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Montañismo y Exploración
Annapurna: 50 años de expediciones a la zona de la muerte

¿Qué ha pasado en 50 años de expediciones al Annapurna, considerada como la más peligrosa de los ochomiles? Reinhold Messner hace un recuento de la expedición donde Maurice Herzog y Louis Lachenal llegaran a su cima en 1950 y analiza las expediciones más importantes en el Annapurna.







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Reinhold Messner. Annapurna. 50 años de expediciones a la zona de la muerte. Ediciones Desnivel, Madrid, 2000. 190 páginas. ISBN: 84-89969-65-5
La gente no comprende por qué subimos a los ochomiles y no soporta que no se les dé ninguna respuesta. Pero, ¿cómo se puede explicar a la gente que no ha subido en su vida a ninguna montaña, por muy baja que sea, lo que ocurre ahí arriba?

Erhard Loretan

El 3 de junio, Maurice Herzog y Louis Lachenal llegaban a la cumbre del Annapurna y así se convertían en los primeros hombres que pisaban una cumbre de ocho mil metros. El libro escrito por Herzog se tradujo a varios idiomas y causó una impresión profunda en los lectores y muchos de los montañistas actuales fueron motivados por Annapurna, primer ocho mil. Sin embargo, a mucha gente no le quedaban claras algunas situaciones. ¿Era posible que en una expedición tan larga y con características tan complejas no existieran los roces personales o cualquier otra falla humana?

Maurice Herzog, el hombre que fue el motor de la expedición y que finalmente fue capaz de olvidar los márgenes de seguridad para llegar a la cima, ha sido atacado en numerosas ocasiones por esas discrepancias, sobre todo después de la aparición de los Carnets du Vertige, la biografía de Louis Lachenal en donde expone su propia visión del ascenso al Annapurna. Más recientemente, un artículo aparecido en Climbing, titulado “Rewriting Annapurna: Was the cornerstone of 8000-meter history really a myth?” hace una perspectiva de lo que fue la historia del Annapurna y menciona una biografía de Gaston Rébuffat escrita por Yves Ballu (Gaston Rébuffat: Une vie pour la Montagne) en la que también el legendario guía discrepaba con Herzog.

Este es el escenario que Messner abarca en este libro. Un tema difícil y que hay que tocar a fondo antes de pasar a hacer un recuento de las expediciones que se han realizado en ese “primer ocho mil”.

“50 años después de la primera ascensión al Annapurna, podemos atrevernos (y al mismo tiempo tenemos la obligación de hacerlo) de quitar la pátina, pero sería equivocado mermar por ello la gesta de Herzog. Es decir, una vez que se ha quitado el fulgor del discurso patriotero y heroico, no deberíamos incurrir en el error de falsificar los hechos con el fin de defenestrar a Herzog, tal como se intentó hacer en Francia en repetidas ocasiones.” (p. 83-84)

El resumen de la expedición y el análisis de ella no deben escapar al análisis de la época para que todo quede claro: “En 1950, y durante los años que siguieron inmediatamente después, hacía falta innovar, explorar, intentar... mientas que en los años recientes el terreno es conocido y está descrito en detalle, casi trivializados.” (p. 10)

Hombre convertido en leyenda gracias a su ascenso y a su libro, Herzog puede ser criticado por deficiencias en la expedición, por su comportamiento posterior o por lo que uno quiera, pero no por su hazaña de llegar a la cima del Annapurna. Insensato o no, fue el primer hombre que llegó a un ocho mil y es de justicia seguir reconociéndoselo.

Además de esta primera expedición, Messner abarca las principales expediciones a la montaña: la que iba dirigida por Chris Bonington en 1970 y que permitió a Dougal Haston y Don Whillans llegar a la cumbre por la escarpada pared sur, de tres mil metros de altura: era la primera vez que en el Himalaya se escalaba un ocho mil por una ruta extremadamente difícil, además de ser el tercer ascenso al Annapurna. Es importante remarcar que Messner no hace mención de su propio ascenso a la pared del Rupal en el Nang a Parbat, de más de cuatro mil metros y que finalizó poco tiempo después de este ascenso. Era cuestión de tiempo.

La primera travesía por Erhard Loretan y Norbert Joos realizan la primera travesía de las cumbres del Annapurna en pocos días; el propio Messner y Hans Kammerlander ascienden por el noroeste en una vía en estilo alpino, pues “A partir de mediados de los años setenta, un nuevo estilo se fue imponiendo. La expedición ligera (sin porteadores, sin aparatos de oxígeno y sin equipo de apoyo) causó furor en el mundo del alpinismo. Por primera vez se realizaron ascensiones en solitario y travesías en los ochomiles. La «conquista» de las grandes paredes perdió su atractivo durante un tiempo y parecía imponerse el estilo alpino. Sin embargo, en las vías normales, pronto las expediciones procedentes de todo el mundo se fueron solapando cada vez más, y estos «dinosaurios» que subían con un séquito de centenares de ayudantes por vías reparadas, asfixiaban la creatividad de una nueva generación de alpinistas.” (p. 110)

Todos los ascensos registrados del Annapurna están en este libro, con una tabla cronológica de las expediciones y otra de los ascensionistas. Sin embargo, pese a ser un buen libro, no supera al Annapurna, primer ocho mil, de Herzog, que seguirá siendo un clásico de la literatura de montaña.


Erratas

Pie de foto de la página 28, dice: “La ruta por la vertiente norte del Dhaulagiri es larga y peligrosa”. Sin embargo, la foto exhibida es el Annapurna.

Pie de foto de la página 66, arriba, dice: “en su intento por encontrar un acceso a la cima del Dhaulagiri, los franceses, en 1950, pudieron contemplar toda la vertiente noroeste del Annapurna I (cima oriental, cima central y Annapurna principal, hombro occidental y Fang)”. La foto muestra al Dhaulagiri y pareciera que el texto describe al Annapurna.

Página 110, columna 2, segundo párrafo, dice: “La técnica de escalada, sobre todo en hielo, había sido revolucionada, y el material moderno, con Kevlar, Titán y Gore-Tex...”. Por “Titán” se refiere al titanio.




 



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