FRANCISCO SOTO Y LA PRIMERA VUELTA AL CRÃ?TER DEL POPOCATÃ?PETL
Al redactar estos apuntes para la revista Alpinismo,
nos vienen a la memoria, como si ayer hubieran ocurrido, los
detalles más sobresalientes de lo que hemos dado en
llamar "La Historia del Montañismo en México".
Grabadas en letras de molde las cuartillas escritas, resalta
a grandes rasgos la figura de un hombre cuyos dotes excepcionales
en las empresas difÃciles, dejaron honda huella de
su paso por nuestras cumbres nevadas. La serenidad y experiencia
adquiridas en años de trepar montañas, abriendo
rutas distintas a las acostumbradas en aquel entonces por
las zonas de los volcanes, las puso al servicio de los humildes
montañistas que hace 22 años, marcaron los senderos
que hoy seguimos. De él aprendimos que en todas las
épocas del año es factible ascender a los volcanes,
que la prudencia y confianza es la mejor arma de defensa contra
los elementos naturales y eternos, que una roca, un glaciar,
y un declive accidentado y peligroso, siempre tienen un lado
débil por el que se puede atacar. Al recordarlo con
admiración y gratitud, tenemos la esperanza de que
en el medio deportivo actual se le considere como lo que fué,
es y será para las generaciones pasadas, presentes
y futuras del montañismo: un maestro. Este hombre
es Francisco Soto.
El que esto escribe tuvo la fortuna de conocerlo en el apogeo
de sus facultades fÃsicas, hace poco más de
13 años, cuando no habÃa obstáculo que
se interpusiera a su voluntad. Sus hechos notables serán
reseñados en subsecuentes artÃculos, eligiendo
en esta ocasión: la primera vuelta al cráter
del Popocatépetl.
El 15 de septiembre del año de 1930, Francisco Soto,
Arturo Bonilla (Q.P.D.) y Enrique ElÃzaga, abrieron
la hasta entonces inviolada ruta del cÃrculo dantesco,
donde cada paso es una emoción y donde cada emoción
es un aletazo sublime. Ninguno hasta esa fecha intentó
siquiera hacerlo, habiéndose considerado como la hazaña
más notable efectuada por escaladores mexicanos.
En la actualidad, no hay Club Excursionista que no incluya
en sus programas la circunvalación al cráter
del Popocatépetl, y otorgue diplomas a los que la realizan.
Cientos de personas lo han conseguido ya. Ellos mejor que
nadie, pueden aquilatar el valor de la proeza de aquellos
tres hombres, 20 años atrás, en un medio que
ahora podemos calificar de heroico, ya que no contaba con
la seguridad que nos dan los equipos modernos, las carreteras
que nos acercan más a la meta, y sobre todo el temor
a lo desconocido.
En esa época, el "Viejo Soto", como hemos
dado en llamarle cariñosamente, y sus compañeros,
pertenecÃan al Club Exploraciones de México,
cantera inagotable de grandes montañistas, separándose
dos años más tarde para formar el Sierra Club,
que bajo la dirección del señor Soto, se colocó
en pocos meses a la cabeza de todos los clubes de su género,
por sus notables recorridos y escalamientos, que hasta la
fecha quedan catalogados como de primera importancia, y en
los que destacaron elementos como Enrique ElÃzaga,
su principal colaborador, Oscar Pérez, Carlos y Miguel
DÃaz, Ricardo Mancera, Ignacio Sánchez Mendoza,
Alberto Morales, Ricardo Colmenero, Jorge Obscura, Luis Moreno,
Augusto Peraza y tantos otros que serÃa largo enumerar.
La mayorÃa de ellos retirados ya del deporte, pero
unidos con estrechos lazos de amistad, que sólo pueden
dar los años convividos escalando montañas y
superándose calladamente, creando asà una escuela
que es la que en la actualidad seguimos.
Vaya en nuestras palabras un homenaje de gratitud a estos
hombres que con su esfuerzo y voluntad, escribieron una de
las páginas más hermosas del montañismo,
y en especial a don Francisco Soto, forjador de juventudes.
Alpinismo, revista mensual. Tomo 1, número 8, mayo 12 de
1950. Páginas 23 y 32.