Las personas que han visitado últimamente el albergue
de Chalchoapan han podido observar el estado de lamentable
abandono en que se encuentra, las literas han desaparecido
casi en su totalidad, así como las mesas que había
en el centro, y vale más no hablar de la limpieza que
reina en el local.
Mucho se ha hablado y escrito acerca de la incutura [sic] y
salvajismo de nuestros excursionistas, inclusive hablando también
de Chalchoapan, se ha llegado a usar el símil del "animal
que se devora a sí mismo", por esta razón
me permitiré decir algo en defensa de nuestros montañistas,
sin pretender por ello negar que si existe la que se ha llamado
en nombrar incultura y salvajismo.
Pretender que un grupo de alpinista mal equipado, como son
la casi totalidad de los nuestros, que llegue mojado y aterido
por el mal tiempo al albergue de Chalchoapan se prive de secar
sus ropas en une buena fogata, y se duerma con la ropa empapada
envuelto en una humilde cobija, si acaso la lleva, es desconocer
por completo la naturaleza humana.
Es muy fácil decir, cómodamente instalado en
el Hogar o en una mesa del Café, que no se deben quemar
las literas, o bien hablar de las veces en que, cómodamente
instalados en "sleeping bags" se han pasado noches
placenteras en el albergue, pero desgraciadamente son pocos
los alpinistas "autóctonos" que cuentan con
el equipo apropiado para pasar una noche en Alta Montaña,
cosa que hace indispensable el que haya en el albergue un buen
fuego u otro sistema de calefacción.
Para proseguir este conato de estudio sobre el problema de
los albergues es indispensable dividir a los alpinistas en dos
categorías para estudiar los problemas particulares de
cada grupo:
A) Clubes bien organizados que cuentan con bastantes socios
aptos en técnica montañera efectuando numerosas
ascensiones anuales a los volcanes.
B) Clubes pequeños (En cuanto a preparación) o
grupos de amigos que hacen una o dos ascensiones anuales.
El problema es, desde luego, el grupo B, ya que por falta de
organización es más difícil controlar,
además de que su equipo, por inadecuado los hace estar
más expuestos a los rigores de la naturaleza; toca, por
lo tanto al grupo A solucionar el problema ya que son ellos
los que usan el albergue con mayor frecuencia.
El grupo A efectúa dos tipos de volcanadas: las llamadas
"magnas" o para novatos y las de primera fuerza o
sólo para alpinistas expertos. En las magnas siempre
llevan bestias de carga. Sería mucho pedir que llevasen
un poco de leña adicional para formar un depósito
de emergencia?...
Desgraciadamente, dado el natural egoísmo humano, creemos
muy difícil llevar a cabo esta idea, sin embargo la exponemos
a ver si acaso...
Juzgamos que sin una autoridad es imposible hacer algo, por
tal motivo es impensable formar un Patronato que se encargue
del mantenimiento en buen estado de los albergues, sugerimos
que en este patronato estén representadas las centrales
excursionistas, Federación, L.I.Z.E, GRUPO LOS CIEN etc.
y 4 o 5 de los principales clubes "libres".
El primer paso del Patronato sería reconstruir y poner
en condiciones el albergue, cosa que con buena voluntad no es
imposible.
Después, aquí viene lo peliagudo, cuidar del
conservamiento, para esto lo único viable es mantener
una estricta vigilancia y procurar que siempre haya provisión
de leña o cualquier otro combustible a efecto de evitar
la tentación de quemar las literas.
Sería ideal conseguir un indígena que viviera
permanentemente, o al menos durante la temporada de Octubre
a Enero, vigilando el albergue, a esta persona se le pagaría
un sueldo, independientemente de que podría hacer buen
negocio vendiendo café y provisiones.
En el caso de que nadie quisiera hacerse cargo de la "chambita"
el único remedio sería hacer un rol de guardias,
encomendadas a los clubes más serios, éstos operarían
en forma similar a las guardias que en un tiempo se hicieron
en el albergue de Paso de Cortés, el domingo por la tarde
cerrarían el albergue que permanecería así
hasta el sábado siguiente en que el nuevo turno lo abriría.
Naturalmente que para solventar todos los gastos habría
necesidad de cobrar la entrada al Refugio, no creemos excesivo
pagar $0.50 o $1.00 con tal de pasar una noche confortable.
Aquí es donde surgirán las protestas del respetable
público, imagino que las principales objeciones serán
estas:
A) Poner trabas a los excursionistas "pobres" que
no tienen para pagar una noche de hospedaje.
B) Que el hecho de que el Refugio permanezca cerrado entre semana
perjudica a alpinistas que excursionan en esos días.
No obstante estas objeciones son de fácil solución,
dividir el refugio en dos partes una grande y otra más
pequeña, la parte posterior del Albergue de Chalchoapan,
serviría para este fin, y aislarlas con un muro o puerta.
Dejando siempre abierta la parte pequeña a efecto de
que pueda ser usada por grupos pequeños que excursionen
fuera de los días habituales o que no tengan para pagar
la pequeña cuota de entrada. Recalcamos que, por mucho
que maltraten este anexo estará, por lo menos, en las
mismas circunstancias en que se encuentra actualmente el Albergue,
con la ventaja de que el refugio principal se conservará
en buen estado para uso de la mayoría.
Además, no hay ningún inconveniente para que
grupos de reconocida solvencia y seriedad se les facilite las
llaves cuando así lo soliciten, entendiéndose
naturalmente, que se hacen cargo del conservamiento del albergue
durante su permanencia en él.
Para terminar, queremos poner las páginas de Alpinismo
a las órdenes de cuanto excursionista quiera hacer una
sugestión o crítica de los proyectos que surjan
para esta obra que juzgamos de urgente necesidad. Así
es que no lo piense más y escriba, denos su opinión,
su apoyo, o su crítica, pero no permanezca indiferente.
© Alpinismo, revista mensual. Tomo 2, número
13, octubre 14 de 1950. Páginas 5-6.