Charles Nicholl. La ruta de la coca. Un viaje por Colombia y por el submundo del tráfico de la cocaína. Ediciones B. Biblioteca Grandes Viajeros, Barcelona. 1997. 408 páginas. ISBN: 84-406-8016-3
Charles Nicholl, escritor británico, recibe el encargo de escribir una historia del "submundo de la cocaína" a principios de la década de los ochentas. "El primer principio del escritor de encargo es salir corriendo en pos de cualquier encargo imaginable." (p. 47) Así que viaja a Colombia y busca encontrar "la gran historia" sobre la droga, pero lo que encuentra en realidad es información de segunda o tercera mano.
"¿Había hecho yo todo aquel camino para escribir una historia sobre la cocaína? No sobre la difícil situación de los indios, ni sobre la política del subdesarrollo, ni la esquilmación de los bosques ni otra docena de temas que valen la pena, sino sobre la cocaína. Avaricia y locura en un puñado de nieve. Una ojeada barata y tuerta a las estribaciones de Sudamérica. Eso es lo que perseguimos, Malcolm [su editor]. (p. 49)
Después de la mitad del libro es cuando descubre lo que B. Traven, Egon Erwin Kisch y Günther Wallraff (entre otros) descubrieron al principio de sus carreras como escritores: que para hacer una historia real, hay que ser parte de la historia. Sin embargo, no va muy lejos y la información que vierte sobre el tema es de baja calidad, aunque la narrativa es muy ágil y logra transmitir lo que siente en su momento.
En una biblioteca de viajeros, La ruta de la coca se salva por dos episodios más bien cortos: Nicholl tiene que viajar a través del Chocó y de los páramos (ese ecosistema tan característico de Colombia) para poder seguir su historia. Al final, cuando es descubierto, decide gastar su último dinero en ir a la Sierra Nevada, a la tierra india alejada del tráfico de droga. Su encuentro con los indios es importante:
"Hemos visto muchas solicitudes como ésta... Los turistas vienen a vernos. Los doctores y los investigadores escriben sobre nosotros. La gente nos fotografía... Nosotros no obtenemos ningún beneficio. Nosotros, el pueblo indígena, no recibimos nada. Ellos vienen, toman y se van." (del indio arhuaco Napoleón, cit. en p. 385-386)
Europeo con mentalidad occidental, se desespera ante la reacción, pero se doblega.: "...había tardado lo mío en conseguir mi pasaporte para entrar en las tierras de los arhuacos porque era algo así como un pasaporte para entrar en otros tiempos." (p. 388)
Su viaje por la sierra dura poco más de una semana. Y aquí termina el libro, su "gran historia". Pero tiene tiempo de pedir excusas a Colombia:
"Este libro no es un panfleto a favor ni en contra del tráfico de drogas. Es sencillamente una historia. Sé que debo algunas excusas a los colombianos, porque como todo el mundo casi no hablo más que de su mala fama. Sólo puedo decir que este libro se fue haciendo —aunque sea una perspectiva extravagante— a partir de mi amor por Colombia y gracias a la calidez, el ingenio y la honradez de sus habitantes." (p. 405)
