Ideario 109
15 mayo 2003
…el bello pensamiento de saber renunciar en la montaña y que es tenido por una virtud, le parece difícil de digerir.
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...el bello pensamiento de saber renunciar en la montaña y que es tenido por una virtud, le parece difícil de digerir.
Armando Altamira
Acampar es divertido, pero vivaquear es otra cosa: se confía en el cielo; cuando el sol se pone y desaparece, uno se siente un poco ridículo, se experimenta cierta inquietud. ¿Resulta tan débil y frágil el hombre? Y sin embargo, vivaquear es percibir tantos murmullos, conocer tantos matices, entrar en la intimidad de la noche y también en el profundo cielo, mucho más grande, mucho más vasto e insondable que el mar, es mostrarse como una roca y ese enebro que cada tarde permanecen fieles, no abandonan su casa ni son ajenos a su tierra. Vivaquear es compartir la suerte de esa tierra y, al finalizar la noche, recibir igualmente los primeros rayos, ser acogidos por ellos como los acogen los acantilados y el mar.
Gaston Rébuffat
La verdad me parecía incómodamente egoísta. Sólo quería hacer escaladas difíciles, grandes caras norte, impresionantes e intimidadoras paredes de piedra. Deseaba tener en el cinto las muescas de la conquista de rutas difíciles. Quería ser un gran escalador, aspiraba a la falsa gloria que, según creía, acompañaba a un "conquistador". No comprendía que era imposible llegar a ser algo que sólo existía en mi mente calenturienta. Pero al mismo tiempo me parecía mal aspirar a esas cosas: resultaba frívolo y superficial. Supongo que sólo se trataba de ambición, ambición vana, tal vez. Un objetivo que me proporcionaba un incentivo, pero que en mi mente de católico descreído estaba mal. Porque el orgullo equivalía al pecado.
Joe Simpson
...la acción cuenta en definitiva menos que la idea que la engendró... La conquista de la montaña es ante todo una conquista de la imaginación... La conquista de la montaña es empresa de hombres que la habían soñado y amado ya antes de acercarse a ella. Se debe al amor, en lo que tiene de desinteresado, y no al mero deseo de conocimiento.
Georges Sonnier