Los alcances y logros que hemos obtenido con el transcurso del tiempo no son obra de unas cuantas personas ni de un solo día, sino un trabajo de conjunto a lo largo de muchos años. En cada una de las actividades de nuestro grupo hay una conciencia de ser montañista. Reconocerlo es tener conciencia de que tenemos una historia propia y una filosofía a seguir.
El contacto con la montaña y los problemas que se presentan y debemos resolver, son la materia prima con la que crecemos y aunque este crecimiento es interno y personal, las características propias del montañismo y la exploración hacen que se manifieste en el comportamiento de grupo, sea una cordada, nuestra agrupación o nuestra sociedad. El crecimiento interno trasciende hacia la vida misma.
Ser filósofo no sólo se reduce a tener pensamientos sutiles, ni siquiera a fundar una escuela, sino también a amar a tal grado la sabiduría que pueda uno vivir conforme a sus dictados, una vida de sencillez, independencia, magnanimidad y confianza. Consiste también en resolver algunos de los problemas de la vida, no sólo a nivel teórico sino práctico.
Henry David Thoureau. Walden.
La montaña tiene problemas palpables y son ellos los que provocan ese enfrentamiento con uno mismo. Sabemos que la práctica del montañismo y la exploración está regida por reglas diferentes a las de nuestra vida cotidiana. De ahí que para nosotros sea muy importante la formación a través de nuestra Escuela de Montañismo y Exploración®.
Nuestro objetivo no es subir una montaña muchas veces sino subir tantas como sean posibles. No nos detenemos ante comentarios como "Yo estuve ahí" o "No se puede". Somos demasiado escépticos para aceptar un juicio personal y preferimos formarnos el nuestro, que surge de la experiencia porque aquello que dicen que no se puede hacer, la nueva generación descubren que sí es posible con sólo intentarlo. Los hechos antiguos son para los sedentarios del corazón, los nuevos para los nómadas.
La Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo (UIAA) emitió en el 2001 un Código de Montaña donde se planteaban los lineamientos técnicos de los deportes de montaña. Más tarde, en 2002, ese Código fue ratificado en una sesión y denominado (con algunas pequeñas alteraciones) Declaración del Tirol, misma que seguimos.
Alertamos que el montañismo y todas las disciplinas que practicamos tienen un ingrediente de riesgo muy alto que lo convierten en potencialmente peligroso, pero consideramos que si se practica organizadamente y se siguen todas las reglas de seguridad, el riesgo es minimizado hasta el grado de que la ciudad se convierte en más peligrosa.
Alentamos la práctica de nuestro deporte porque sabemos por experiencia la riqueza personal, social y académica que proporciona. Sabemos que lo que todos los hombres desean, no es algo con qué hacer, sino algo para hacer, o más bien algo para ser. Hemos encontrado en el montañismo el medio de ser mejores.
A fin de cuentas, los hombres sólo aciertan en aquello que quieren alcanzar.
Pero no es la práctica del deporte por el deporte mismo. En el camino hemos hallado muchas labores por hacer como profesionistas y procuramos que cada alumnos de nuestra Escuela de Montañismo y Exploración® obtenga lo que realmente le hace falta para su superación académica. Así, los descubrimientos arqueológicos que hemos realizado y los diferentes estudios científicos en que hemos participado y seguimos colaborando, dan a cada uno de nosotros una pauta a seguir en su vida personal.
Nuestro camino está lejos de las veredas ya holladas y buscamos abrir camino. Lo que hemos hecho hasta ahora no es lo más importante. Es lo que somos capaces de hacer lo que llena nuestro horizonte.