Las montañas parecen impenetrables monolitos de roca, pero, en realidad, son una de las principales fuentes de biodiversidad del mundo, que acogen a incontables especies de plantas y animales. Muchas de estas especies ya han desaparecido de las tierras bajas, invadidas por la actividad humana. Muchas otras no existen sino en las montañas. Todos nosotros, donde quiera que vivamos, tenemos la obligación de proteger la biodiversidad de las montañas, pero los pobladores de estas zonas son los principales guardianes de estos insustituibles recursos planetarios. A través de las generaciones, los pueblos de las montañas han adquirido un conocimiento único y detallado de sus ecosistemas. Hasta el presente, los gobiernos y las organizaciones internacionales han desatendido en general el conocimiento de estos pueblos y la importante función de las montañas en la conservación de gran parte de la biodiversidad del mundo.
INFORMACIÃ?N IMPORTANTE
- En las montañas vive abundante riqueza biológica, asà como pobreza humana.
- De las 20 especies vegetales que aportan el 80 por ciento de los alimentos del mundo, seis proceden de las montañas. Entre ellas, la patata originaria de los Andes peruanos, el maÃz de la sierra de México y el sorgo de las altas mesetas de EtiopÃa.
- La biodiversidad que hay en las zonas montañosas garantiza la adaptación y el cambio genéticos. Esto tiene particular importancia porque los cultivos alimentarios modernos de alto rendimiento afrontan nuevos patógenos y plagas.
- En algunas zonas de montañas, la diversidad agrÃcola y la diversidad cultural van de la mano. En las montañas del Hindu Kush del Himalaya, por ejemplo, los numerosos grupos étnicos de cada región producen sus variedades propias de hortalizas y especias.
- Debido a diversas formas de división del trabajo, las mujeres de las montañas a menudo tienen a su cargo la vigilancia de la biodiversidad agrÃcola, porque conocen mucho mejor las variedades, las caracterÃsticas y la susceptibilidad a las enfermedades de la flora que los hombres, asà como las opciones para la cocina.
- El 80 por ciento de la población mundial utiliza medicinas tradicionales, pero una de cada ocho especies de plantas, muchas originarias de los biomas de las montañas, están en peligro de extinción.
UNA MONTAÃ?A DE VIDA
Se ha descrito a las montañas como islas de biodiversidad, rodeadas por un mar de monocultivos y paisajes modificados por el hombre. En efecto, muchas plantas y animales de los hábitat montañosos han desaparecido de las regiones de las tierras bajas, donde es muy intensa la actividad humana.
El aislamiento y la relativa inaccesibilidad han contribuido a proteger y conservar las especies en las montañas, desde los venados, las águilas y las llamas, hasta variedades silvestres de mostaza, cardamomo, grosellas y calabaza. En los Andes, por ejemplo, los campesinos conocen hasta 200 variedades distintas de patatas locales. En las montañas de Nepal, cultivan unas 2 000 variedades de arroz. En la cima de una montaña de la sierra mexicana de Manantlán, sigue produciéndose la única variedad conocida del pariente silvestre más primitivo del maÃz.
Estas preciosas reservas de diversidad genética son nuestro seguro para el futuro, en particular conforme la economÃa global sigue convirtiendo los hábitat de las tierras bajas al cultivo de variedades alimentarias de alto rendimiento, monocultivos que nutren a gran parte de la población mundial, pero expuestos a plagas y patógenos.
Sin el conocimiento adquirido a través de generaciones por los pueblos de las montañas, gran parte de la biodiversidad de estas zonas prácticamente no se conocerÃa. Por ejemplo, sólo se ha investigado la aplicación medicinal del 1 por ciento de las plantas tropicales. Pero asà como en todo el mundo está comenzando a reconocerse el valor de este enorme recurso, están en duda el futuro de los ecosistemas de las montañas y la supervivencia de las especies locales.
Los gorilas de las montañas de Ã?frica Oriental, los osos con antifaz de los Andes y los quetzales de América Central se aferran a porciones cada vez más reducidas de bosques nubosos. Al mismo tiempo, el comercio de plantas y animales raros de las montañas, comprendidas algunas especies de orquÃdeas, aves y anfibios, sigue agotando las poblaciones de las mismas. La pobreza de las comunidades de las montañas es una de las razones de la destrucción de los hábitat. La minerÃa comercial, la tala forestal, el turismo y el cambio climático mundial también cobran una fuerte cuota a la biodiversidad de las montañas.
LO PUNTOS EN COMÃ?N DE LOS ECOSISTEMAS MONTAÃ?OSOS
No todos los ecosistemas de las montañas son iguales, pero todos, ya sea los bosques nubosos, los pastizales de las tierras altas o a lo largo de las corrientes de agua alimentadas por los glaciares, tienen dos cosas en común: la altura y la diversidad. Los rápidos cambios de altura, la pendiente y la orientación respecto al sol influyen enormemente en la temperatura, el viento, la humedad y la composición del suelo en distancias muy cortas. Estos sutiles cambios crean focos de vida únicos de esa elevación y montaña o cordillera en particular.
Las condiciones extremas del clima presionan todavÃa más los lÃmites de la adaptación biológica y humana. A grandes alturas, las plantas y los animales locales desarrollan mecanismos de subsistencia especiales. Algunas flores silvestres alpinas, por ejemplo, están adaptadas para vivir en el microhábitat creado por la sombra de una sola roca. Para las personas que luchan por sobrevivir en estos difÃciles medios, es decisivo entender y respetar este delicado equilibrio. Los campesinos de las montañas de Burundi y Rwanda, por ejemplo, cultivan de seis a 30 diferentes tipos de frijoles para aprovechar las sutiles diferencias de altura, clima y suelos.
La singularidad de las condiciones, a la vez que dan lugar a una gran variedad de especies, hacen en extremo frágiles los ecosistemas montañosos. Cambios leves de la temperatura, las lluvias o la estabilidad del suelo pueden causar la pérdida de comunidades enteras de plantas y animales.
LOS ANDES:
COLECCIÃ?N DE
BIODIVERSIDAD
Entre todas las cordi-lleras del mundo, las situadas en un medio ambiente tropical tienen la biodiversidad más grande. De éstas, se piensa que las laderas orientales de los Andes tienen la mayor bio-diversidad. Precipitán-dose desde las cumbres de las cordilleras que recorren Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, las vertientes orientales de los Andes poseen un impresionante conjunto de ecosistemas, desde bosques lluviosos tropicales, bosques subalpinos, páramos montañosos y bosques nubosos, hasta pastizales montañosos, tundra, nieve y bancos de hielo. Cada una de estas zonas, comprendidos los bancos de hielo, tiene su propio hábitat y su flora y su fauna.
INVASORES EXTRAÃ?OS
Como los hábitat de las islas, los ecosistemas de las zonas de montañas no han desarrollado defensas contra las especies invasoras. A menudo, personas que van de visita llevan estos invasores extraños, o llegan para sembrar cultivos o plantas de ornato que no son originarios del lugar.
Como suelen llegar sin los depredadores o las plagas con que han evolucionado, estas especies invasoras dominan fácilmente a la fauna y la flora locales. Entre los ejemplos de algunas de las especies extrañas más nocivas están los cerdos salvajes en Costa Rica y en Hawaii, en los Estados Unidos, las cabras en Venezuela, los pastos extranjeros en Puerto Rico y las truchas de otros lugares en el parque nacional de Yellowstone, en los Estados Unidos. A menudo los métodos para erradicar las especies extrañas son experimentales, pero siempre toman mucho tiempo y son costosos.
NECESIDAD DE UNA CIENCIA DE LAS MONTAÃ?AS
Nunca ha habido una "ciencia" de las montañas. El conocimiento que tenemos de éstas Â?en comparación con el de los océanos o de los bosques lluviosos de las tierras bajasÂ? procede de una variedad de disciplinas cientÃficas que pocas veces se comunican. En consecuencia, nunca se han entendido las decisivas relaciones entre las cuencas hidrográficas de rÃo arriba y rÃo abajo, los bosques de las montañas y los pastizales de montaña, los pueblos de las montañas y la población urbana de las tierras bajas. La integración de las muchas formas en que se estudian los ecosistemas de las montañas Â?desdibujando la separación entre geologÃa, meteorologÃa, hidrologÃa, biologÃa, antropologÃa y economÃaÂ? no sólo enriquecerá el conocimiento, sino que ayudará a la creación de prácticas sostenibles que contribuyan a proteger los ecosistemas de las montañas y la biodiversidad que acogen.
PROTECCIÃ?N DE LA BIODIVERSIDAD
Los montañeses son los principales guardianes de la biodiversidad local. A través de milenios, han llegado a entender la importancia de rotar los cultivos, de la agricultura en terrazas, de conocer las posibilidades curativas de las plantas y de la cosecha sostenible de los alimentos, forrajes y leña de los bosques. Pero las comunidades ajenas a las montañas a menudo no aprecian o no toman en cuenta este extraordinario conocimiento.
Lejos de los centros del comercio y el poder, los pobladores de las montañas influyen poco en las polÃticas que orientan el curso de sus vidas y contribuyen a la degradación de las montañas donde viven. En efecto, hasta el presente, los ecosistemas de las montañas y la población local han sido objeto de poca atención en general de los gobiernos y organizaciones en todo el mundo, desigualdad que no sólo es peligrosa para la vida de las montañas, sino para la plenitud de la vida en cualquier parte.
LAS PRESIONES DE UNA ECONOMÃ?A DE MERCADO
Los agricultores de las montañas cultivan miles de variedades de plantas, muchas que sólo prosperan a determinada altura y en ciertos climas. A menudo, promueven el cruzamiento de variedades silvestres y cultivadas. En los Himalaya, por ejemplo, las variedades cultivadas y silvestres de árboles de limón, naranja y mango se cultivan unos al lado de los otros. En México, los campesinos siembran teocinte, un antepasado lejano del maÃz, cerca del maÃz cultivado.
Sembrar muchas variedades de un solo cultivo, e incluir variedades silvestres, facilita el desarrollo de nuevas caracterÃsticas a la vez que fortalece la diversidad genética de la especie y su capacidad de adaptación. Muchos agricultores de las montañas dicen que también mejora el rendimiento y elimina la necesidad de plaguicidas, herbicidas y fertilizantes.
Sin embargo, últimamente, cada vez más agricultores de las zonas de montaña se han sentido presionados a abandonar las antiguas prácticas por las técnicas agrÃcolas modernas de alto rendimiento, que no sólo exigen sembrar menos variedades de semillas, depender más del riego y aplicar más plaguicidas, herbicidas y fertilizantes, sino escoger cultivos especÃficos de frutas y hortalizas porque rinden más ganancias en la economÃa de mercado. Si bien algunas comunidades se benefician económicamente, para otras estos cambios representan enormes pérdidas. Algunas comunidades de las montañas, por ejemplo, han abandonado la crÃa tradicional de ovejas y cabras por la ganaderÃa. En consecuencia, se han eliminado bosques enteros para convertir las tierras al cultivo agrÃcola y la actividad pecuaria.