La mañana del 3 de Septiembre lucÃa espléndida
cuando una columna compuesta por 27 montañistas del Exploraciones
de México emprendieron la marcha desde Tlamacaz, con
intención de hacer el recorrido "Grietas-Cráter
y Circunvalación al mismo", al frente Mario Albarrán
y cerrando la larga hilera, Ignacio Grandini.
Al poco tiempo el banco de nubes que se veÃan a sus
pies, fué ascendiendo, cubriéndoles completamente
de neblina, alrededor de las 9:00 a.m.
Durante la marcha por los arenales se encontraban a numerosos
vulcanistas que, desistiendo de su intento, regresaban al abrigador
abrigo de los autos y camiones, gran parte de estos excursionistas
lucÃan el escudo del Club Anáhuac.
E grupo prosiguió su ascenso por la ruta directa a las
grietas, intermedia entre la Barranca Seca y la del Ventorrillo,
durante el camino escucharon varias detonaciones, que supusieron
venir del cráter, producidas por cohetes, con las que
algún club celebrarÃa un acontecimiento, costumbre
nociva ésta, que ha ido tomando raigambre en el medio;
todavÃa en esta parte se toparon con algunos miembros
del Club E.M.A. que emprendÃan el regreso.
Al filo de las 12:00 Hs. se aprestaron a calzarse los spikes
[crampones], en aquel momento la niebla los envolvÃa
totalmente, la temperatura fluctuaba entre los 5º bajo
cero y los 5º sobre cero. Entre chistes y bromas amenizaban
la delicada operación de ajustarse los crampones, sin
imaginarse siquiera que en poco tiempo serÃan los actores
de uno de los más tristes capÃtulos que han llenado
de luto a la familia montañera mexicana...
Al oÃr repetidas voces de auxilio, y fieles a un principio
de humanidad decidieron modificar su ruta, a efecto de prestar
ayuda a quien lo solicitaba, al efecto seleccionaron un grupo
de 5 personas, las de más confianza, para que se adelantaran,
siguiéndolos el resto de la columna, a poca distancia.
HabÃa pasado una media hora desde que emprendieron la
marcha, y habiendo ya rebasado el cantil que forma la herradura
de la Cañada Central, cuando se produjo la avalancha
que arrolló al grupo del Club Anáhuac, y al del
Exploraciones de México.
La escena es digna de la pluma de Dante, para describirla,
la silenciosa pero implacable ola iba arrasando cuanto montañista
encontraba en su camino, los alpinistas horrorizados veÃan,
sin poder hacer nada, como iban siendo devorados sus compañeros
colocados allá arriba, sintiendo al poco tiempo la imborrable
impresión de ser apresado en la movediza ola, volando
el cantil, yendo a caer algunos cerca de la llamada Cruz de los comandos.
Dentro de esos minutos de terror, situaciones curiosas: Luis
Márquez dio una voltereta completa, quedando debajo de
una roca, que le sirvió como dique, viendo como a su
lado eran arrastrados sus compañeros... Aurelio Frutos,
quien venÃa a la zaga del grupo, encordado a un americano,
alcanzó a refugiarse tras una roca, siendo testigo presencial
de la catástrofe, junto a estas peripecias, otras menos
afortunadas, ángel Sánchez Calderón, quien
acababa de inscribirse como socio el viernes anterior, quedó
clavado en la nieve cabeza abajo, a pocos pasos de él,
el retaguardia del grupo, Ignacio Grandini, se aprestó
a desenterrarlo, ayudado por otros elementos, esfuerzo vano,
cuando lo sacaron ya la vida habÃa huido de este joven.,
inútil fue que su mismo hermano le diese respiración
artificial y tratara de reanimarlo...
Imaginen ustedes la situación, poco a poco iban emergiendo
de la nieve los alpinistas semisepultados, que difÃcilmente
reÃan estar vivos, lentamente se palpaban los miembros,
sacudÃan la nieve y procedÃan a ver si habÃa
otros supervivientes, el silencio era pavoroso, la neblina ahogaba
los sonidos y dificultaba el salvamento.
En esta ocasión el veterano Fernando Wáshington
[sic] tuvo una magnÃfica actuación, pese a tener
fracturada la rótula, organizó al maltrecho grupo,
con ayuda de los menos averiados encordó a los elementos
novatos, prestó los primeros auxilios y procedió
a conducirlos, sanos y salvos a Tlamacaz, donde permanecieron,
en espera de los que se quedaron auxiliando al finado Sánchez
Calderón, hasta cerca de las 10:00 p.m.
El guÃa, Mario Albarrán, fue arrastrado a gran
distancia de su grupo, ante la imposibilidad de subir, debido
a la flojedad de la nieve, removida por la avalancha, optó
por bajar al "Canario", a solicitar la ayuda de la
Patrulla de Guardia del Socorro Alpino, comandada en esta ocasión
por el Lic. Toledo Villarreal y el Dr. Juan Antonio López.
Una vez que llegaron al sitio del accidente, auxiliaron a José
RodrÃguez del Club Anáhuac, habiéndose
encargado el Lic. Toledo Villarreal de bajarlo, este muchacho
se encontraba descalzo, al parecer su estado de ánimo
era bastante bueno, el Presidente de la Federación lo
dejó al cuidado de un grupo comandado por Luna, del Club
Aconcagua, quien a su vez lo entregó a otros elementos
de su mismo club.
Una vez que el Dr. López certificó el fallecimiento
de Sánchez Calderón fue bajado por sus compañeros,
como el hermano del occiso permanecÃa junto a éste,
y tomando en cuenta la impresión que podrÃa causarle
y las funestas consecuencias que esto podrÃa acarrearle,
se le ocultó la verdad, simulando que aún estaba
vivo, por lo que fue necesario bajarlo con todo cuidado, a tal
efecto Mario Albarrán, pese al terrible desgaste que
significó para él subir dos veces y la tensión
nerviosa por ser el guÃa del grupo, tuvo que cargarlo,
iniciando el penoso descenso, de cerca de [?] horas, el hermano
se adelantó con otro muchacho.
Cuando aumentó la oscuridad, aproximadamente a las 7:30
p.m. el cuerpo fue dejado en un sitio fácilmente identificable,
habiendo sido rescatado al dÃa siguiente por elementos
del propio Club de Exploraciones, al mando de AgustÃn
Hernández y Carlos Palomé.
Hasta aquà los hechos anteriores (más o menos
desfigurados y torcidos) ya han sido dados a conocer por la
Prensa, lo que nadie se molestó fue en relatar los movimientos
del otro grupo afectado por la avalancha, nos referimos al Anáhuac,
Alpinismo, fiel a su propósito de dar a conocer la realidad,
presenta ahora los movimientos de este grupo, según la
versión que nos proporcionaron Ramiro Mosqueda y Roberto
Ã?lvarez, socios de este Club.
Con el objeto de hacer un intercambio de Banderines en el Cráter,
en la madrugada del trágico domingo salieron de Tlamacaz
los grupos Anáhuac y Cotopaxi (que harÃan el intercambio),
acompañados por el Club K2, que servirÃa de testigo.
Tomando en consideración que a esta ascensión
acudÃan varios novatos se dividió el contingente
en dos grupos: uno, el más numeroso, subirÃa por
la ruta de las Cruces, el otro, formado por 7 elementos, harÃa
la ascensión por la ruta del Ventorrillo, éste
último grupo estaba formado por tres muchachos del K2,
VÃctor N., Alejandro N., y otro más, no identificado,
y cuatro del Anáhuac, a saber ángel Noria MartÃnez,
José RodrÃguez (q.e.p.d.) Manuel Jiménez
y José MartÃnez.
Estos alpinistas lograron la ascensión hasta el borde
del cráter, por el mal tiempo imperante optaron por descender
rápidamente, tanto más que ya José RodrÃguez
empezaba a quejarse de congelamiento en los pies, pues por usar
botas "conscriptas" no gozaba de gran protección.
En el descenso el tiempo empeoró, disminuyendo la visibilidad,
el grupo necesariamente tenÃa que bajar despacio, principalmente
por el mal estado en que se hallaba José RodrÃguez
y por el hecho de que José MartÃnez en lugar de
piolet llevaba una pica. Demostrando poco compañerismo
(y hasta falta de sentido de responsabilidad) dos socios del
K2 se negaron a permanecer con el grupo, descendiendo a gran
velocidad, sirviéndoles de despedida la reconfortante
(?) frase "Arréglense como puedan".
La falta de visibilidad ocasionó que el grupo se desviara,
yendo a parar en la fatÃdica Cañada Central, aquÃ
José MartÃnez (a) "El Maestro" perdió
pie, rodando cuesta abajo...
En un esfuerzo desesperado por salvarlo, Ã?ngel Noria
MartÃnez, el guÃa, se lanzó en tobogán,
sin poder alcanzarlo, ni siquiera localizarlo, al poco tiempo
se le juntó el resto del Grupo, inquiriendo por la suerte
de MartÃnez, Ã?ngel Noria se limitó a contestar:
"vamos a rezar por el maestro, pues ya se mató"...
Bajo la terrible impresión nerviosa (hay que recordar
que era el guÃa) y convencido del fatal y lógico
desenlace del trágico resbalón sufrido por su
compañero perdió por completo la voluntad, y deseos
de descender.
Dándose cuenta de su estado, aunado al hecho de que
José RodrÃguez empeoraba, empezaron a gritar pidiendo
auxilio, asà mismo buscaron una roca donde poder guarecerse
con los dos muchachos, inhabilitados de momento para valerse
por sà mismos.
El temporal proseguÃa, creciendo la intensidad del aire,
una ráfaga repentina sirvió para disipar un tanto
la neblina, en este momento les fué posible ver borrosas
siluetas humanas, que se dirigÃan hacia ellos.
Para apresurar el salvamento, y evitar la posibilidad de no
ser localizados los dos muchachos que quedaban sanos optaron
por salir al encuentro de la columna de rescate, a tal efecto
descendieron a establecer contacto.
Una vez que se aprestaban a volver por los heridos fueron sorprendidos
por la avalancha, que los segó como a frágiles
espigas.
Ahora bien, tanto RodrÃguez como Noria, (que fueron
los muertos), no fueron alcanzados por la avalancha, esto es,
la avalancha nació debajo de ellos, las causas de su
fallecimiento hay que deducirlas, lo que es relativamente fácil.
Posiblemente Noria se recuperó un poco del "shock"
nervioso, y trató de reconfortar a su compañero,
para ello no encontró mejor método que quitarle
las botas y frotarle los ateridos pies con nieve, para devolverle
la circulación, posteriormente al darse cuenta de la
magnitud del desastre que se desarrollaba a sus pies, perdió
la razón, y quizás con la intención de
ayudar, se lanzo cuesta abajo, en un salto suicida, todavÃa
se oyó una voz, probablemente la de RodrÃguez
que gritaba "Ahà va uno" o "ahÃ
va el guÃa", los testigos no se ponen de acuerdo
en las palabras textuales.
Este infortunado montañista no fué localizado
sino hasta el martes, por la patrulla del Socorro Alpino, quien
lo entregó a sus compañeros, que asà colaboraron
con el rescate.
La causa probable de la muerte de RodrÃguez es pulmonÃa,
o quizás el shock nervioso.
Asà pues, el saldo de esta tragedia es el siguiente:
Tres muertos y varios heridos: Fernando Washington con la rótula
fracturada, Jesús Uriega con el tobillo dislocado y paralización
momentánea (dos dÃas) de las piernas, Ã?ngel
Gómez Gil y Juan Arellano con los tobillos fracturados,
Mario Albarrán, Aurelio Frutos, y Manuel Jiménez
con ceguera producida por la nieve, José MartÃnez
(que rodara antes de la avalancha) con quemaduras por la nieve,
golpes contusos y shock nervioso, y el resto del grupo con golpes
más o menos fuertes.
Como hechos que hay que destacar la magnÃfica actuación
que tuvieron el Dr. Juan Antonio López, Mario Albarrán,
Fernando Washington, y los pocos elementos del Anáhuac
(5, de ellos 2 maltrechos que ayudaron al rescate).
Como cosa reprobable hay que citar la inexplicable actitud
de algunos socios de los Clubes K2 y Cotopaxi, que pese a haber
compañeros suyos heridos y encontrándose descansados
(por no haber hecho la ascensión) no siquiera salieron
de Tlamacaz, negándose más tarde, en la madrugada
del lunes, a llevar en su camión a otros muchachos, comandados
por Fernando Lipkau y Andrés Segura, que habÃan
subido de Amecameca a prestar ayuda.
Y más que nada, la escandalosa actitud asumida por la
Prensa metropolitana, que torció los hechos, echando
a colar su fantasÃa, dando pie a malas interpretaciones,
transigimos que los periodistas que desconocen de Alpinismo
metan la pata, pero que elementos que se catalogan cronistas
de alpinismo lo hagan, no nos cabe en la mente.
Reconocemos que el periodismo exige gran premura, siendo el
tiempo insuficiente, pero, francamente, hay cosas que escribieron
estos señores reporteros que, no tienen perdón.
A continuación daremos nuestro juicio sobre el accidente
y rectificaremos algunas notas publicadas, al hacer esto no
queremos presumir, de "catedráticos de la montaña",
ni mucho menos, por el contrario nunca hemos sido vanidosos,
lo que nos ha permitido confesar lo que desconocemos, siendo
asà posible consultar, como lo hicimos en esta ocasión,
a varios de nuestros más avezados y conocedores montañistas,
y con sus opiniones, y versiones recogidas de los actores de
la tragedia, formulamos el siguiente artÃculo, con el
deseo que se aproveche esta experiencia en casos futuros.
Habiendo sido el Exploraciones de México uno de los
protagonistas del drama, era de suponerse que se levantarÃa
una ola de pasión y se desatara otra vez la ola de odios
que hay contra ese club, sin embargo, creemos que, en esta ocasión
las crÃticas son injustas, y si no, analicemos el punto
detalladamente.
El grupo iba por una ruta segura, se ha podido comprobar que
la fatal avalancha no llegó a extenderse por Barranca
Seca, si se desvió de la ruta, fue por prestar ayuda
a un compañero en desgracia (gesto de camaraderÃa
que los honra), después del accidente, auxiliaron a sus
heridos, bajaron ellos mismos (cosa que pocos clubes han hecho)
a su compañero caÃdo, no habiendo abandonado al
muerto no tuvieron la certeza de que, efectivamente, habÃa
fallecido; pretender más de estos muchachos es desconocer
la naturaleza humana.
Repetimos, dudamos mucho que algún otro grupo, ya sea
de la Federación, que tanto ha presumido, como de algún
otro club libre, pueda haber procedido mejor en situación
análoga.
Esto, tomando en cuenta el progreso del Alpinismo Mexicano,
pero si lo comparamos con lo que hubiera podido hacer, en estas
mismas opiniones algunos alpinistas extranjeros, digamos suizos
por ejemplo, llegaremos a la conclusión de que, efectivamente,
todavÃa estamos en pañales en esto del alpinismo.
Se podrÃa preveer que habrÃa una avalancha, sÃ
señor, asà como suena, la flojedad de la nieve,
la composición de la misma, la inclinación de
la Cañada Central, las detonaciones escuchadas y otros
pequeños detalles más, hubieran permitido a elementos
más capacitados el prevenir el accidente.
Volvemos a insistir sobre el asunto, en México, no más
de 4 o 5 montañistas hubieran podido preveer la avalancha,
y aun estos 4 o 5 montañistas no hubieran vacilado en
acudir al socorro de compañeros, de encontrarse en el
sitio donde se hallaba el Exploraciones de México, razón
por la cual no hay ninguna causa justificada para condenar particularmente
al Club Anáhuac o al Exploraciones, si hay crÃtica
debe ser hecha al alpinismo mexicano en conjunto.
Porque no sólo se podÃa haber previsto la avalancha,
sino que existen técnicas bien definidas y probadas de
"auto-salvamento" para casos de ser envueltos en una
avalancha. Las tropas de montaña europeas, por ejemplo,
provocan avalanchas artificiales, como entrenamiento a sus soldados,
éstos previamente instruidos acerca de la forma de caer,
manera de respirar, etc., etc., aguantan normalmente media hora,
o más, sepultados, mientras son rescatados por elementos,
duchos en esta materia y con equipo apropiado.
Lo anterior sólo como un botón de muestra, saquen
ustedes sus conclusiones, hagan comparaciones y dictaminen quien
tiene la razón.
Ahora, permÃtasenos "curarnos en salud" ya
que preveemos que al leer este artÃculo no faltarán
periodistas que (unos por falta de materia gris en el cerebro,
otros por mala fé y otros por desconocimiento del medio)
nos volverán a tildar de "malinchistas", volverán
a insistir que nuestro alpinismo mexicano no necesita de técnicas
extranjeras, que aquà somos muy "machos" y
nos rascamos con nuestras propias uñas, que el non plus
ultra del alpinismo mundial somos nosotros, etc., etc., sin
embargo, como no nos arredran crÃticas ahà queda
nuestra opinión, con la esperanza de que usted, amable
lector, dé el último fallo.
Y ahora, a desquitarnos anticipadamente con los señores
periodistas, dando unas pequeñas rectificadas:
Es inexacto que caminaran juntos los grupos Anáhuac
y Exploraciones, a hacer Intercambio, como es inexacto que fueran
por el Ventorrillo, falso asà mismo que el ruido que
se supone sea de cohetes, fuese producido por "el desgajamiento
de los cientos de toneladas de nieve que se desprendieron..."
ya que la avalancha de nieve, como la del citado domingo, es
silenciosa completamente, la que hace ruido, es sólo
un gran crujido inicial, es la avalancha de hielo; asÃ
mismo falso la imputación de que se abordó inmediatamente
los vehÃculos regresando a México, ya que los
camiones empezaron a salir al anochecer; no menos inexacta la
versión de que una de las causas de la avalancha fué
el "buen tiempo que imperó en la mañana",
durante la cual "los rayos solares calentaron y reblandecieron
la nieve" ya que esa mañana, después de las
9:00 (hora en que todavÃa los rayos del sol no tienen
poder para fundir) el tiempo fue verdaderamente "de perros".
Alejada de la verdad la versión de que el grupo del
Exploraciones fuese compuesto exclusivamente de elementos experimentados,
ya que la mayorÃa eran novatos o seminovatos, pues elementos
de verdadera y larga experiencia no habÃa más
de 8.
Y por el momento, creemos que ya está demasiado largo
este artÃculo... sólo nos resta rezar porque
esta dolorosa experiencia sirva para algo en el futuro.
© Alpinismo, revista mensual. Tomo 2, número
13, octubre 14 de 1950. Páginas 58-61.