Recientemente, en el Foro Iztaxochitla de Yahoo Groups, comenzó el debate en torno a si los ríos subterráneos de las Grutas de Cacahuamilpa, en el estado de Guerrero, al sur de la Ciudad de México, deberían cerrarse porque el deterioro ambiental es muy elevado. Las "Grutas", como se conocen desde el siglo XIX, tuvieron desde el principio fama entre los viajeros extranjeros porque "no tienen fin". Por supuesto, los mismos guías de turistas fomentan en sus grupos al señalar que a partir de tal punto (hasta donde los turistas llegan)
Enfrentados a un dilema de conservación contra otro turístico (sea recreativo o deportivo) se enfrentan ahora las dos vertientes claramente señaladas: quienes se rebelan ante una prohibición de entrar a una caverna. Quienes abogan por la no prohibición tienen como argumento la dificultad de llevarlo a cabo realmente pero todos ellos, sin excepción, han mencionado que "Estoy en contra de la prohibición de acampar en los ríos subterráneos. Dormir en esas cuevas sigue siendo una de mis experiencias más bellas."
El principal argumento para prohibir acampar en las grutas es la preservación del lugar. Este argumento, pese a que la gran mayoría confunde con "terminar con la basura", tiene mucho más qué ver: se trata de preservar el equilibrio ecológico de un ecosistema y no sólo de eliminar la basura. Cada ecosistema tiene una capacidad de soporte a visitantes, misma que se ha utilizado mucho en los Parques Nacionales de los Estados Unidos, pero que aquí se omite. Un buen ejemplo son los ríos de Veracruz, que son alcanzados por una muchedumbre cada fin de semana.
Cuando uno se encuentra con el problema directo de conservar un determinado sitio, los problemas con aquellos que están familiarizados con él no hacen sino comenzar. A una prohibición se contraataca con una violación de las normas que se tratan de imponer. Sería deseable que ambas partes se dieran cuenta de la debilidad de sus argumentos para mantener su postura. Es cierto que sería difícil "eliminar la basura" con tan sólo prohibir acampar, pero con ello se restringiría el impacto ambiental a una zona determinada. También es cierto que sería difícil mantener la vigilancia.
No cabe duda que lo más importante de todo es una labor de educación sobre el problema que aqueja a la zona. Pero, para ser sinceros, muchas campañas de este tipo se han visto enfrentadas al fracaso porque se quedan en puros carteles y letreros. Mientras no haya un compromiso serio para conservar un lugar, cualquier esfuerzo no será más que puro papel.
Una propuesta de Leslie Molerio-León en que se evaluaría una caverna pueden tomarse en cuenta, pero a final de cuentas lo que realmente importa es ser honesto y preguntarse qué tan comprometido se siente uno como para que esa experiencia que fue una de las más bellas pueda llegar más allá de nosotros y no morir con nuestra generación.
En este número también se inserta un punto de vista personal acerca de los deportes extremos que surgió precisamente en el Foro Iztaxochitla.