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Montañismo y Exploración
El Tlaxquiche llegará al récord de los 400 ascensos al Popocatépetl
14 enero 2002

Murió el domingo pero esparcirán sus cenizas en el volcán







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René Ramón Alvarado y

Javier Salinas Cesáreo


Amecameca, Méx., 16 de enero. El Tlaxquiche (bestia de las nieves), como se le conocía a Esteban Luis Soriano Escobar, uno de los mejores alpinistas de México (sic), cumplirá su sueño de llegar al récord de los 400 ascensos al volcán Popocatépetl. No terminó la hazaña en vida pues murió el pasado domingo, a los 67 años de edad.


Sin embargo, sus familiares llevarán sus cenizas hasta el coloso que escaló 399 ocasiones, desafío que ningún otro mexicano ha logrado.


En su vivienda de Amecameca, como prueba de sus logros están las fotografías y trofeos que obtuvo gracias al rescate de cientos de personas que en los últimos 30 años fueron objeto de la furia de Don Goyo.


El Tlaxquiche nunca tuvo miedo al volcán pese al reinicio de la actividad en 1994. Siempre sirvió de consejero para los miembros de rescate alpinoi. “El Popo hará erupción pero será a largo plazo, no en los próximos años”. Hace 20 días ascendió para esparcir entre la nieve las cenizas de la hija de uno de sus mejores amigos.


Ivón e Ignacio Soriano Pérez, hijos del desaparecido alpinista, narran que su padre era el único hombre que en playera y short podía llegar a la cima y así lo testifica cada una de sus fotografías que como recuerdo de sus hazañas conserva la familia.


En su archivo personal Esteban Luis dejó el legado de cada uno de sus rescates que llevó a cabo en el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. Decenas de recortes de periódico hablan de las vidas que salvó y de los cuerpos que bajó de lo alto de las montañas, principalmente de extranjeros que, fascinados por la naturaleza de la región, perdieron la vida.


Fue un apasionado del salvamento: Doña Olivia Pérez Gaytán, viuda del Tlaxchique, recuerda que su mayor satisfacción fue haber participado en el rescate de las víctimas del sismo que en 1985 sacudió a la ciudad de México. Ahí rescató a una recién nacida del hospital Juárez. Quince años después recibió el agradecimiento de la jovencita que gracias a él y a su equipo de rescatistas hoy vive para contarlo.


 


Se fue como quería


Hace apenas una semana la bestia de las nieves encabezó una expedición de alpinistas españoles, quienes intentaban llegar al paraje del alcalican (sic, debe ser Cañada de Alcalican).


Cuando emprendían el descenso se le alteró la presión y su hija Ivón llegó a las faldas de la Mujer Dormida para trasladarlo a un hospital. Sólo sobrevivió cuatro días y la tarde del domingo 13 falleció en la Cruz Roja de Polanco.


“Mi pare dijo que quería morir en la montaña y ciertamente lo logró porque fue en el Iztaccíhuatl donde se inició lo que sería su muerte”, dice su hijo Ignacio.


Este sábado será objeto de un homenaje por parte de la Cruz Roja en el estado de México.


La Jornada

Enero de 2002





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