RELACI�N DEL ACCIDENTELa siguiente versión del accidente está considerada como la Oficial y está basada en:
1. La narración extensa hecha en Francia por Jorge Wingartz a Carlos Rangel, Entrenador en Jefe de la Asociación de Montañismo y Exploración.
2. Los datos obtenidos de la GendarmerÃa de Chamonix y del hospital de Chamonix a través del Consulado General de México en Francia.
Es el informe más completo que existe sobre el accidente ocurrido a nuestros compañeros Eusebio Hernández y Jorge Wingartz el 24 de agosto en el Espolón Walker, de la pared de las Grandes Jorasses.
ANTECEDENTESEn noviembre de 1994, Eusebio Hernández Andrade, Presidente de la Asociación de Montañismo y Exploración y Entrenador en Jefe del Grupo de Escalada en Roca, planteó ante la Asamblea de Entrenadores de la Asociación el proyecto de escalar varias rutas en los Alpes franceses, entre ellos la pared de El Dru y el Espolón Walker (éste último en la pared de las Grandes Jorasses) en el macizo del Mont Blanc. El proyecto fue aprobado en la asamblea por considerarse que:
a) La trayectoria del Grupo de Escalada en Roca era tan contundente que tales objetivos eran aceptables desde el punto de vista técnico y deportivo.
b) Los participantes reunÃan las caracterÃsticas necesarias para lograr con éxito tales objetivos sin poner en peligro su vida.
Los planes cambiaron cuando la Dirección General de Actividades Deportivas declaró ante los entrenadores de todos los deportes que, dada la crisis económica en la que vivÃa el paÃs, no habrÃa dinero durante el año para apoyar ningún proyecto deportivo. Entonces, los escaladores se dieron a la tarea de completar una ruta nueva en la pared de El Toro, en Potrero Chico, Nuevo León, misma que fue terminada en la época de Semana Santa y que fue publicada en la Gaceta UNAM a su debido tiempo.
Poco antes del inicio de las vacaciones administrativas de julio-agosto, a Eusebio Hernández le fue comunicado, en su calidad de presidente, que la Asociación de Montañismo podÃa disponer de un presupuesto para desarrollar proyectos. Los entrenadores responsables decidimos apoyar dos eventos con ese presupuesto:
1. Exploración en la Sierra Norte de Oaxaca, proyecto del Grupo de Exploración, y
2. Escaladas en los Alpes franceses, del Grupo de Escalada en Roca.
La segunda actividad serÃa realizada por Eusebio Hernández y el mejor de sus alumnos: Jorge Wingartz.
EL VIAJEEl profesor Eusebio Hernández y el alumno Jorge Wingartz salieron de la ciudad de México con destino a la ciudad de ParÃs, Francia, el dÃa jueves 17 de agosto.
Los primeros dÃas se dedicaron a comprar el equipo que les era necesario y a transportarse a Chamonix, lugar desde el cual comenzarÃan la ascensión. Estuvieron dos dÃas en Chamonix, durante los cuales terminaron de conseguir el equipo técnico que necesitaban, preguntaron acerca de los servicios de transporte y también se informaron del reporte meteorológico (Estación Meteorológica de Chamonix) y de los pronósticos del tiempo para los próximos dÃas.
El dÃa 22 de agosto subieron de Chamonix al refugio alpino llamado Les Chaux, cercano a la pared de las Grandes Jorasses, donde escalarÃan el Espolón Walker. Ahà pasaron la noche.
LA ESCALADA Y LA DECISIÃ?NEl dÃa 23 a las 3:30 de la mañana comenzaron a escalar por el glaciar y llegaron a subir hasta once largos de cuerda de la pared (aproximadamente 550 metros) durante el resto del dÃa. Sin embargo, la piedra estaba tan podrida y existÃa tal peligro en la escalada, que decidieron bajar de la montaña, pero como era tarde vivaquearon.
El dÃa 24 amaneció con mal tiempo y en medio de la tormenta comenzaron a bajar con el sistema de rappel. Como montañistas experimentados, los pasos que seguÃan durante el descenso eran los siguientes:
LA TÃ?CNICA USADA1) Colocaban dos cuerdas de 9 milÃmetros de grosor y 50 metros de longitud como lÃnea de descenso. Al final le hacÃan un nudo y pasaban un mosquetón por en medio. Esto lo hacÃan como una medida de seguridad suplementaria para el caso de que una piedra los golpeara y quedaran inconscientes.
2) Eusebio Hernández comenzaba a bajar primero hasta el punto donde terminaban las cuerdas y pudieran colocar nuevamente el sistema, lugar conocido entre los montañistas como "punto de reunión".
3) Una vez terminado el descenso de Eusebio Hernández, éste se aseguraba a puntos de anclaje fijos en la pared o que él mismo fijaba y luego daba la señal convenida a Jorge Wingartz para que descendiera.
4) Una vez juntos, Jorge se aseguraba y recuperaba la cuerda mientras Eusebio la colocaba para el nuevo descenso.
Las maniobras realizadas durante todo el descenso eran de la más estricta seguridad.
PRIMER ALUDAproximadamente en el sexto rappel (300 metros por debajo del punto más alto que habÃan alcanzado) y mientras descendÃa Jorge Wingartz, se desprendió de lo alto un pequeño alud de piedras. Eusebio se encontraba bajo un ligero desplome de la pared y se cubrió con la misma pared, mientras Jorge recibÃa la mayorÃa de los impactos. De este pequeño alud, Jorge perdió su casco y sufrió algunos golpes ligeros en la cabeza y los hombros.
Cuando se hubieron reunido, Eusebio le comentó a Jorge que habÃa sido un milagro que no le pasara nada más. Dadas las circunstancias, colocaron en el orden descrito anteriormente el siguiente rappel. En ese punto de reunión, habÃa una pequeña fisura en la que no cabÃa más que medio cuerpo, por lo que Eusebio le dijo a Jorge que si volvÃan a caer piedras se metiera a como diera lugar en esa fisura.
EL ACCIDENTEA las 10:20 de la mañana, puesta ya la cuerda para descender, Eusebio comenzó a bajar y cuando estaba como a cinco metros de distancia de Jorge, sintieron que la montaña temblaba y escucharon que caÃan grandes cantidades de rocas. Eusebio alcanzó a gritar a Jorge que se metiera a la fisura mientras trataba de subir con él.
Jorge metió la parte derecha del cuerpo, la cabeza (hay que recordar que no tenÃa ya un casco) y con el brazo izquierdo se la cubrió todo lo que pudo. Apretaba con todos sus músculos la roca. El alud pasó en unos cuantos segundos y cuando hubo cesado el ruido, Jorge comenzó a sentir un gran dolor en todo el cuerpo, pero sobre todo en la pierna izquierda. No sabÃa dónde se encontraba, pues no podÃa ver.
En un principio creyó que estaba doscientos metros abajo, sepultado por las rocas, pero el dolor le volvió a la realidad. No podÃa sacar su cabeza porque una roca se habÃa metido en la fisura y no lo dejaba moverse, pero finalmente se liberó y comenzó a gritar a Eusebio si se encontraba bien. Cuando volteó hacia el punto donde lo habÃa visto la última vez, no vio nada más que pared. Su compañero habÃa sido arrastrado por el alud.
Lloró con fuerza durante unos momentos (aproximadamente un minuto) y entonces se dio cuenta de que debÃa hacer algo para vivir. Se revisó y vio que su pie izquierdo no tenÃa una bota, que el traje de tormenta estaba desgarrado completamente y que tenÃa inflamada la pierna izquierda. Además, descubrió que la mochila que llevaba puesta le habÃa sido arrebatada por el alud.