En mayo de 1984, Ramón Espinasa y otros miembros de la SMES, durante una práctica en dicha cavidad, descubrimos que el sifón se había destapado de troncos y ahora era pasable. Seguimos otros 300 metros, dejando la cavidad sin terminar. Un año después, en mayo de 1985, terminamos la exploración, bajando otros dos tiros cortos, en un sifón a casi 1.65 km de la entrada.
En diciembre de 1985, Ramón, Carlos Lazcano, Mauricio Tapie y el italiano Louis Torelli terminamos la topografía, que fue publicada en el Tepeyollotli, la gaceta SMES Nº 4, de septiembre de 1989 (posteriormente el mapa fue publicado también por la AMCS y una revista italiana).
Para localizar El Izote es necesario salir de Gavilanes por la terracería que lleva a La Joya, y luego caminar hacia el norte, siguiendo un marcado valle, por cerca de 2 km de fuerte bajada (y claro, subida al regreso) hasta donde el arroyo entra al sumidero. Hay dos entradas, la inferior es más fácilmente accesible y da a un tiro de 3 m y enseguida otro de 32. La entrada superior es una serie de tiros muy estrechos de 8, 12, 22 y 20 para juntarse con la ruta anterior.
Sigue una galería cómoda, fuertemente descendente, hasta otros dos tiros de 3 y 9 metros, embarrados de excrementos de vampiro. Entre estos dos tiros sale un ramal fósil a la izquierda que se cierra rápidamente. Al pie del tiro de 9 metros se une por la derecha el Ramal de la Cascada, bellamente decorado con gours, y que fue mapeado hasta una estrechez con corriente de aire.
Río abajo se llega rápidamente al arrastre que detuvo a la AME, y que puede encontrarse azolvado. Algunos pasos estrechos y una desescalada de 3 metros llevan a la galería principal, horizontal y de dimensiones muy cómodas (2 a 20 m de alto y 1 a 10 m de ancho) que se sigue hasta el final de la cueva. A mitad de camino se encuentra, al lado derecho, un lago represado por un bello gour, al otro lado del cual llega el afluente del Ramal de los Poliquetos, muy acuático, que termina en la base de una serie de cascadas que no fueron escaladas. A partir del lago de los poliquetos la galería principal se vuelve más "deportiva", con bastante agua y muchas desescaladitas, incluyendo los otros dos tiros, de 4 y 10 metros, y eventualmente se llega al sifón final.
Exceptuando el tiro de entrada, donde se usaron dos espits para el anclaje principal y otro para un fraccionamiento, el resto de los tiros se pueden armar perfectamente en estilo alpino (sin frotamientos o roces) usando exclusivamente anclajes naturales, gracias a que son bastante pequeños, usando un poco de imaginación. Afortunadamente, y a diferencia de lo que ha pasado en La Joya y Zacatecolotla, este resumidero nunca ha sido muy popular (supongo que la caminata de acceso ha ayudado a ello), por lo que las cabeceras de los tiros no han sido destruidas por el exceso de espits mal puestos, y como está situada lejos de lugares habitados la basura es muy poca. Favor de tratar de respetarlo si lo van a visitar. La poza de los poliquetos es localidad única de una especie endémica, por lo que es importante no contaminar la cueva con carburo usado y/o baterías.
La resurgencia del Izote está más al norte, en la terracería que va a Coapango, y es conocida como Cueva de las Pozas Azules. Fue explorada por Ramón Espinasa y la SMES en febrero de 1985 y topografiada en diciembre de 1988. Contiene una serie de 17 arrastres (piso de arena) que deben ser excavados parcialmente cada temporada, hasta llegar a La Placa, sitio donde encontramos una placa del Sindicato Mexicano de Electricistas, colocada en 1963 (no hemos podido localizar a los autores de esa exploración) y donde cambia notablemente el carácter de la galería, que de ser baja y plana se vuelve un alto cañón pulido por el agua, con bellísimas pozas de agua cristalina y muchas escaladas. Termina, después de 1.4 km, en un amplio sifón que, según nuestros mapas, no está muy lejos del sifón final del Izote. Aunque hemos intentado conectarlas mediante buceo, esto no ha sido posible.