CAMPAMENTO DOSEl campamento dos quedó ubicado a 6,700 metros, en una garganta de la arista noroeste. El panorama era magnifico: hasta donde nuestros ojos podÃan apreciar, se miraban cientos de montañas nevadas entre las que discurrÃan grandes glaciares que, a veces, hacÃa brillar el sol vespertino.
A nuestros pies, del lado chino, se veÃa el Glaciar K2, que por sus dimensiones gigantescas parecÃa dominarlo todo. Solamente habÃa un problema ahÃ: el viento era muy fuerte y representaba no sólo una incomodidad, sino también un riesgo; una vez el viento fue más fuerte de lo común y materialmente arrancó una tienda con todo y equipo yendo a parar a la tierra de Mao.
Cuando el viento se calmaba, la tarde era agradable y salÃamos a tomar fotografÃas. Entonces el pensamiento vagaba hasta los tiempos remotos en que los hielos de las glaciaciones cubrÃan gran parte de la Tierra; el paisaje debÃa haber sido similar entonces: un ambiente frÃo, todo rocas y hielo. Pero ahÃ, a pesar de las bajas temperaturas, surgÃa un cálido sentimiento poético que daba vida al lugar donde nunca antes la hubo. En esos momentos y en esa montaña habÃa vida: habÃa 23 corazones que latÃan con fuerza y aspiraban subir más y más, hasta la cima misma.
UN ALUD EN EL CAMPAMENTO TRES
A partir del 20 de julio tuvimos un periodo de buen tiempo que permitió que la expedición progresara rápidamente. El 26 de julio, después de siete dÃas de trabajo, se colocó el campamento III a 7,200 metros de altitud en el centro de la pared noreste:
"...lo forman dos tiendas para dos personas cada una, separadas unos treinta metros una de otra. Estaban levantadas en los dos únicos lugares que pueden tener un plano de tres metros cuadrados en la zona; prácticamente están volando y por ello están fijas a las rocas de alrededor con cables..."
La ruta original habÃa sufrido algunos cambios, pues a partir de los siete mil metros se abandonó la arista noroeste y se habÃa comenzado a escalar sobre terreno mixto en diagonal hacia el pilar norte por la pared noroeste. Con ello se trataba de alcanzar un corredor de nieve que conducirÃa hasta los 8,000 y que permitirÃa un avance más rápido que la arista, que presentaba problemas técnicos de escalada en roca.
Permanecer en el campamento III era toda una experiencia y más aún con mal tiempo. En una ocasión, a media noche, el sonido de nieve cayendo sobre el toldo de la tienda nos despertó. Un pequeño alud nos habÃa caÃdo sin provocar más consecuencias que la de mantenernos despiertos un buen rato. Pero un poco más tarde escuchamos sobre nuestras cabezas el sonido caracterÃstico de una avalancha. Era grande y pensé por un momento que en esta ocasión nos arrastrarÃa. Esperamos mientras el sonido creciente no dejaba lugar a dudas sobre la inminente caÃda de nieve. Y lo esperado llegó: pequeños granos de nieve comenzaron a golpear el toldo aumentando en cantidad y el ruido. Instintivamente colocamos las manos en el techo tratando de detenerlo. Nuestros corazones latÃan aceleradamente. El golpe de la nieve disminuyó mientras escuchábamos que la avalancha pasaba por un lado: sólo nos habÃa tocado una parte, tal vez la más ligera, de ella.
Durante la apertura de la ruta del campamento III al IV, una cordada, que estaba fijando cables en los 75 grados de la pendiente, fue barrida por un alud que los arrastró treinta metros provocándoles solamente golpes ligeros.
Desde el campamento III, la escalada se intensificaba. Originalmente se habÃa pensado en alcanzar un colador que ascendÃa por la mitad de la cara noroeste, pero debido a las condiciones de la montaña, no era posible realizar esa travesÃa y se ascendió por un pilar de roca hasta alcanzar la parte alta del colador, en donde ya fue posible efectuar la travesÃa hacia al izquierda por heleros de poca dificultad que permitieron llegar al pilar norte.
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