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Montañismo y Exploración
COMENTANDO
1 octubre 2001

Hace ya algún tiempo que en la cartelera de uno de los cinematógrafos citadinos tenemos una excelente película de montañismo de altura. Me refiero —ya se lo habrán supuesto— a la "Torre Blanca". La técnica fotográfica y alpina, la actuación …







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Hace ya algún tiempo que en la cartelera de uno de los
cinematógrafos citadinos tenemos una excelente película
de montañismo de altura. Me refiero —ya se lo habrán
supuesto— a la "Torre Blanca".

La técnica fotográfica y alpina, la actuación
de los intérpretes, los escenarios naturales y los efectos,
hacen de este film, para los aficionados, una cinta excepcional.
Nada de esto voy a comentar. Se comenta por sí solo y
además no estoy preparado para ello.

Lo que sí es interesante es la enseñanza que
de la película se desprende y que ha motivado encontradas
opiniones entre los montañeros. Tuve la fortuna de conseguir
el libro en español y a través de sus casi cuatrocientas
páginas, me gustó sobremanera. Ya, los que lo
habíamos leído en esa época —hace tres
o cuatro años— nos enzarzábamos en discusiones.
Yo sostenía que era mejor que "Alma de Alpinista"
o "El primero de cordada", por lo que, novelísticamente
hablando se refiere. Me basaba en que "Primero de cordada"
sus protagonistas son profesionales, lo cual sin restarle valor
a la acción, le restaba mérito. En cambio, en
"Torre Blanca" los intrépidos son gente como
tú o como yo, amigo lector, nunca hemos pensado comer
del alpinismo. Ejemplo al canto: Un arquitecto, un geólogo,
un profesional de la guerra, un escritor, una mujer casada (en
la novela el papel femenino es bastante secundario) y un guía
suizo, que aunque profesional, merecía no serlo, por
lo menos en lo que a esa ascensión se refiere. Estas
cinco personas están sujetas a sus gustos, aficiones,
pensamientos, rencillas y problemas, pero, deciden olvidarlos
y buscar el denominador común de su afición para
dominar la montaña. El grupo —tanto en la película
y más aún en la novela— se forma aprisa y corriendo
y por ello, lo vemos integrado por una persona sensata y medida
(el guía suizo), un superhombre (el alemán), un
sport-man inconsistente (el americano), un "quemado"
(el geólogo) una obsesionada (la muchacha) y un ebrio
consuetudinario (el francés). Ciertamente un grupo así,
ni a los llanos de la Forestal se puede intentar llegar. Algunos
de ellos —el suizo y el alemán— tenían oportunidad,
los demás iban como se dice vulgarmente "para completar
la cuota del carro".

Y aquí, en la proyección de estas disímbolas
personalidades, es cuando a mi modo de ver, empiezan los despropósitos.
El alemán pelea contra la montaña furiosamente,
como lo podría hacer contra un adversario que tratase
de matarlo. Formidable en su técnica alpina, es despreciable
en sus reacciones de hombre. Carece de los más elementales
principios del montañista. Cuando ayuda, desprecia. Cuando triunfa, ofende.

El americano es un señor que va a la montaña a ver si se le presenta la oportunidad de "Amarrar" y reservándose el derecho de continuar. Nos lo trazan como individuo de escasa técnica y al final por arte de birlibirloque resulta que si nos descuidamos enseña a su pseudo-compañero —el alemán— a escalar. Naturalmente es el "bueno" de la película.

El geólogo —inglés— es un señor con un
largo historial alpino y con años más largos todavía.
Agotado y viejo, reacciona sensatamente y comprende que si él
tiene el derecho de matarse, debe hacerlo solo. Se queda en
un campamento y se dedica a examinar rocas. ¡Bien hecho!

El francés, casado con una mujer bella e idiota, como
producto de que su señora no lo entiende, y él
no puede escribir una novela, decide cambiar el panorama de
sus borracheras, del hotel, a la montaña, eligiendo un
bello lugar para matarse y organizando unos fuegos artificiales
con su estruendosa tienda de alta montaña. Un incomprendido
de ese tipo, no muere escalando, muere de cirrosis.

La dama de la cordada-nacional indefinida, en la novela, austriaca
es una maniática obsesionada en tal forma que resulta
ilógico por completo, que ella, que estaba dispuesta
a lo que fuese con tal de llegar a la cumbre, por el divino
toque de cupido, a diez minutos de ella, decide dejarla y bajar
con su amor made in USA. Debo contarles que en la novela se
raja en los primeros campamentos.

El suizo, guía profesional, comete el contrasentido
de llevar a esa colección de chiflados monte arriba.
Luego se convierte en el "aracuan" subiendo y bajando
y actuando en forma poco seria en lo que a esa Institución
del Cuerpo de Guías se refiere. Además nos lo
imaginábamos más "tipo". Tal como lo
presentan será un buen hotelero, pero escalador... En
la novela el padre de él, murió en la Torre Blanca
y es un carácter muy diferente.

Por todo ello, dirán que no me gustó la película.
Al contrario, ya van dos veces que la veo, y si no la repito
es por los cinco pesos, pero ya saben que si me quieren invitar
soy su servidor. Lo que me preocupa es que los legos en montaña
pueden creer que los alpinistas somos una mezcla de todos esos
caracteres, es decir, agresivos, borrachos, inconscientes, que
tomamos la montaña como un jueguito o bien que la tomamos
como un castillo, al asalto. Nada de eso es cierto, somos un
conglomerado de los buenos aspectos de esos seis seres que acometieron
la conquista de una cumbre, olvidándose de conquistar
antes su "propia debilidad, ignorancia y miedo" como
en uno de sus libros escribió el mismo J. Ramsey Ullmann.


© Alpinismo, revista mensual. Tomo 2, número
16, enero 16 de 1951. Página 33.





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