Xinantécatl, gigante del Valle, que de tanto verte y
por estar tan cerca, olvidamos la belleza de tu cima y la hermosura de tus montes.
Sólo concedes el privilegio de mostrar tus fuentes al
curioso admirador de la naturaleza.
Sólo muestras tus espléndidos panoramas al osado
y al voluntarioso que llegan a tus elevados picos.
El hombre de la ciudad, víctima de su confort se aleja
de tus cimas y únicamente cuando te cubre de nieve, admira
tu manto blanco, no conoce de cerca tu gris desnudez.
Tu edad evoca tu nacimiento, semejante al pintado por la magia
de Walt Disney, entre fuego y lava hirviente, entre poderosas
explosiones y sacudimientos.
En épocas pretéritas el habitante del valle,
hizo de ti un culto, convirtiendo tu cráter en adoratorio
y el significado de tu nombre es objeto de diferentes interpretaciones.
Narra Bernardino de Sahún, el fraile prodigioso, refiriéndose
al Xinantécatl que: "Una idolatría solemne
se hacía en esta laguna... Hay otra agua donde también
solían sacrificar que es en la provincia de Toluca, o
junto al Pueblo de Calimaya; es un monte alto que tiene encima
dos fuentes que por ninguna parte corren; el agua es clarísima,
y ninguna cosa se cría en ella porque es frigidísima.
"Una de estas fuentes es profundísima, parecen
gran cantidad de ofrendas en ella, y poco tiempo ha yendo allí
religiosos a ver esas fuentes, hallaron que una ofrenda había
sido recientemente ofrecida, de copal, papel, y petates pequeñitos,
que hacía muy poco que se había ofrecido, y estaba
dentro del agua; esto fue en el año de 1570, y uno de
los que la vieron fue el P. Fr. Diego de Mendoza, el cual era
al presente Guardián de México, y me contó
lo que había visto..."
Gaspar de Covarrubias, Alcalde Mayor de las minas de Temascaltepec,
en su relación del año de 1579, dice:
"...dizen tiene en lo alto un güeco grande, ancho
más de un quarto de legua, en el qual y dos lagunas de
agua; la una muy clara y la otra de color negro, donde en su
gentilidad se dize hacían sacrificios..."
Respecto al origen del nombre Xinantécatl, las opiniones son diversas:
a):- Antonio Peñafiel al referirse al Xinantécatl
dice que tal vez deba ser Chinantécatl, habitante de Chinantla.
b):- Manuel de Olaguíbel, dice que Xinantécatl
significa: "Señor desnudo, de Xipetztic, cosa desnuda,
y Tecate, señor."
c):- Cecilio Robelo, con relación a Xinantécatl,
concluye que tal cual está escrito, no se presenta a
ningún análisis etimológico, y al referirse
al significado que a Xinantécatl da Manuel de Olaguíbel,
afirma: "ni está desnudo ni es señor. Desnudo,
se dice en mexicano, de nueve modos, pero ninguno de ellos se
acerca o se parece a Xipetztic, que significa "liso".
Pero si significara "desnudo" y técatl, señor,
el nombre sería Xipetztécatl... En cuanto a técatl,
hace mucho tiempo que vengo oyendo que lo traducen por señor
pero hasta ahora no conozco el fundamento de esa traducción;
Señor, se dice en mexicano tlatoani, tlacahua, excua,
tlatquihua, tlácatl, tecutli, o teuctli y tlatoca, ya
se ve que ninguno se parece a técatl..."
d):- Fernando Ixtlilxóchitl dice que Xólotl al
entrar al Valle de Toluca: "...y se fue a otro cerro muy
alto y que se dice Chiuhnauhtécatl".
e):- Gaspar de Covarrubias, en la relación mencionada,
refiriéndose al Xinantécatl, narra: "...está
una cierra nebada, que todo el año tiene niebe, a quatro
leguas y media del pueblo de Texcaltitlán a la parte
del septentrion, quen su lengua se dizen Chicnaguitécatl,
que quiere decir "nuebe cerros" porque los tiene a
la redonda de sí..."
f):- Francisco del Paso y Troncoso afirma que el "Chicnaguitécatl"
a que se refiere Gaspar de Covarrubias, escrito correctamente
sería "Chicnauitécatl". Y mejor
aún Chicunauitécatl, concluyendo
que éste nombre se ha corrompido tanto con el tiempo
que actualmente lo escriben y pronuncian Xinantécatl.
El arqueólogo José García Payón,
ha hecho un magnífico estudio respecto a la etimología
de "Xinantécatl" afirmando que los otomíes
llaman al volcán: "tastobo" que significa "montaña
blanca" de tasi, blanco, y tobo, montaña, y concluye
que Xonantécatl no es más que un barbarismo de
Ciuhnauhteca, o Chiunauteca, tal como está escrito en
la Historia Tulteca, y que es el nombre de una provincia que
perteneció a los toltecas de Tollan, y que se refiere
al territorio ocupado por los matlazincas. Sigue diciendo: "Debo
decir que considero que dicha palabra, tal como está
escrita en la historia en cuestión, es errónea,
debiendo ser Xiunauhteca, de Xiuhtic, color turquesa, o bien
de Xiuhcoac, nombre mitológico, culebra azul; la flecha
del dios Huitzilopochtli, y de Nahui, cuarto, que en composición
forma Nauh."
Termina el señor Payón diciendo que "Xiuhnauhteca",
da origen a Xinatécatl.
Por último el señor Ingeniero Jorge L. Tamayo,
autor de la Geografía General de México y la señorita
Luz Esperanza de Yarza, autora de la obra "Los volcanes
de México" expresan, el primero que los aborígenes
le llaman Xinantécatl, que significa señor desnudo,
posiblemente debido a que sólo algunos meses está
cubierto de nieve y el resto del año ofrece al observador
picos erguidos, carentes de vegetación y la segunda que
Xinantécatl (señor desnudo) quizás porque
la mayor parte del año no tienen nieve.
ALTURA
El señor Ingeniero Jorge L. Tamayo y la señorita
Luz Esperanza Yarza, fijan la altura de 4,558 [metros] como
la más alta registrada en el Pico del Fraile [el pico
mayor del volcán], pero, la tabla de alturas más
conocida es la que aparece en la primera parte de la obra del
Arqueólogo José García Payón "Zona
arqueológica de Tecaxic-Calixtlahuaca" que precisa
las siguientes alturas del Pico del Fraile: 4,578.0 Dollfus;
4,564.1 Buckart; 4,621.4, Humboldt; y 4,558.0 Heilprin.
A. de Humboldt, atraído por la majestuosidad del Xinantécatl
que en el año de 1803 debió presentar un aspecto
imponente por sus montes totalmente cubiertos de coníferas,
ascendió al volcán el 29 de septiembre del mencionado
año, sin que nos haya sido factible adquirir la narración
de esa ascensión y los estudios que realizó en
su cima, ignorando si la intrepidez de este notable hombre de
ciencia lo llevaría hasta los más altos picos,
cuya ascensión ofrece serias dificultades que se agravan
al descenso.
UNA EXCURSIÓN AL XINANTÉCATL
Años atrás, un tren anticuado o raro tranvía
de una desaparecida empresa ferrocarrilera, llevaba a los excursionistas
a esta Ciudad de Calimaya, que se halla en la falda del volcán.
En esa época, antes de la llegada de los taladores organizados,
las faldas y estribaciones de la montaña, estaban cubiertas
en su mayor parte de pinos de todas las especies; zonas de encinas
y la fauna era abundante y variada; el cazador fácilmente
encontraba su presa favorita, el venado, y aquel y el excursionista
frecuentemente se desorientaban en los lugares densamente poblados
de pinos; el aspecto de los montes era atrayente e impresionante.
Los excursionistas iniciaban sus ascensiones desde Calimaya
en las tardes, acampando siempre en alguna de las "vaquerías"
habitadas por pastores; la choza de zacatón suplía
entonces a la tienda de campaña de hoy y guarecía
del frío; el pastor, hospitalario, obsequiaba o vendía
leche, crema, queso y enchiladas, comestibles preferidos del
excursionista.
Para nosotros, noveles en el deporte del montañismo,
estas excursiones dejaban gratas impresiones; la luna de la
noche de invierno semi-alumbraba el paraje y el alegre excursionista
se refugiaba en la rústica choza; la cena, el silencio
de la montaña, la soledad, en otras ocasiones el ruido
de los árboles movidos por el viento, el monótono
correr del agua en el arroyo y extraños ruidos, grabaron
en nosotros recuerdos imborrables.
Nuestra juventud se imponía al frío del amanecer
y antes de la salida del sol, algún improvisado guía
principiaba a subir; ninguno pensaba en la distancia y al cabo
de algunas horas, la ruda caminata desalentaba a los excursionistas.
Aún recordamos el cansancio extenuante que detenía
a los excursionistas al llegar a los arenales.
La herradura decían los conocedores. Así llamaban
a la zona arenosa que da vuelta a uno de los picos del volcán,
cuyo trayecto requería esfuerzos agotantes.
Al final de la herradura, se llegaba a uno de los puertos del
volcán; el que ha visto por primera vez, con sed intensa
las lagunas, siente la emoción que debe sentir el viajero
del desierto que perdido descubre un oasis; el ánimo
mejora y la sed se sacia en la fría agua.
Laguna de la "luna" dicen se llama y la laguna de
"el sol" llaman a la más grande.
Nuestra poca experiencia en el montañismo y la fatiga
imponían el fin de la ascensión. Sólo años
después, montañistas más preparados, nos
llevaron, no sólo a las lagunas, sino a los grandes picos.
Esta ascensión antes y ahora puede figurar entre las
más notables; desde las lagunas, lentamente, con la lentitud
que impone la respiración difícil y los rítmicos
movimientos del corazón que se aceleran peligrosamente
cuando se pretende caminar con rapidez, se llegaba al crestón
inferior de "El Campanario". Los crestones que llevan
este nombre, semejan torres escalonadas, desde lejos.
La subida al campanario, es impresionante; rocas gigantescas
forma el muro oriental y de pronto, a media ascensión,
ver hacia abajo nos espanta, tal es nuestra pequeñez
comparada con la altura de la pared a cuya mitad nos encontramos;
se llega al fin del crestón y una pequeña plataforma
de lajas, sirve de escalón para continuar a otro crestón,
pero al final, el que forma el pico "El Fraile" se
presenta colosal, imponente, inaccesible, semeja estatua de
monje con largo manto, dando la espalda.
Aquí la erosión se aprecia en toda su magnitud,
el aire, el frío, el agua, el hielo, el calor, rompen
la fuerte roca, formando un cúmulo de lajas que hacen
al montañista difícil el equilibrio.
La parte final de esta ascensión, en invierno, es sumamente
difícil y peligrosa; la nieve oculta las verdaderas trampas
en las cuales se hunde el excursionista; la roca o la laja de
aristas cortantes, son inestables y el peso del cuerpo al sujetar
una laja puede provocar una avalancha y rodar al abismo.
Trepando y venciendo obstáculos, el montañista
llega a la cúspide estrecha y peligrosa por la inestabilidad
de las rocas y el cúmulo de lajas; aquí el precipicio
pasma por igual al débil y al fuerte.
Trepados en la parte más alta del volcán, los
excursionistas contemplan el panorama maravilloso; el cráter
forma inmenso circo; sus paredes de variados colores, las azules
lagunas, cuyos colores se tornan o se descomponen presentando
el conjunto hermoso paisaje; crestones que forman caprichosas
y dentadas paredes del cráter; hacia el sur, el abismo
que se pierde en los arenales; extensas zonas de zacatonales;
de trecho en trecho árboles deformes, torcidos por el
viento o quemados por el rayo y después alrededor del
volcán, el verde monte, con dorados colores; a lo lejos
los valles, silenciosos, cordilleras escalonadas, la ciudad
y los pueblos que se pierden en la lejanía.
A veces, repentinamente las nubes que se forman rápidamente,
envuelven al excursionista y todo el panorama desaparece, para
aparecer nuevamente con nuevos colores; el viento helado es
intenso y en otras ocasiones el sol calienta agradablemente.
Cuando el montañista tiene la suerte de ver nevar, ya
nunca olvida la singular belleza de ese momento único
en esta altitud.
Antes, el descenso hasta Calimaya, era penoso por exceso de
fatiga; ahora en las excursiones que se inician desde el cráter
o desde los arenales, la fatiga es menor y la excursión
se hace más agradable.
© Alpinismo, revista mensual. Tomo 2, número
16, enero 16 de 1951. Páginas 15-17.