Cuando B. Traven luchaba por colocar su novela Das Totenschiff (traducida al español como El barco de la Muerte), su editor, Ernst Preczang, le ponía objeciones a la narración en primera persona y, sobre todo, al final, donde uno no sabe si el personaje muere. Traven defendió su texto a toda costa y en cuanto al segundo punto, escribió a Preczang:
Quiero brindar al lector un obsequio más grande, porque espero que pertenezca a nuestro periodo de civilización. Quiero brindarle el obsequio de instarlo a imaginar la conclusión que él desee. Quiero que después de leer la novela el lector pueda seguir pensando, viviendo y escribiendo por su propia cuenta. No quiero exprimirlo sino incitarlo a pensar en cómo seguirán los acontecimientos. Sólo lo que él mismo piense es suyo, no lo que yo escriba.
Este punto de vista es fundamental: ¿qué quiere el escritor hacer llegar al lector? La literatura de montaña se ha visto obstaculizada por mucho tiempo por el eterno desenlace: alguien muere o alguien se torna héroe. Pocas obras han podido escapar de estos callejones sin salida. Obviamente, para los escritores de montaña que plasman en papel una vivencia que no tiene más que una sola cara (la suya) es mucho más difícil salir de aquí.
Recientemente Eduard Sallent nos hizo llegar el siguiente correo electrónico:
Hola Carlos
Cuando recibí tu e-mail, me alegré por tu felicitación. Gracias.
Pero cuando entré en vuestra página web y observé de dónde procedía, al primer momento quedé entre sorprendido y "flipado". La verdad, no esperaba que mi libro llegara tan lejos. No te puedes imaginar lo contento que me puse y que aún estoy.
Al leer la reseña, aún me sorprendí más. Para mí, Joe Simpson es como para los amantes del futbol, Pelé.
Me has hecho ver que he conseguido mi objetivo: cambiar la literatura de montaña de grandes héroes con sus grandes y exclusivas proezas por una historia de gente normal viviendo y sintiendo como todo el mundo.
La verdad es que no me costó mucho escribir toda esa historia. Primero porque para mí fue la mejor terapia para superar todo aquello. Y segundo porqué no tuve que disfrazar ningún sentimiento. Creo que es más fácil sacarlo todo tal y como es, sin tener que preocuparse uno por si quedará bien o si será el mejor. Somos así, cometemos errores y creo que al contarlos para los lectores, estos siempre pueden aprender sin tener que pasar por nuestras mismas situaciones.
Vuelvo a repetirte que me encantó tu reseña y lo que dijiste acerca de Mientras haya luz. Todo salió así porque antes que alpinistas éramos y somos amigos.
Si algún día tienes cualquier duda o quieres consultar cualquier cosa, no dudes en ponerte en contacto conmigo. Gracias por todo, me has hecho muy, muy feliz. Gracias.
Un saludo y hasta pronto.
Edu.
Curiosamente, tanto Eduard Sallent (Mientras haya luz) como Joe Simpson (Tocando el vacÃo, Este juego de fantasmas) se encuentran entre los que han evitado ese callejón sin salida que no representa al montañismo como es en realidad. El término correcto lo empleó Traven en 1925: "porque espero que pertenezca a nuestro periodo de civilización."
En este número aparecen dos títulos más: Besa o mata, de Mark Twight, quien también está revolucionando la literatura, además de la escalada de dificultad. El segundo es un gran clásico: La conquista del Cervino, de Edward Whymper.
¿Qué tienen en común estos títulos? Precisamente lo que menciona Traven: el lector los hace suyos a base de pensarlos, de leerlos concienzudamente. De esta forma, los títulos mencionados se caracterizan por algo importante: ser pioneros en la literatura. Whymper, al igual que Sallent, Twight o Simpson, han escrito esos libros capaces de modificar pensamientos y se convierten en esos escritores "nuestro periodo de civilización" tan deseados y buscados.
