.
La nueva generación de montañistas universitarios. ¡Ya...! Puras tonterías. Eso no son más que titulitos que nos inventamos para sentirnos importantes, para darle renombre a nuestro club, para sentir que lo que hicimos tiene valor. Pero en verdad no tiene la más mínima importancia. Estoy seguro que lo que hicimos y estas palabras difícilmente significarán algo para alguien. Lo que hicimos sólo es importante y valioso para nosotros. Para mi fue una experiencia tan valiosa y en la que aprendí tanto sobre mí mismo, que todavía no termino de asimilar. Altar me habló y lo hizo a la vez con amor y poder. Y creo que de eso se trata el montañismo, por lo menos para mí.
Esta es la forma en yo puedo ir más allá dentro de mí mismo y al hacerlo, he entendido que soy uno con todos los Espíritus de la Tierra. Somos uno con cada roca, planta y animal que vive en la Tierra. Esto es lo que sentí en Altar, aunque lo exprese de manera tan burda. A mí me hablo Altar, pero a ti posiblemente te esté hablando una pared o una montaña.
Hemos realizado nuestro sueño, sin embargo no hubiera sido posible sin el apoyo de El séptimo grado, equipo de montaña; MATRA, mantenimiento de transformadores; a las autoridades de la Facultad de Ciencias, en especial al Herpetario de la Facultad; a las autoridades del Municipio de San Luis Río Colorado, en especial a Francisco Contreras y a Mario Abad de la revista �poca.

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