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Montañismo y Exploración
IXTACXOCHITLA, ZONA DE EXPLORACIÓN ESPELEOLÓGICA
14 agosto 2003

Recientemente se cumplieron diez años de exploraciones en Iztaxochitla, enclavada en el corazón de la Sierra Negra, donde convergen los estados de Puebla, Veracruz y Oaxaca. Ahí se localizan también otras cavidades ya célebres como Akemati, Akemabis y La Cumbre, entre otras. Este relato es una apreciación del autor de la expedición realizada en abril de 2003 y una perspectiva de los logros realizados en esta zona, que dio nombre al foro de discusión de temas de espeleología más importante de México.







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LA CASCADA

Seguimos el río subterráneo, en ocasiones por amplias galerías y pasos de altura reducida (gateras), siempre siguiendo el camino trazado por el agua, hasta llegar a los primeros tiros, que requieren la colocación de equipo y medios artificiales para el descenso. Más adelante, el suave rumor del agua se convierte en un ruido atronador: hemos llegado a la primera cascada y no existe otra forma de pasar sino a través de ella, tratando de eludir una poza que se encuentra al final. Este paso siempre ha sido un reto debido no sólo a la presencia del agua, sino también a la dificultad técnica al pasar la cascada, pues se deben realizar una serie de maniobras en una secuencia determinada.

La pérdida de calor corporal se acelera en gran medida al mojarse. Mitigamos esta situación comiendo parte de la ración de comida para caverna: nueces y chocolates, y envolviéndonos en una frazada térmica. Tratamos de no pasar demasiado tiempo en esta parte, sólo el necesario para esperar a los compañeros.

Más abajo, después de varios tiros, llegamos a una estancia bautizada como "El Vivac" (del francés vivouac: descansar sin utilizar tienda de campaña, sino simplemente dentro de una funda o bolsa de dormir). Este es un sistema activo y aún en proceso de formación, lo que queda evidenciado por la fragilidad de la roca. Las paredes en esta parte son tan quebradizas que si uno no tiene cuidado se queda con las salientes de roca en la mano �esto es:, el agua no ha llegado al punto máximo de erosión posible. Tenemos que ser muy precavidos. Tomamos un buen tiempo para esperar a los demás, comer un poco y tomar algunas fotos.

Las estalactitas en esta parte no son muy grandes pero tienen formas increíbles: cortinas, columnas, pasos estrechos poblados de pequeñas agujas. Al asomarnos a algunos de lo que parecen ser huecos en el piso, nos damos cuenta que en realidad son conductos que terminan treinta metros mas abajo. Impresionante.

Instalamos equipo para descender dos tiros más, pasando junto a una segunda cascada y, más adelante, hacia una intrincada galería de callejuelas de forma laminar, en algún momento bautizadas como "Los Semáforos": puntos de cruce similares a una intersección vial, donde deberemos decidir si virar a la derecha, a la izquierda, o seguir de frente. Anteriormente un derrumbe de un poco más abajo, nos hizo pensar en el fin del camino, pero esta vez, se encuentran más ramales activos que abren nuevas posibilidades. Ahí decidimos regresar pues el tiempo ha pasado mucho más rápido de lo que esperábamos. Somos una cordada reducida y debemos dar paso a un segundo grupo que continuará desde donde nos quedamos.

En el regreso nos tomamos tiempo para buscar mejores ángulos para fotografiar y prospectar algunos ramales laterales. El último tramo hacia la superficie es a la vez hermoso e ingrato. La luz de la luna llena nos alumbra como un arbotante colgado del cielo mientras me enfrasco en una lucha con el lodo y las raíces. Veinte minutos de lucha en luz lunar. Media hora después, estamos de nuevo en el campamento: una buena cena y el necesario descanso para continuar al día siguiente.



DIEZ AÃ?OS DE EXPLORACIÃ?N

Después de todos estos años, se han encontrado y catalogado decenas de entradas de cuevas, nuevas conexiones entre ellas y nuevas rutas, algunas con un interés muy práctico, como la "Cueva del Agua", a unas decenas de metros del campamento base; aprovechando una filtración de agua en una de las paredes hizo mucho más fácil renovar nuestras reservas de agua.

Actualmente se realizan en la zona actividades en diversos ámbitos: prospección, topografía y catálogo de cavidades, lo que se traduce en mapas digitales del terreno. Ha sido un trabajo colectivo que ha dado por resultado profundidades superiores a los 500 metros, decenas de kilómetros de galerías subterráneas que se interconectan entre sí.

Algunas de las cavernas encontradas forman en realidad parte de sistemas cavernarios más complejos, como es el caso de "La Llorona", que está conectada al Sistema Tláloc, que se extiende hacia el Norte, en dirección al volcán. Las últimas exploraciones en El Encanto dejaron al descubierto nuevos ramales que eventualmente podrían extender la profundidad total del sistema al conectarse a otros sistemas existentes. Si esto es posible, el sistema resultante bien podría duplicar su profundidad actual, y es en esta posibilidad en la que se trabaja afanosamente.

También se realizan investigaciones en sitio por estudiantes de la Facultad de Ciencias de la UNAM, lo que ampliará nuestros conocimientos no solo del sitio, sino de sus habitantes naturales: la fauna cavernícola, en especial las poblaciones de insectos, aves y murciélagos, algunos de ellos especies endémicas de este sitio. La investigación lleva ya varios meses en desarrollo y los biólogos Saúl y Alejandra esperan publicar los resultados en su tesis de licenciatura.

El sitio es rico en cavidades y formaciones. El reto es ahora organizar toda esa información y estudiarla con el suficiente rigor científico de forma que el conocimiento obtenido sea parte de nuestro patrimonio. Son varias ya las generaciones de espeleólogos universitarios que han contribuido, en la medida de sus posibilidades, en este proyecto colectivo que es Ixtacxochitla. Quedan también muchos retos por asumir y trabajo por terminar, pero es siempre muy rescatable que, pese a los altibajos propios de una empresa que se realiza mayormente por el entusiasmo de los participantes, pues las aportaciones económicas externas son escasas, se haya logrado tener un catálogo respetable de cavidades, abriendo año con año nuevas perspectivas.

El contacto con los habitantes del lugar ha sido también enriquecedor. Muchas de las familias en la región saben de las actividades realizadas por el grupo universitario, lo que ha redundado en un beneficio mutuo y, sobre todo, en una amistad que se afianza con el paso de los años (más de uno de nosotros llevamos de regreso café cultivado en la sierra y molido en casa).

Al final, todos regresamos a nuestras ocupaciones habituales: dentistas, ingenieros, estudiantes, profesores. Mientras aguardamos el momento del siguiente encuentro, queda en nuestra mente la belleza de ese otro México, esa parte aún por descubrir que nos llena de ilusión y hace nuestras vidas más ricas y también más humanas. Hasta pronto, Ixtacxochitla.






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