Es
mi tercera vez en El Potreo Chico, Nuevo León, y siempre
me ha llamado la atención poder realizar una ruta que
llegue a la cima de El Toro. En mi segundo viaje me enteré
de que existen dos rutas que llegan a esta cima: la Paguvi
(primera ruta abierta en El Potrero Chico, por el IPN), y
Las Auras (ruta abierta por escaladores de la UNAM).
Las Auras no tenÃa repetición y eso me
motivó más para intentarla.
Todo esto se lo comenté a Santiago RodrÃguez,
amigo con el que he realizado bastantes escaladas. PodrÃamos
intentarla para el verano del 2000, fecha en la que irÃamos
por segunda vez al Potrero. Ã?l, contento, me dice que
sÃ.
Al parecer la vÃa no tiene muchas dificultades, graduada
como VI 5.10d pensamos que nos ofrecerá una escalada
divertida.
En la ruta nos percatamos de que muy pocas personas se acercan
a esta vÃa por lo que todos los agarres están
con una capa de sedimento bastante resbalosa y poco confiable,
al paso de los primeros largos nos percatamos de que el número
de protecciones por largo es de tres plaquetas de ángulo,
en promedio, de fabricación casera en pésimo
estado, mientras el espit que las sujeta se encuentra en las
mismas condiciones. Esto no alegra nuestra escalada. Los lugares
para colocar algún stopper o leva son bastante escasos.
En nuestro primer intento llegamos al décimo largo,
pero tuvimos que abandonar porque la bajada era rapelear por
la misma ruta y abandonar cinta tubular en cada reunión,
pero no tenÃamos suficiente para dejar en toda la ruta.
Para la semana santa del 2001 Santiago y yo planeamos nuestro
segundo intento a Las Auras ahora sÃ, bien preparados
pues sabÃamos lo que debÃamos enfrentar.
La ruta comienza por un colador bastante amplio (en inglés
gully) hasta llegar a una cuarta clase. Esta parte
de la vÃa es la que más sedimento tiene en la
piedra, lo que la hace bastante resbalosa. El primer largo
fue un 5.6 que subimos sin encordarnos.
Subo el segundo largo con el temor de la piedra resbalosa
y la larga separación entre las protecciones. Santiago
corre la misma suerte en el siguiente largo.
El cuarto es un offwith si se puede llamar asÃ
a una semigrieta de 40 centÃmetros de profundidad,
lo que hace que varias técnicas para librar estos obstáculos
sean imposibles de realizar. Comienzo a subir por algunas
salientes fuera de la grieta que me ayudan a avanzar sin tener
que meterme de lleno a la fisura, coloco el camalot más
grande con el que contamos y sigo avanzando poco a poco. Los
agarres exteriores comienzan a desaparecer o a fracturar y
la escalada se hace mas difÃcil. Un cable fijo bastante
podrido cuelga en este largo (nosotros suponemos que lo han
dejado abandonado los primeros que hicieron la ruta.) pero
la calidad del cable no me impide poner mi jumar en él
y ocuparlo como otro punto de seguridad, casi al final del
largo me caigo pero gracias al jumar una caÃda potencial
de 10 metros se convierte solamente en un colgón. Dudo
de la resistencia del cable, asà que me apresuro a
incorporarme de nuevo.
Los siguientes largos no presentan grandes dificultades y
los lugares para poner piezas son más frecuentes. Eso
nos da un poco más de seguridad, pero no mucha porque
la calidad de la piedra cada vez empeora más.
En el octavo largo decidimos hacer nuestro vivac en la repisa
donde estamos. Nuestro plan es fijar hasta el largo trece
y bajar a dormir aquà para comenzar mañana a
primera hora. Aseguramos aquà nuestro costal y seguimos
subiendo, ahora mucho más rápido, pues ya no
tenemos que subir a nuestro tercer compañero.
En el siguiente largo toca el turno a Santiago. Suertudo
él. Este largo es el mejor protegido ya que aquÃ
la ruta comparte este largo con la Paguvi que fue reequipada
hace poco. Llega sin ningún problema a la reunión.
En el siguiente largo diviso una travesÃa a la izquierda,
y sólo veo cómo esa lÃnea de plaquetas
nuevas se va hacia la derecha y a nosotros sólo nos
tocan tres protecciones oxidadas. En esta reunión oÃmos
voces abajo: cinco o seis personas suben por una cuarta clase
justo debajo de nosotros. Imaginamos que están haciendo
la Paguvi; les gritamos pero no contestan, asÃ
que continuamos.
La roca suelta se vuelve cada vez mayor y a mitad de la travesÃa
se me rompe un agarre bastante grande. Grito con todas mis
fuerzas "¡Piedra!, ¡piedra!" para advertir
a los de abajo. La piedra cae justo donde están pero
al parecer no le pegó a nadie. El incidente me pone
muy nervioso y ahora pruebo cada cosa que toco. Afortunadamente
no se cae nada más y llego a la reunión.
El siguiente largo es la parte más dura de la ruta
y le toca a Santiago. Sin decir nada se prepara y comienza
a subir. Esta parte atraviesa un diedro sumamente podrido.
Apenas comenzando, Santiago tira una pequeña piedra
que pasa cerca de mà sin tocarme pero que se dirige
hacia donde están los de abajo. Por suerte, tampoco
les toca. Más arriba Santiago se queda con un bloque
de piedra bastante grande entre las manos y lo que tiene que
tirar sin más remedio tras avisarle a los de abajo.
Un poco más arriba, un bloque de 90 centÃmetros
cúbicos se desprende asustándonos severamente
a ambos. Santiago lleva como siete u ocho metros sin proteger
y en una roca tan suelta no se puede confiar plenamente en
nuestras capacidades por lo que el miedo y el nerviosismo
nos invaden. Aun asÃ, Santiago llega a la reunión
y yo comienzo a subir.
En la reunión no comentamos nada y nos percatamos
que los compañeros de abajo comienzan a bajar, lo que
nos hace sentir un poco más aliviados.
En el siguiente largo la vegetación se hizo cada vez
más abundante. Frente a mà habÃa una
laja de piedra que se mueve, pero era inútil esquivarla
y tuve que pasar sobre ella rogando para que no se cayera.
Cuando llegué a la reunión, fijé la cuerda
y bajamos hacia el vivac. Hemos fijado dos cuerdas de 60 metros.
Al final del primer rapel me tomé de la roca para tratar
de llegar a la reunión y en ese momento se desprendió
un tremendo bloque que rápidamente traté de
acomodar en su lugar para que no cayera, pero me fue imposible,
asà que opté por cargarlo para aventarlo lejos
de Santiago, quien va debajo de mÃ. Era un bloque muy
pesado y no logré aventarlo más que unos cuantos
centÃmetros. El bloque cayó de lleno en el vivac.
Un golpe formidable.
En la repisa comentamos los pormenores de la ruta y decidimos
que al otro dÃa subirÃamos por las cuerdas e
iniciarÃamos el descenso. Comemos algo. Observamos
que desde la quinta nos observan y jugueteamos un poco con
aquellos observadores con las luces de nuestras lámparas.
Nos acomodamos y dormimos con el temor del desprendimiento
de rocas.
Al otro dÃa, mientras Santiago sube a quitar los cables
fijos, llegaron al vivac los compañeros de abajo. Son
del IPN y vienen a hacer la Paguvi. Les comenté
que vamos de retirada y nos ofrecen bajar por sus cables fijos
que han colocado un largo debajo de donde nos encontramos,
hasta el suelo, lo que agradecemos. Les decimos que tengan
cuidado con las piedras y nos despedimos. Y comenzamos nuestro
largo descenso hasta la quinta.
En la época que fue abierta esta ruta todavÃa
no era frecuente utilizar la graduación de peligrosidad
o exposición de una ruta pero por la separación
de las protecciones y su mala calidad sumado a la cantidad
de roca suelta que existe en la ruta, a mi juicio el grado
deberÃa tener las siglas R/X .