Lumholtz fue quien primero la apreció, pero no tuvo la suerte de atravesar esta extensa zona, así que lo que hagamos será considerado como de primera importancia, seremos pioneros. Pero, ¿cómo no serlo en la Sierra Madre Occidental? ¿Cómo, si de repente se abre una puerta, se nos ofrece un banco para sentarnos, un amigo para obtenerlo y una voz cargada de milenios para aprender? Tal es la voz de la sierra. Tal es la voz del hombre.